Duelo - Toko Pa Turner

Martín Prechtel nos enseña que en lengua tz´utujil, duelo y alabanza son la misma palabra, porque solo puedes estar afligido cuando has amado mucho.

La pérdida de nuestros amores conlleva un duelo. La pérdida de nuestras habilidades debido a enfermedades o a la edad conlleva un duelo. La pérdida de fe en nuestra religión conlleva un duelo. La marcha de nuestros hijos de casa conlleva un duelo. Los caminos que no recorrimos conllevan un duelo. La familia que nunca tuvimos también es motivo de duelo, como lo es ser testigos del sufrimiento del planeta. Pero aunque el duelo pueda parecer una expresión de sufrimiento que no tiene ninguna utilidad, en realidad, es el reconocimiento del alma de aquello que valoramos. El duelo es nuestra forma de honrar lo que apreciamos. Solo conectando con lo que valoramos, podremos saber cómo seguir adelante. En este sentido, el duelo es movimiento.

Sin embargo, en nuestra cultura, estamos muy poco preparados para él. Procuramos mantenerlo a una sana distancia de nosotros, y entre nosotros lo tratamos, según Joanna Macy, como «a un enemigo de la alegría». El duelo lleva consigo una vergüenza tácita. Está autorizado en muy pocos lugares, en pequeñas dosis y durante situaciones excepcionales, como una muerte u otra tragedia. Fuera de esas circunstancias, se considera peligroso y que es un signo de debilidad. Tal vez sea porque tengamos miedo de ahogarnos en nuestra desesperación, o porque eso significa una separación en un mundo que valora «la cohesión» por encima de todo. Pero el duelo juega un papel esencial en deshacernos de nuestros apegos anteriores. Es la corriente necesaria que nos conducirá a la siguiente etapa. Sin ella, nos quedaríamos atascados en esa área de nuestra vida, que podría limitar toda la gama de nuestros sentimientos de estar vivos.

Toko Pa Turner


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