Seselelame

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Nos sentimos a nosotros mismos sostenidos dentro de un límite personal que mantiene nuestra vida separada de la del mundo. Es difícil apreciar cuán extrañamente normalizado ese estado nuestro es hasta que miramos otras culturas en comparación. Cuando buscamos promover nuestro bienestar personal, por ejemplo, podemos pensar en tomar los suplementos correctos, comer la comida orgánica, ejercitar regularmente y dormir bien. No tengo problema con nada de ello – pero está basado en una suposición limitada de que la salud será lograda haciendo las cosas correctas para el cuerpo. Entonces nuestro foco es en el ser como una entidad aislada, como si fuera una máquina requiriendo un mantenimiento.

Para quienes hablan Anlo-Ewe, el bienestar es algo bastante diferente. Tiene que serlo pues ellos experimentan al ser como algo poroso en lugar de encerrado. Por ejemplo, el sentido de personalidad está descrito como tener una “ausencia de límites y una falta del tipo de totalidad unitaria del ser que es característica de las psicologías occidentales del yo”. Esto refleja la comprensión Anlo-Ewe de ser en si mismo: “No estable, el ser es altamente cambiante, siempre en transformación”. Ellos también han sido descritos como que tienen una “indeterminación radical de la persona”. De acuerdo con esto, el bienestar es comprendido como dependiente de las transacciones entre el ser y los demás – transacciones que incluyen “el flujo de energía, materia, sustancias e información a través de muchos aspectos del mundo individual”. En resumen, el bienestar está sostenido por una relación dinámica.

No estamos tan interesados en la porosidad personal o intercambios de energía. Generalmente preferimos mantener al ser en su contenedor privado, mientras los Cinco Elegidos intermitentemente nos mantienen informados de lo que está sucediendo fuera de él. Pero los Cinco Elegidos proveen información sólo sobre un reino que podemos sentir. Hay otros dos reinos reconocidos por la neurociencia, que no son reconocidos por nuestra cultura popular y con frecuencia mínimamente reconocidos. 

La neurociencia organiza la sensación humana en tres categorías: exterocepción, propiocepción e interocepción. Exterocepción incluye todos los sentidos que nos informan sobre el mundo fuera del cuerpo, como nuestros Cinco Escogidos. La propiocepción nos dice dónde está el cuerpo en el espacio. La interocepción monitorea todo lo que está sucediendo dentro del cuerpo, y es mucho: sentimos el corazón, la respiración, el sistema inmune, hambre, tensión muscular, excitación sexual, signos emocionales desde nuestros intestinos (que a veces podemos llamar “sentimientos viscerales”), una vejiga llena – todo ello.

Geurts ha comentado que en nuestra cultura, los sentidos que hacen la interocepción parecen estar en desacuerdo “con una creencia profundamente sostenida de que algo puede ser considerado un sentido si y solamente si es una función corporal que provee conocimiento del mundo exterior”. La cultura Anlo-Ewe, por contraste, localiza el reino de los “sentidos internos”, o interocepción, al frente y en el centro. De hecho, la cultura no tiene una palabra que corresponda a la palabra Inglesa sense / sentido. En cambio ellos tienen una palabra que no tiene equivalente en Inglés y actúa como un meta-sentido que abraza categorías que nosotros mantenemos rígidamente aparte. Esa palabra es seselelame.

Un lingüista Ewe tradujo seselelame como “sentir-sentir-la-carne-adentro”. La palabra se refiere a lo que es percibido a través de las sensaciones del cuerpo. Puede referirse a la sensación de felicidad o pena dentro del cuerpo, o al frío, intuición, excitación sexual, caminar, al equilibrio, la sensación en el cuerpo de que estás enfermando, como también a los sentidos de ver, escuchar, oler, saborear, contacto físico o discurso. Todas estas sensaciones interiores – ya sean emocionales, sexuales, psíquicas, intuitivas, quinestésicas, sistémicas o sensoriales – son instancias de seselelame. Y solamente algunas de ellas son instancias de interocepción.

Seselelame incluye lo que llamaríamos exterocepción y propiocepción. Cada sentido es sentido en la resonancia del cuerpo. Los Anlo-Ewe no sólo escuchan los sonidos; ellos los sienten en el cuerpo. Así que mientras tenemos solamente los Cinco Elegidos – cada uno un exteroceptor que atribuye un límite alrededor del ser – los Anlo-Ewe tienen seselelame, un reino interior en el cual todo el mundo es sentido.

