La niña y la adulta - @pia_tierra
La niña siente abandono; la adulta decide no abandonarse y priorizar sus propias necesidades.
La niña siente que debe complacer a otros para ser querida; la adulta decide respetar sus propios límites y necesidades.
La niña siente miedo a equivocarse; la adulta decide aprender de cada experiencia y seguir avanzando.
La niña siente que debe callarse sus emociones para no incomodar, la adulta decide expresarse con autenticidad y sin culpa.
La niña siente que debe ganarse el amor de los demás; la adulta decide amarse incondicionalmente y rodearse de quienes la valoran.
La niña siente inseguridad frente al rechazo, la adulta decide reconocer su valor y no depender de la validación externa.
La niña siente que está sola con sus problemas; la adulta decide pedir ayuda y rodearse de una red de apoyo.
La niña siente que no es suficiente; la adulta decide reconocerse y apreciar todo lo que es.
La niña siente que sus emociones no importan; la adulta decide escucharse y darle espacio a su mundo interno.
La niña siente que necesita ser perfecta para ser aceptada; la adulta decide permitirse ser imperfecta y humana. Completa.
La niña siente que tiene que ser fuerte siempre; la adulta decide permitirse la vulnerabilidad.
La niña siente que sus deseos no son importantes; la adulta decide escucharse y priorizar lo que realmente quiere.
La niña siente que debe hacer todo por los demás; la adulta decide equilibrar su energía y cuidar de sí misma también.
La niña siente que tiene que evitar conflictos; la adulta decide expresar sus opiniones y defender su paz.
La niña siente miedo a los cambios; la adulta decide abrazar nuevas oportunidades y confiar en su capacidad de adaptarse.
La niña siente que debe ser siempre responsable; la adulta decide darse permiso para descansar y disfrutar.
La adulta tiene la capacidad de transformar viejos patrones de la niña en decisiones que la nutren y le dan poder.
Los miedos que sentimos como adultas pueden venir de heridas de la niña interna, ya que el sistema nervioso graba experiencias en nuestra memoria corporal y emocional.
Durante los primeros años, nuestras vivencias se registran como sensaciones, no tanto como recuerdos. Si sentimos abandono o inseguridad, el cuerpo puede seguir reaccionando como si estuviéramos en peligro incluso siendo adultos.
Esta respuesta es una forma de protección, una adaptación que el cerebro creó para sobrevivir, y aunque puede parecer irracional hoy, viene de una necesidad profunda de sentirnos seguros en el pasado.
Trabajando con el cuerpo y la mente es el camino para integrar y procesar las memorias somáticas que nos dejaron ancladas en miedos del pasado.
@pia_tierra
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