Vida - Carolina Guevara
Tomar el presente, consciente de que la vida nunca volverá a ser la misma.
Atenta a acoger todas mis partes, sanando las heridas que se abrieron para ser reconocidas, para integrarlas y capitalizarlas como parte de esa infinidad que voy siendo. El universo entero me habita.
La eternidad en mi, es mi sostén, es la fuerza de El Espíritu Divino que nos contiene; nos une y se manifiesta en todo y todos. Yo lo llamo Dios.
La vida se divirtió conmigo en este tiempo loco, trayendo tantos desafíos como le fue posible para que yo reconociera mi yo verdadero: eterno e inmutable.
Ahora me miro y me acojo con amor, acojo toda mi experiencia humana sabiendo que volveré a recorrer caminos ya recorridos, con la consciencia de que el dolor, es el medio que permite generar el puente entre mi ser divino y mi ser humano. Ya no lo rechazo, ni lo niego.
Gracias a este tiempo, a mi sagrado cuerpo que ha sido vehículo para contactar con mi espíritu; gracias a mis maestros y guías de todos los tiempos, humanos y divinos.
Gracias a mi coraje, esa fuerza que nace en mi corazón para actuar en presencia de tanta incertidumbre; gracias a “la fuerza fuerte”: el amor, que se vive manifestando alrededor de tantas formas, y por supuesto, gracias a todos sus emisarios que me rodean en lo cotidiano.
No es lo que me pasa lo que define quién soy, es lo que elijo para afrontarlo lo que me permite traer mi verdadera esencia al servicio.
Camino en esta consciencia, para dar una nueva vuelta más en esta espiral que llamamos vida.
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