Desde la adolescencia he sentido gratitud a todas las culturas que me han ayudado a ganar perspectiva por mi cuenta. Sus únicas formas de comprensión de lo que significa ser humano me han ayudado a experimentar mi propia realidad más completamente. El subtítulo del libro de Geurts sobre los Anlo-Ewe, Maneras corporales de saber en una comunidad africana, es un ejemplo de ello. Nuestra cultura no reconoce realmente formas corporales de saber. En nuestro modelo, el cuerpo no sabe – la cabeza lo hace. Un antropólogo escribiendo sobre nosotros puede subtitular su libro Maneras corporales de reunir información cruda sobre el mundo exterior para que pueda ser retransmitido al cerebro todopoderoso y único y ser procesado allí. La forma en la que describimos el cuerpo – como algo que “tenemos”, como algo que “escuchamos”, como algo con “lo que tenemos problemas” – no es solamente una elección somática, habla al centro de cómo segregamos nuestro pensamiento de él.

Lo que el cuerpo sabe

Debido a que los sentidos activan nuestra inteligencia y nos orientan hacia el mundo, un conjunto selecto de sentidos privilegiará una cierta manera de atender a él. Cuando un niño aprende de su cultura el modelo de los sentidos, está aprendiendo cómo percibirse a sí mismo, a los demás y al mundo que lo rodea, como también a asignar un valor a todo. También está aprendiendo qué no sentir. En resumen, al enseñar a sus miembros un cierto conjunto de sentidos, una cultura les enseña cierta manera de ser.

El énfasis exclusivo en exteroceptores en nuestra cultura pone gran valor en lo que la cabeza sabe y rebaja por omisión lo que el cuerpo sabe. Ni siquiera nombramos ese reino interior del saber del cuerpo, excepto con un término neurocientífico oscuro. Ni comprendemos que el mundo exterior puede ser más íntimamente experimentado allí. Nuestra neurología ha sido moldeada para apoyar un sesgo expresado por Platón, quien encomió “el hombre que persigue la verdad aplicando su pensamiento al objeto puro e inadulterado, se corta a sí mismo tanto como es posible de sus ojos y oídos y virtualmente del resto de su cuerpo”.

John Coates un excorredor de Wall Street que se volvió neurocientífico, ha hecho cierta investigación seminal que cuestiona ese sesgo antiguo. En sus días en Wall Street, Coates había notado que habían momentos en los cuales él estaba identificando un buen negocio y “simplemente sabía cuándo iba a funcionar, había algo diferente respecto a ese tren de pensamiento. Me preguntaba qué era ese algo extra”. Como neurocientífico, regresó al piso de la bolsa para descubrirlo. Seleccionó a un grupo de comisionistas y los estudió mientras estaban en el trabajo. Midió tanto su respuesta corporal a un negocio en potencia y su valoración consciente sobre él. 

Descubrió que las respuestas del cuerpo – especialmente la liberación de cortisol, que es la hormona central del estrés – tenía una alta correlación con la volatilidad del mercado. Esto se mantiene verdadero ya sea que los corredores estuvieran perdiendo o ganando dinero, o simplemente mirando las pantallas, tomando la información. Por contraste, su valoración consciente del mercado no tenía correlación con su volatilidad o nada más de importancia que los investigadores pudieran identificar. Así que los cuerpos de los corredores estaban rastreando la volatilidad del mercado minuto a minuto sin que ellos siquiera fueran conscientes de ello.

Estaba claro para Coates que la mente preconsciente tenía una habilidad para procesar las claves del entorno que son indetectables para la mente consciente – y que esa mente preconsciente que sabe se muestra en el cuerpo. El ilustra esto al describir la experiencia de un corredor ficticio que llama Martin, un “atleta de la intuición de clase Olímpica”, que sentía un cambio en el mercado cuando miraba casualmente a las  pantallas: “sin ser conocido por el cerebro consciente de Martin, un temblor subsónico había sacudido al mercado y un choque de ondas irradiaba de las pantallas reverberando en la caverna de su cuerpo. Algo no está bien”.

Hay muchos ejemplos de que el cuerpo sabe algo, o el saber preconsciente de algo, antes de que la atención consciente lo haga. La reacción de muchos atletas depende de ello. Como reporta Coates, toma 100 milisegundos para que una imagen en la retina registre en el cerebro, entonces de 300 a 400 milisegundos para una evaluación cognitiva elemental, y entonces otros 50 milisegundos adicionales para un comando motor para ser comunicado a los músculos. Entonces nuestra reacción consciente más rápida es de cerca de medio segundo. Pero hay muchos atletas – velocistas, jugadores de cricket, boxeadores, jugadores de tenis – quienes confían en los tiempos de reacción de significativamente menos de medio segundo. Esas reacciones no son hechas conscientemente – surgen desde lo que el cuerpo sabe.

