Las "niñas buenas" no se enojan

Las “niñas buenas” NO se enojan: permiso para enojarnos.

Este texto puede ser reproducido respetando y dando crédito a La Mujer Lunar como autora.

Texto: La Mujer Lunar / www.mujerlunar.com

El enojo como tema y vivencia se abre paso en nuestras relaciones; y solemos pensarlo como algo negativo, como algo que “no debiera estar ahí”; sin embargo, nunca nadie nos dijo que el enojo puede ser una forma de ira sagrada (ira: airar / eis: mover algo con pasión / hieros: sagrado). Que ahí donde experimentamos ira somos invitadas a vivir con pasión, a recuperar lo sagrado.

¿Con quién te encuentras enojada aquí y ahora? … Ahí, tienes la gran oportunidad de recuperar lo sagrado, lo bello, la pasión de la vida.

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“Una niña buena, una niña linda no se enoja”

Sucede que culturalmente, fuimos enseñadas a no lidiar con el enojo; y así, aprendimos a callarlo, a dejarlo a un lado y a esconderlo en el fondo oscuro del saco-sombra de nuestra psique y corazón. Aprendimos a ser niñas buenas, niñas lindas: que básicamente, implicaba que nos tragáramos el enojo permitiendo que otros cruzaran nuestro espacio sagrado; aprendiendo también a no poner límites. 

¿Cuántas de nosotras escuchamos un centenar de veces: “una niña buena no se enoja”, “qué fea te ves enojada”, “las niñas bonitas no gritan”? …¿Cuántas de nosotras para ser aceptadas aprendimos a no decir lo que necesitábamos, aprendimos a decir SI cuando queríamos con todas las ganas decir NO? ¿Cuántas de nosotras por miedo al rechazo aprendimos a ceder? Y luego… fuimos abusadas, en distintos sentidos.

Es evidente que una niña que aprendió a reprimir su enojo para “ser buena”, el día de hoy como adulta saludable se encuentre con que experimenta brotes de ira en un anhelo inconsciente por poner límites para -AL FIN- cuidar su espacio sagrado, su cuerpo, su templo, su tiempo, su autonomía. Esto es normal.

Aquí , lo interesante es que como adultas saludables, que buscamos despertar  y estar conscientes de nuestra vida y decisiones, NO SABEMOS COMO GESTIONAR EL ENOJO. Y es posible que muchas de nosotras sigamos pensando que el enojo es algo malo, no deseable, no aceptado en nosotras. Pero no es así. El enojo también es saludable, y hasta sagrado.

Resulta necesario entonces, que para empezar a lidiar con el enojo -que posiblemente venimos cargando desde años atrás- nos permitamos mirar a nuestra niña interna, a esa niña que fuimos… y nos permitamos encontrar todas esas veces en que enojarnos era más que permitido para protegernos, pero no pudimos hacerlo, y cedimos, y fuimos lastimadas. Por que es en esos episodios de terror y dolor donde dejamos una gran cantidad de energía vital, que resuenan en nuestra memoria corporal cada vez que explotamos de ira en el presente.

Hablar con nuestra niña interior, decirle que aquí y ahora es distinto, que nosotras estamos a cargo de ella, que tiene el permiso de sentir dolor y enojo por todo lo que le aconteció, por todo lo que más tarde permitió desde su adolescente condicionada (una niña buena se convierte en una joven buena, y más tarde en una mujer sumisa), nos coloca en un lugar distinto con respecto al enojo, nos aproxima al verdadero motivo de nuestra ira, al lado saludable y sagrado de la misma.

Permitirnos dejar de ser la “niña buena” nos coloca frente a frente con nuestra sombra, con esa mujer enorme que suprimimos y que dejamos en lo profundo de nuestra psique en la esperanza de que se diluyera (hoy sabemos que no se diluye, al contrario, se vuelve colosal). Y al estar ahí, frente a la niña que “no es buena”, frente a la adolescente y a la mujer que no son “buenas”, podemos darnos permiso de mirar el enojo reprimido y todo el dolor que ahí ha escondido ahí.

