¿Cómo cambia el cuento verdad? – Lorena Cuendias
Necesitamos dejar de hacer de nuestros disparadores (todas aquellas situaciones, personas, contextos que "disparan" fuertes reacciones emocionales en nosotros) motivos por los que sentir vergüenza y/o culpa.
Cuando nuestro sistema percibe una amenaza, nuestra respuesta no es voluntaria.
Nuestra mente racional no está a cargo de nuestro sistema nervioso.
De hecho está totalmente off-line cuando sucede esto.
La culpa y la vergüenza sólo contribuyen a desregular más aún un sistema que ya se siente muy inseguro.
No tiene sentido juzgar las reacciones involuntarias que tiene nuestro sistema nervioso cuando está tratando de protegernos de volver a sentir el terrible dolor del abandono, el rechazo, el juicio, la crítica, la desvalorización etc.
Sólo nos está poniendo a salvo.
Estas reacciones son únicas para cada uno de nosotros.
La intensidad con la que respondemos, a menudo no es proporcional a la amenaza real. A veces ni siquiera se trata de una amenaza, y nuestro sistema está percibiendo peligro donde no lo hay.
Todos percibimos las amenazas de manera diferente dependiendo de nuestras huellas y traumas pasados.
¿Esto quiere decir que no tenemos que hacernos cargo, cambiar esa información que está obsoleta o justificar nuestra reacción?
Obviamente no. Sabéis que soy una férrea abogada de la responsabilidad emocional, pero ser compasivo con uno mismo, es parte del proceso. Y me atrevería a decir que es el ingrediente estrella de la paella.
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