La investigación de Coates lo deja con una pregunta interesante: si el cuerpo del corredor rastrea el riesgo con más exactitud que su evaluación consciente, los corredores de alta frecuencia, que son más conscientes de sus cuerpos podrían hacer más dinero. Coates decidió hacer una prueba de esto. El enlistó algunos corredores y concibió un simple estudio comparativo para determinar su nivel de interocepción: ¿Cuán precisamente podían sentir los latidos de su corazón en el curso de un día sin monitorear sus puntos de pulso? Algunos simplemente no podían sentir el latido de su corazón y tenían que adivinar y otros podrían sentirlo bastante claramente. 

El estudio reveló dos resultados sorprendentes. Primero, los corredores con mayor sensibilidad a la vida interior de sus cuerpos habían hecho significativamente más dinero en el año anterior. Segundo, entre más años el corredor había trabajado, mayor su interocepción, como si el piso de operaciones estuviera seleccionando por ese rasgo. 

La investigación de Coates demuestra que tu ser como un todo que sabe ofrece una evaluación más confiable de la realidad de la que hace tu cabeza racional. Pura razón como declaró Platón excluye las sensaciones del cuerpo. Pero lo que sabe el cuerpo incluye lo que resuena a través del Presente también como experiencia, razón, conocimiento, memoria, habilidades y comprensión. Lo integra todo. Así que alguien que llega al piso de operaciones por primera vez, sin embargo en contacto con su cuerpo, no tendría una clave sobre el riesgo de una operación, pero un corredor confiando en su cabeza y fuera de contacto con su cuerpo podría estar igual de despistado. 

Los descubrimientos de Coates son potencialmente un cambio de paradigma. Como observó, “dentro de la economía, hay una creencia en que deambulamos con este supercomputador en nuestras cabezas que no está siendo afectado por el cuerpo y que tiene la habilidad para calcular retornos, probabilidades y la locación optima de capital. Pero por supuesto, la ciencia no soporta nada como esto. Esa creencia es prevalente no solo en economía, sino en nuestra cultura en general: hemos sostenido que la razón es nuestra suprema facultad y que los sentimientos no sólo son secundarios sino subjetivos y engañosos.

¿Durante cuánto tiempo hemos suscrito a esa creencia? Si regresas a la filosofía griega temprana, en el período entorno a 500 a.C., encontrarás a Parménides, que es generalmente reconocido como el ancestro formativo más antiguo en la genealogía de la filosofía Occidental. Parménides emitió una advertencia que hemos escuchado desde entonces: No confíes en tus sentidos – ellos te engañarán. ¡Solamente la razón puede llevarte a la verdad! Ahora, 2500 años después, Coates ha demostrado que, incluso en un entorno altamente abstracto, lo que los sentidos nos dicen – especialmente los interoceptores – es más confiable que nuestro razonamiento consciente.

Este es un tiempo muy largo para nuestra cultura haber dado su lealtad a una suposición errónea y ha precipitado una manera extraña de ser que aceptamos como normal. Hemos casi perfeccionado la separación de nuestro pensamiento de nuestro ser, nuestra consciencia de nuestro cuerpo y nuestro sentido de ser del mundo. Nuestro sesgo por lo que la cabeza sabe habitualmente nos distancia de la verdad personal de nuestro ser y nos orienta en cambio a las abstracciones de estatus, dogma, dinero, control y seguridad.

En nuestra cultura habitualmente subyugamos los sentidos para servir al deseo de la cabeza de obtener conocimiento objetivo sobre el mundo que nos rodea (por ejemplo “esa casa es roja. Este es un árbol de maple”). Tal información requiere percepción y clasificación; no requiere sensación. No tenemos que sentir el rojo de la casa por ejemplo. El conocimiento objetivo es conocimiento desencuerpado. En nuestra búsqueda típica para comprender el mundo objetivamente, el cuerpo es una idea tardía. 

No creo que será posible sanarnos a nosotros mismos en la totalidad – para sentir la realidad y acuerdo con ella – sin aumentar los Cinco Elegidos con un nuevo conjunto de sentidos. Necesitamos recuperar lo que el cuerpo sabe. Necesitamos despertar a las percepciones que, como Coates lo dice, reverbera en “la caverna del cuerpo”. Sentir esas impresiones del mundo viviente dentro de la carne es el primer paso necesario si vamos a entrar en armonía con ella.