Maneras NO saludables de vivir el enojo

Es verdad que muchas de nosotras aprendimos bien el arte de enojarnos “sin enojarnos” y que aprendimos a utilizar el enojo para manipular y controlar, sin hacerlo desde la ira vociferada y sí desde la pasivo-agresión.

Lo importante ahora es mirar qué tipo de enojo solemos manifestar y la manera cómo lo hacemos, reflexionando sin miedo acerca de lo que se esconde ahí. Con amor, comprensión y compasión te invito a mirar la siguiente ordenación* y descubrir en dónde está tu herida de enojo inconsciente (o tal vez ahora ya estés más consciente de ella).

*Existen distintas clasificaciones, ésta es una personal y si la compartes te pido respetar el crédito:

“ME OLVIDE” [Ira escondida en actos de aparente desidia]

Esta manera de ira, por supuesto, corresponde a una ira de tipo pasivo-agresiva. Porque aunque no hay un “enojo evidente”, no hay gritos, no hay insultos… existe una forma más terrible de fastidiar y sacar a otros de quicio: el olvido. Quienes experimentan esta manera no saludable de vivir su enojo suelen tener episodios continuos de “olvidos” que resultan clave para la alegría o bienestar de la persona con quienes están enojadas (pareja, madre, padre, herman@s). Es normal entonces, que si experimentas este tipo de enojo te ocurra “olvidarte” de una fecha importante, de las llaves, dónde dejaste documentos o cosas importantes de la persona con quien estás desahogando tu enojo.

TE IGNORO” [Ira manifestada en la “ley del hielo” y silencios prolongados]

Esta manera de ira también es de tipo pasivo-agresiva, sólo que sube un grado más. Aquí hay un enojo aparente pero la persona que figura como “culpable” no sabe el por qué. Quienes experimentan este tipo de enojo suelen aplicar la “ley del hielo” y no dirigir la palabra a la persona que les causó la molestia e indignación; y algo importante: la otra persona -la culpable- necesita adivinar el motivo real del enojo. Además de aceptar su culpabilidad para que todo regrese a la normalidad.

“TU ERES CULPABLE POR INCOMPETENTE”

En esta manera de vivir el enojo existe un grado más, todavía más alto. Aquí ya no hay sigilo. Aquí encontramos la ira verbalizada. Quien vive la ira no sólo dice por lo que está enojad@, si no, que también dice por qué el otro o la otra es culpable. Y usualmente es por incompetencia. Aquí, hay una humillación implícita – a veces explícita- donde la otra parte -que provocó la ira- necesita saber que su estupidez ocasionó todo. Esta experiencia de ira resulta la más hiriente para ambas partes, ya que la autoestima y el valor propio resultan altamente lastimados.

“SI NO LO HACES, YO…”

Cuando experimentamos esta manera de expresar nuestra ira, nos encontramos en una zona altamente peligrosa. Y somos la otra parte, quien experimenta la ira por parte de otr@, resulta aún más escabroso. Aquí la ira se deja ver en casi su máximo esplendor, ya que hay amenazas, peticiones inflexibles y un deseo de control total sobre la otra persona, sin sentir que se alcanza ese control. Aquí hay gritos, verbalizaciones que hieren, condicionamos el amor, estamos a un paso de la violencia física, y del quiebre del corazón.

“TE DESTRUYO”

La última modalidad, el último escalón de la manifestación de ira es la destrucción. Es un dolor tan profundo que no puede ser manejado que se convierte en obsesión, en un deseo por lastimar al otro, desearle la desgracia. Aquí, quien se encuentra enojad@, lo está porque sabe que no puede controlar nada, por mucho que haya tratado. Así que es posible que acuda a la violencia, al control ya no verbal, si no, físico… al maltrato corporal.

