Alma encuerpada -

 El alma quiere entrar en el cuerpo, que contiene la sabiduría de toda la historia evolutiva de la humanidad a lo largo de millones de años. Con un apego sano (en otras palabras, una relación sana), la energía del alma -nuestra creatividad e inteligencia- puede aterrizar de forma segura en el cuerpo. Pero si nuestras relaciones con los cuidadores y otras personas en los primeros años no fueron seguras, solidarias y amorosas, nos vemos obligados a cerrarnos y ocultar una parte de nosotros mismos al mundo.

Esto crea una tensión crónica en el sistema cuerpo-mente mientras intenta estabilizarse. El precio que acabamos pagando es que ya no podemos sentir el flujo de la vida fluyendo a través de nosotros. En cambio, a menudo sentimos que nos ahogamos en las experiencias que suceden fuera de nosotros. Las relaciones sanas nos mantienen conectados con el gran río. Nos permite nadar en él y dejar que otros naden en nosotros con gracia.


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