Los Anlo-Ewe no animan a aislar los sentidos que reconocemos como exteroceptores de la experiencia del cuerpo – su cultura les alerta para las vistas, los sonidos, aromas, sabores y sensaciones del mundo pues son sentidas a través del cuerpo: “sentir-sentir-la-carne-adentro”, como seselelame es traducido literalmente. Pero ellos también reconocen lo que significa ver o escuchar independiente de la inteligencia del cuerpo. Esia kple to, por ejemplo, significa “escuchar con el oído”, pero esa experiencia de escuchar es distinta de la experiencia de escuchar seselelame. Seselelame es una sombrilla o “el mayor” sentido que siente la realidad reverberar a través de “la caverna”.

Seselelame no sólo lleva la atención a las sensaciones del cuerpo como una combinación o selección de sentidos separados – es un despertar al mundo, holístico, sintetizado, no categórico, subjetivo como es percibido a través del cuerpo. Coates nos invita a reconocer que “el cuerpo y el cerebro actúan como una unidad funcional única, que ellos forman un reflector parabólico que recoge señales inaccesibles para la mente consciente”. Reconocer que es simplemente reconocer que el todo de tu inteligencia es más astuto que cualquier porción particionada de lo que podría ser.

Así que considera por un momento lo que podría significar no simplemente ver con tus ojos, sino sentir la visión del mundo en tu cuerpo. O no solamente escuchar con tus oídos sino sentir los sonidos del mundo en el centro de tu ser, sutilmente sintonizándote con el Presente. Cuando el cuerpo “conoce al mundo” de esta forma, no está confiando en las abstracciones del lenguaje: su conocer es no verbal, sin intermediarios y directo. Su pensamiento es sensacional. La carne es experimentada como un medio que resuena no solamente con el mundo que le rodea sino al mismo tiempo con cada corriente de tu pensamiento – consciente y preconsciente. A medida que honras las sensaciones del cuerpo cada vez más, las comprendes cada vez más hasta constituir un lenguaje de pensamiento que es distinto de cómo conoce la cabeza. Lo que el cuerpo conoce está basado en una claridad paciente que te facilita actuar desde la completud de tu ser. Pero ese conocer es inaccesible – y puede también no existir – cuando ha sido eclipsado por la inteligencia de la cabeza contraída, atada a la ansiedad y arremolinada.

Nuestra herida primaria (pag.23)

Estamos fuera de práctica con el conocimiento encuerpado – así que puede ser difícil al comienzo apreciar cuán radicalmente diferente es del hábito de conocer que nos hace sentir separados del mundo. Si pruebas simplemente con tu lengua, por ejemplo, entonces una donut puede saber buenísimo – eso es precisamente lo que ha sido  diseñado para hacer por personas que viven en sus cabezas. Si lo pruebas y permites que toda la inteligencia de tu cuerpo esté presente a la experiencia, puede que el donut quede sin comer.

Porque nuestra cultura pone mucho valor en lo que sabe la cabeza y muy poco en lo que el cuerpo sabe, tendemos ya sea a restarle importancia o pre-organizar lo que estamos sintiendo. Juzgamos, calculamos, modificamos, planeamos, anticipamos y estrategizamos en respuesta a lo que está sucediendo a nuestro alrededor; y puede que escasamente notemos la incomodidad creada por nuestra obsesión febril  de saber lo que está sucediendo en lo abstracto sin sentir lo que está sucediendo en el Presente. Lo que sostiene esa obsesión es un miedo sobre lo que podemos perder si permitimos que nuestra consciencia llegue a reposar en el cuerpo y a sintonizar con el Presente. Renunciar a nuestra vigilancia abstracta, nos decimos a nosotros mismos, significaría perder el control. Y de hecho, en parte tenemos razón: significaría perder la ilusión de control. Entonces aunque apreciamos el mandato “vivir en el Presente”, nuestra sola y única forma de conocer pone las ideas abstractas a cargo para tratar de llevarnos allí. Similarmente, incluso cuando afirmamos la importancia de nuestras emociones, el supervisor interior a menudo está ocupado ayudándonos a sentir las “apropiadas”.

En lugar de enseñar “siente-siente-la-carne-adentro” estamos enseñando “piensa-piensa-dentro-de-la-cabeza”.

Vivir tus días en el conocimiento abstracto de las cosas en lugar de estar dentro de la compañía íntima del mundo, promueve una sensación de desconexión y ansiedad, y es consistente con un cisma subyacente en nuestra cultura: la separación de tu pensamiento de tu ser. Ser criados en nuestra cultura es cargar esta herida en tu interior hasta cierto grado. Está tan arraigada en la Historia que aceptamos que es un hecho de la naturaleza humana: pensar y sentir están separados. Llegamos a creer que nuestro pensamiento será más claro si nos desconectamos del ruido de las sensaciones del cuerpo. Esta creencia está inculcada en nosotros sistemáticamente en nuestra niñez. De todas las lecciones que aprendemos en el sistema escolar público, la primaria es a someter las energías del cuerpo y maximizar la facilidad de la cabeza para  manipular información verbal y simbólica. 