La mirada de la Medusa

Se contaba que la Medusa era una mujer que tenía cabello de serpientes y ojos que petrificaban a quien la miraba. Su cabeza fue cortada y colocada en un escudo, que defendería a su portador quien aprovechaba la ira de su mirada para convertir en piedra a sus enemigos. 

En algún momento de nuestra vida muchas mujeres nos hemos convertido en esa Medusa, muchas de nosotras perdimos la inocencia de la mirada y nos escondimos y escondimos todo nuestro dolor bajo una fachada que petrificaba o manipulaba a otros, que asustaba a otros. La manera como gestionamos nuestro enojo -desde la agresividad pasiva hasta la ira enconada- da cuenta del dolor que hay en nuestros adentros y no hemos podido liberar, ni sanar (integrar). 

Muchas veces, resulta que los enojos que experimentamos no tienen un motivo aparente en nuestra historia de vida, pero si revisamos, con seguridad encontraremos que sí tienen raíz en la historia de vida de nuestra madre, abuelas o ancestras. Porque aquí y ahora, las lágrimas, ira y dolor de nuestras ancestras se expresa a través de nuestra memoria corporal y a través de nuestras emociones… recordándonos que estamos tejidas, que somos siete generaciones atrás, que somos vida espiral.

Y cuando encontramos que muchos de nuestros enojos pueden tener raíces en nuestra memoria transgeneracional (de abuelas, ancestras) podemos permitirnos liberar, hacer nuestro árbol genealógico enviando bendiciones a las mujeres que han sido, a los nombres de los rostros que no conocimos. Podemos integrar sus historias de vida tal como sucedieron, y estar en paz.

Pero si reconocemos también que gran parte de nuestro enojo proviene de nuestra infancia y adolescencia, de las niñas y adolescentes que no pudimos ser porque “no era correcto”, es necesario que nos permitamos recuperar la Mirada inocente de la Medusa…del poder sagrado de la sangre derramada que puede ser medicina en lugar de veneno, de la ira sagrada que nos permite colocar límites amorosos alrededor de nuestro espacio sagrado, para mantenernos a salvo y nutridas.

Existe una ira sagrada que nadie nos ha permitido experimentar, y esta ira donde es experimentada nos abre la puerta para mirar dónde es que hemos perdido pasión por la vida. Porque donde perdemos la pasión y vitalidad sólo queda espacio para la frustración y el enojo.

Así que puedes preguntarte: ¿con quién o con qué aspecto de tu vida te encuentras enojada? ¿En dónde o con quién expresas algún tipo de enojo de los enlistados arriba? … Y ahora que tienes la respuesta, es justo ahí donde puedes encontrar lo sagrado, y comenzar a sembrarte en mayor vitalidad y pasión verdadera. ¿Es con la pareja? ¿En el área laboral? ¿En tu imagen personal? ¿Con tus herman@s? ¿Con tu madre o padre? …Ahí, se te está presentando una gran oportunidad.

Las mujeres necesitamos aprender a darle la bienvenida al enojo, y a mirar qué nos quiere enseñar, dónde nos está pidiendo colocar límites amorosos, dónde nos pide cuidar nuestro espacio personal para mantenernos sanas, vivas, húmedas, creativas, vivaves y apasionadas. 

La ira puede ser sagrada cuando es pasada por el corazón, cuando podemos entender los mensajes que trae a nuestra vida, las peticiones que nos hace. Si aprendemos a vivirla desde un nuevo lugar mantendremos encendido el fuego de nuestro corazón, brillando, amando, sanando y en gozo infinito.

Deseo que este texto sea medicinal para tu vida y para tus relaciones. Quiera el Universo que aquí y ahora aprendamos de la ira sagrada y las bendiciones que tiene para nuestra evolución individual y colectiva. 


https://www.carpalunar.org/enojosagrado/

Karina Falcón para La Mujer Lunar


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