Esta es la somática de la vergüenza tóxica - Lorena Cuendias
Recientemente, me he dado cuenta de cómo la vergüenza se oculta en lo más profundo de nuestro SN y cuerpo, disfrazándose de mecanismos de compensación que asumimos como parte de nuestra personalidad. Estos mecanismos reprimen nuestra autenticidad y. nos alejan de nuestra verdad, convirtiéndose en uno de los mayores desreguladores de nuestro sistema nervioso.
La vergüenza crónica no solo vive en nuestras emociones, sino que se incrusta físicamente en nuestro cuerpo. Se esconde detrás de la congelación funcional, un estado que literalmente va deteriorando nuestra biología.
Se camufla en la piel, en forma de eczema, psoriasis, rojeces. En el desarrollo de enfermedades auto-inmunes, desequilibrios hormonales y una infinidad de síntomas que muchas veces tratamos como problemas aislados, cuando en realidad tienen raíces comunes.
No solo afecta nuestra biología. La vergüenza crónica impacta todo en nuestra vida: Boicotea nuestras metas, nos desconecta de nuestra sabiduría interna y nos roba la capacidad de habitar plenamente nuestro cuerpo, nuestras relaciones y proyectos.
Es una sombra silenciosa que dirige nuestras elecciones y relaciones, alejándonos de la vida auténtica que deseamos vivir.
Voy a empezar a hablar más sobre esto porque es crucial. La relación entre vergüenza crónica, trauma, autenticidad y el miedo a ser quienes realmente somos, es un tema que merece toda nuestra atención.
La vergüenza se enmascara de formas perversas y de pensamientos que parecen lógicos o normales, pero que son pura autocrítica: No soy suficiente, si me expongo demasiado, me rechazarán. No quiero molestar. ¿Quién soy yo para intentar eso? Cuando sea: más delgada, más gorda, más simpática, más lista, etc…
Cuando haya hecho un doctorado, el siguiente programa, la siguiente certificación…
Cuando después de 500 sesiones de terapia me haya exorcizado todo eso que está mal en mí…
Entonces, tal vez… seré digna.
¿te suena? A mí si. Mucho.
Es un constante pedir permiso por existir y ser y disculparse por tello.
En el cuerpo, se manifiesta en posturas que reflejan supresión: hombros encogidos, tensiones que nos contienen para “desaparecer”, un cuello que se retrae, evitando ser vista, la pelvis hacia atrás para no incomodar con nuestra potencia sexual y femenina, la respiración contenida, la inclinación de la cabeza, la incapacidad de mantener contacto visual, la inmovilización del cuerpo (de nuevo respuesta de congelación para “portarnos bien” y no ser “una carga”, etc…
La vergüenza es como tu sistema nervioso intenta compensar lo que otros no supieron amar en ti.
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