Cuando consideras las demandas puestas sobre un niño por nuestras instituciones primarias y secundarias, esta lección tácita se vuelve clara. Típicamente se requiere que el niño se siente quieto en el pupitre por horas, durante cinco días a la semana, durante casi diez meses del año, durante doce años. Es un ambiente en el cual las sensaciones de ser – su energía e inteligencia – son consideradas cargas excepto en temas no académicos y secundarios como gimnasia, teatro o música. En otro lugar, la lección primaria es inequívoca: si puedes llenar tu cabeza con información y aprender a recuperarla exitosamente, si puedes dar atención al profesor al frente de la clase y poner el pensamiento de tu cuerpo a dormir; y si puedes aprender a habitar y animar ese reino abstracto en lo algo de tu cuerpo dormido; si puedes hacer todo eso, estás en tu camino al éxito. Si no puedes cumplir con esas demandas, te arriesgas a ser penalizado  con notas bajas y disciplinado para corregir tu comportamiento. 

Alimentar seselelame no se ve por ningún lugar en nuestra educación formal de los niños. En lugar de “sentir-sentir-la-carne-adentro”, estamos enseñando “pensar-pensar dentro-de-la-cabeza”. Esto es, sin discusión, pienso, la lección primaria en el salón de clases, el curriculum y la institución de educación inferior que hemos diseñado inculcar. Estamos enseñando a nuestros niños que es mejor pensar con una porción de sus seres que pensar con la totalidad de sus seres. Esta campaña ha sido tan exitosa que la mayoría de adultos en nuestra sociedad, me parece, ya ni siquiera saben qué es experimentar el pensamiento de todo su ser. “pensar-pensar-dentro-de-la-cabeza” ha divorciado tan efectivamente nuestro pensamiento de nuestro ser que son experimentados como entidades tan separadas y a veces antagónicas.

Tal vez el resultado más dramático de ese divorcio es que nos ha separado de la comprensión central de todo lo que el cuerpo sabe: la comprensión de que pertenece al mundo, expresa el mundo, es sostenido por el mundo y comparte en todo lo que sucede al mundo. Ese conocimiento vive en cada una de nuestras células y es una verdad demostrable en cada nivel. Cuando nuestro pensamiento se desprende del cuerpo, se corta a sí mismo del conocimiento encuerpado, entonces llegamos a sentir y a creer que somos superiores para el mundo y distintos de él y que el destino de la humanidad de alguna forma está sellado y es independiente de esa vida sobre la tierra. Este engaño es capaz de condenarnos – y es una consecuencia directa de nuestra elección de pensar-pensar-dentro-de-la-cabeza.

El límite y el Presente sin límites (pg.26)

Si la segregación de nuestro pensamiento de nuestro ser es la herida primaria de nuestra cultura, también va en gran medida desapercibida. Como seselelame, “ser” no ocupa mucho nuestra atención. Raramente hablamos de ello. Así que alguien enfrentando un problema no es animado típicamente para sentir con toda la inteligencia de su cuerpo- es animado a pensar el problema a través de distintas perspectivas y encontrar una solución. “lo que la cabeza sabe” se hace cargo y “lo que el cuerpo sabe” es ampliamente puesto en segundo plano.

Otra razón por la que tendemos a pasar por algo la herida entre pensamiento y ser es que nuestra comprensión de “ser” es tan contraída – de acuerdo con nuestra limitada idea de “ser” o de los sentidos. Si podemos movernos más allá de estos confines condicionados – si podemos sentir las iluminaciones del “ser” en lugar de simplemente su sombra – finalmente no sensibilizaremos para un mundo diferente. Y pienso que como individuos anhelamos eso: abrirnos a la vida y sentirla en lugar de contenernos a nosotros mismos bajo el control hasta que descubramos cómo responder.

Cuando nuestro pensamiento se contrae de nuestro ser, se lleva nuestra sensación de ser con él. Lo que experimentamos como “el yo pensante” se retira dentro de un límite – el mismo límite que es tan esencial para nuestro sentido cultural de identidad personal que está confirmado por los Cinco Elegidos, y por nuestra idea de que el discurso es un sistema de entrega, y por nuestra insistencia de que la cabeza debería estar a cargo. Pero ahora la naturaleza de ese límite se vuelve un poco más clara: su función es en realidad separar nuestro pensamiento de las sensaciones de nuestro ser – lo que también separa efectivamente nuestro pensamiento de la presencia del mundo. Lo hace disminuyendo el flujo de energía en el cuerpo con patrones de tensión sostenida en sus tejidos. Cuando la energía no fluye, no puede informar.

