Bendita fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe - Ana Otero

La revelación que nuestra Señora de Guadalupe entregó a Juan Diego es que un templo debería ser construido sobre Tepeyac, un templo dedicado a la Madre Santa como un espacio sagrado para su adoración. Ella regaló y proporcionó su Imagen Divina para ser consagrada allí, siendo el templo y su imagen una manifestación material de su Presencia Viva y Poder.

¿La Madre necesita que un templo sea construido para ella sobre Tierra Sagrada?

En realidad, no. Como la Tierra, nuestros Cuerpos y la manera en la que vivimos nuestras vidas es el Templo Viviente de la Madre. Sin embargo, un templo es la Manifestación Física de la Transmisión Espiritual y Energética de la Madre Divina. Cada vez que vamos a un templo para Honrar Su presencia, Su presencia se fortalece en nosotros y en el mundo, ya que ella tiene un contenedor para sostener su manifestación energética. Por esta razón ella se aparece en lugares donde se ha ofrecido mucha adoración. 

Las Colinas de Tepeyac eran anteriormente Tierra Sagrada para la adoración de la Diosa Tonantzin. Tonantzin significa “Nuestra Sagrada Madre” en el lenguaje Nahualt y ella continua siendo conectada simbólicamente con la fertilidad y la Tierra. Gran parte del simbolismo que aparece en Nuestra Señora de Guadalupe y entorno a ella nos informa de la Nueva Edad que está llegando. A través de Guadalupe, tenemos la esperanza del Nacimiento de una Nueva Humanidad.

Tal como Nuestra Señora de Montserrat, Nuestra Señora de Guadalupe es parte de la Profecía de la Magdalena.

Estas dos Vírgenes Negras comparten una conexión profunda, ellas son guardianas de misterios antiguos.

La profecía que ellas encarnan hablan de un tiempo en el que lo divino femenino y lo divino masculino se unirán en armonía, trayendo sanación y renovación a la Tierra. Su presencia llama a un retorno sagrado al equilibrio y la plenitud que una vez se perdieron. Ambas Vírgenes nos invitan a recordar que el templo de Dios no está fuera de nosotros sino en nuestro interior – una llama eterna de amor y sabiduría que espera ser recordada.

Nuestra Señora de Guadalupe, con su manto radiante de estrellas, nos recuerda nuestro origen celestial, nuestra conexión divina con el cosmos infinito. Su presencia refleja las enseñanzas de Magdalena sobre la unión sagrada, la compasión y el poder transformador de la gracia. Nuestra Señora de Monserrate, con su presencia oscura y nutritiva, nos invita a descender en las profundidades de nuestro ser, para descubrir los tesoros escondidos dentro de nuestras sombras y emerger renovadas e iluminadas.

Juntas, despiertan dentro de nosotros la llama de la Magdalena, un llamado a la acción, un llamado a amar, un llamado a surgir como co-creadoras del cumplimiento de la profecía.

Escuchemos sus susurros, honremos sus enseñanzas y avancemos como portadoras de esta antigua profecía, tejiendo el hilo dorado del linaje de la Magdalena en el tejido de un nuevo amanecer.


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