Entonces, la tensión disminuye la sensibilidad. Configura el límite del ser en la forma en que la tensión superficial sostiene una gota de agua. Tu ser es sostenido realmente  en su realidad por el mundo al que pertenece – pero cuando tu tensión superficial interrumpe tu sensibilidad a ese abrazo, creas tu propio contenedor: diseñas y recitas una historia sobre “quién sabes tu mismo que eres” e intentas encerrar la realidad de tu ser dentro de esa historia. Cuando te comprometes con esa historia, no necesitas experimentar quién eres – el seselelame de quién eres. No necesitas tu ser. Tu pensamiento puede  arreglarlo todo.

La experiencia de ser está afiliada con el sentimiento. La experiencia de pensar está afiliada con saber. El conocimiento tiene un límite, una frontera, es discreto y circunscrito, tal como el ser limitado que crea. Para creer que puedes conocer el mundo o conocer al ser, es negar la totalidad de cada uno, pues la totalidad no tiene límites. El presente es de manera similar sin límites. No puede ser objetificado. Nunca será una entidad conocida. No es algo dentro de lo cual puedas razonar a tu manera, intentar puedes. Las prácticas que te facilita estar presente son prácticas que te llevan de vuelta al cuerpo y a lo que es sentido a través del cuerpo. Hay prácticas que te levan más allá de la herida de separación dentro de una experiencia de realidad continua. Tu cuerpo tararea al presente – mientras te haces consciente de ello, sientes el presente viviendo en tu interior. Cuando esto está encuerpado de esta forma, todo sentido de separación se desvanece. El presente encuerpado es el Presente vivido.

Cuando te giras del Presente encuerpado, tu pensamiento entra en un reino alterno que representa al mundo simbólicamente, abstractamente y teóricamente. Este reino consiste en “lo que la cabeza sabe”. Pero es importante reconocer que lo que la cabeza sabe tiene sus raíces en el conocimiento encuerpado y que nuestra impresión de que el conocimiento abstracto no le debe nada al cuerpo, es ilusoria. 

Por ejemplo, puedes mirar alrededor de una habitación y ver una silla, una puerta,y un pocillo y saber que son, pero tu conocimiento está basado en lo que has descubierto a través del cuerpo. Sabes cómo se sentiría el pocillo en tu mano, su  contacto un poco fresco, la suavidad de su cerámica, el peso ya sea vacío o lleno y cómo se sentiría llevarlo a tus labios. Lo mismo se sostiene para la silla y la puerta. Ocasionalmente la base del de conocer del cuerpo es traicionada, como puede suceder si levantas una roca de papel maché esperando que sea real. Louise Barrett explica la dependencia inseparable del cerebro del cuerpo en su libro maravilloso Más allá del cerebro: “la mayoría de nuestro entendimiento del mundo está fundado en – y construido desde – nuestra habilidad para actuar en el, así que incluso las ideas más abstractas (sin excluir el pensamiento matemático, conforme algunos autores) refleja lo que nuestros cuerpos pueden alcanzar físicamente”.

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El cuerpo como resonador

Si deseamos iluminar la manera en que el cuerpo conoce, ayudaría identificar algunos sentidos con los que nacemos y son desatendidos por nuestra cultura. Hacerlo crearía la elección donde no teníamos ninguna antes. Por ejemplo en Nuevo Ser, Nuevo Mundo, identifiqué un sentido llamado “espacio-cepción”. El nombre está basado en la palabra propiocepción, un sentido que te dice dónde está tu cuerpo en el espacio. La espacio-cepción te dice dónde está el espacio en tu cuerpo.

Por ejemplo, si estás caminando a lo largo de una playa una mañana  despreocupada, el sol calentándote mientras una brisa gentil se desplaza a través de las olas, es probable que experimentarás una sensación de comodidad y espaciosidad – no solamente en el mundo que te rodea, sino dentro de tu cuerpo y también dentro de tu vida. Por contraste, si estás peleando en el tráfico, corriendo tarde a una reunión, la sensación de espaciosidad en tu cuerpo probablemente se contraiga, creando una sensación de constricción, opresión y presión.

La espaciocepción es un sentido con el que todos nacimos. Todos pueden sentir cuando su cuerpo está congestionado con tensión y todos sabemos la diferencia cuando alberga una espaciosidad interior amplia, abierta y cómoda, disponible al mundo. Sin un nombre para ese sentido, sin embargo, es probable que permanezca sin notarse. Si permanece  inadvertido, careces de elección en la materia. Tan pronto como lo identificas  puedes comenzar a notar el cuerpo en una nueva luz. Notas que la espaciosidad se siente mejor y puedes aprender cómo liberar el cuerpo para reclamarla cada vez más. A medida que deshaces las tensiones y los patrones que ahogan tu espaciosidad, tu sensibilidad al presente crece hasta que hay espacio dentro del cuerpo para que viva todo el mundo. Cuando el cuerpo se abre al presente de esta forma, el mismo acto de sentir es también un acto de conocerlo, sin ninguna necesidad de categorizar u objetivizar. Simplemente vive en su completitud y su intimidad sutil, susurrando invitaciones sin palabras. Esta es la manera de conocer del cuerpo.

Puedes ganar más claridad en la manera de conocer del cuerpo si vuelves a la imagen de una campana. Una campana resonará los sonidos que la rodean – y lo que hace esa sintonización resonante posible es el espacio interior. Si llenamos la campana con bolas de algodón, esto apagará su resonancia y no sonará más. Experiencialmente, el cuerpo es una campana. su inteligencia resuena a medida que  las energías del todo al que pertenece la atraviesan. Cuando sientes el ser de alguien, cuando la visión de una hoja temblante toca tu centro, cuando el sonido de una cascada resuena en lo profundo de tu interior, estas resonando a esa experiencia y comprendiéndola a través de esa resonancia. Comprendes sin palabras, no objetivamente ni de manera abstracta sino a través de la resonancia de tu ser. El cuerpo es un resonador, sintonizando con las energías del mundo, las conoce.

Las bolas de algodón con las que puedes llenar una campana tienen su equivalente en el cuerpo. Cualquier cosa que mantenga al cuerpo en división – cualquier tensión que lo compartimentalice, cualquier parte de él que esté cerrada al mundo, cualquier parte de él que esté apagada con descuido – efectivamente ahogará su inteligencia al comprometer su espaciosidad. Una vez la espaciosidad del cuerpo está comprometida, pierde su resonancia. Cuando su inteligencia no puede estimularse con las energías del Presente, el Presente no será sentido y entonces su guía puede muy bien no existir. Cuando estas cortado de la guía del mundo, estás obligado a asumir la tarea interminable de guiarte a ti mismo. El ego aislado se hace cargo y comienza a Supervisar (una palabra que literalmente significa “mirar desde arriba”). Siempre que una parte del ser está supervisando a las otras partes, estarás encerrado en la división y fuera de la totalidad.

Una vez comprendes la espacio-cepción como un activo fundamental para estar presente, es instructivo notar en cuántas formas contraviene lo que nuestra cultura considera un sentido válido. La espacio-cepción disuelve el límite entre el ser y el mundo, permitiendo lo que está afuera vivir adentro – permitiendo que el Presente sea encuerpado. Pone tu atención en lo que es sentido dentro de la inteligencia del cuerpo – poniéndolo en el reino de seselelame, para lo que el Inglés no tiene equivalente. La espacio-cepción no tiene un órgano de sentido identificable – ni un mecanismo para recibir un estímulo y transmitirlo para interpretación de la cabeza. De hecho, la espacio-cepción del cuerpo no puede ser notada si nuestra consciencia está bloqueada en la cabeza, solamente puede ser sentida y experimentada dentro del cuerpo. Como tal, despertar tu sentido de espacio-cepción puede cubrir el trabajo fundamental para una reconciliación entre tu pensamiento y tu ser.

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pg.65

Vivir con una inhabilidad para sentir la totalidad nos deja fundamentalmente mal equipados para conocer la realidad. Esto ha  engendrado un amplio rango de  ideas equivocadas. Ya  hemos visto los efectos de nuestra ceguera del todo tiene en cómo percibimos el mundo, que es ampliamente privado de las relaciones sentidas ofrecidas por seselelame. Hemos visto cómo ha contribuido a una creencia en la independencia personal. Hemos visto cómo pavimenta el camino para sentir alienación, desconexión y soledad. Pero esto escasamente raspa la superficie del problema. Como veremos en los siguientes capítulos, la ceguera del todo también nos lleva a malinterpretar la naturaleza de libertad personal y de nuestra propia inteligencia. Esto nos ha llevado a   entender mal la evolución como la “supervivencia del más competente” y a sentir justificado el aplicar ese criterio a los más vulnerables en nuestra sociedad. Esto ha generado comprensiones corruptas de éxito y auto-conocimiento. Esto nos ha llevado a hablar de nuestros primos evolutivos como “recursos” y pensar del mundo natural como un supermercado para ser saqueado por beneficio. La ceguera del todo ha creado un modelo para comprender el mundo que nos desvía desesperadamente y al mismo tiempo empobrece las mismas facultades que directamente nos informaría sobre nuestra situación: habiendo privado a la carne viva del cuerpo de su inteligencia resonante, disfraza ese estado como normal.

Vamos a tomar el último punto primero y comenzar a desempacarlo. Cuando careces de holo-sapiencia, ves partes. Hay una larga tradición, especialmente en Occidente que mira a los seres humanos y ve dos partes principales: la mente y el cuerpo. Esta tradición nos ha llevado a referirnos a la cabeza como algo diferente al cuerpo (pues esa es nuestra experiencia desconectada), tal como hablamos del humano como algo diferente a un animal (pues esa también es nuestra experiencia desconectada).

¿Qué tan vieja es esa tradición? Un tiempo en torno a 360 antes de Cristo Platón se refirió a cómo los dioses nos hicieron: primero ellos dieron forma a la cabeza como una esfera divina, basada en las esferas de los cielos y entonces crearon un cuerpo para proveerla de un vehículo conveniente. Descartes estrechó la región del ser pensante a la glándula pineal en el cerebro y creyó que ella dirigía al cuerpo en la manera en que un ingeniero podía operar una maquina. Un libro best-seller de 2014 por el renombrado neurocientífico D. F. Swaab llamado “Somos nuestros cerebros” es una adición moderna a esta extraña tradición. En él Swaab anuncia que todo sobre nosotros – quienes somos, lo que creemos y cómo actuamos – está determinado por lo que sucede en el cerebro. En cuanto al cuerpo, Swaab aclara para nosotros que sirve par tres propósitos: mover al cerebro, alimentarlo y reproducirlo. En otras palabras, presenta al cuerpo como una marioneta de carne dirigida por el cerebro en la parte de arriba.

Las personas que han tomado la tarea de Descartes de crear la dualidad mete /cuerpo - pero Descartes simplemente estaba poniendo en palabras lo que ya estaba siendo experimentado, como fue Platón. De hecho, la evidencia sugiere que, como los aborígenes en la jungla que describió D. T. Suzuki, las culturas europeas tempranas también acostumbraban “pensar con nuestros abdómenes”. Pero la transición desde los las culturas cazadoras recolectoras a las comunidades agricultoras de la Revolución Neolítica profundamente cambiando nuestras relaciones con el mundo y nuestra manera de pensar.

Por ejemplo, tan pronto como tu tomaste la semilla y la plantaste en la tierra, dividiste la unidad del mundo. De repente un pedazo de tierra que contiene semillas se convirtió en “mina”. La planta creciendo al lado se convirtió en maleza. Los animales son etiquetados como alimañas si ellos amenazan con comer tu planta. El árbol que pone tu planta en la sombra necesita ser cortado. Pero como nuestro uso de la semilla dividió al mundo, también nos dividió a nosotros. Con el comienzo de la Revolución Neolítica nuestro centro de consciencia dejó el polo femenino en el vientre – incluso como nuestra cultura se alejó de la diosa de la tierra; y se levantó hacia el polo masculino del hacer en la cabeza – incluso como nuestra lealtad cambiaba a los dioses en el cielo. Nuestro pensamiento estaba dividido de nuestro ser.

Vivimos con esa división aún y en nuestra ceguera del todo hemos creado ficciones con nuestro lenguaje para reforzarlas. Por ejemplo, comúnmente hablamos de la división cuerpo / mente. Imaginamos que podría ser tal cosa como un cuerpo sin una mente. Pero el cuerpo no es un títere de carne sin cerebro, no hay una célula viviente dentro de él que no participe en su pensamiento. El único cuerpo sin mente que podemos señalar es uno reposando en una morgue.

Nuestra ficción cultural de que el cuerpo no tiene mente disminuye drásticamente cualquier oportunidad de reconciliación de la división muy real entre nuestro pensamiento consciente y nuestro ser pensante. ¿Porqué debería un cerebro todo-poderoso dignarse a entrar en un compañerismo con la carne no pensante? Y entonces nos sentamos en nuestras cabezas y nos recordamos a nosotros mismos escuchar al cuerpo o notar nuestros sentimientos. 

La división que heredamos de la Revolución Neolítica no es una división mente /cuerpo – es una división mente /mente. Hemos dividido el pensamiento abstracto de la cabeza del pensamiento sensacional presente, conectado profundamente del cuerpo. Si la esquizofrenia es ligeramente una “mente dividida”, entonces la manera de estar con lo que nos hemos habituado puede ser comprendida como esquizofrénica: alienados de la realidad, obsesionados por fantasías y conducidos por antojos no examinados. Habiéndonos exiliado nosotros mismos de la totalidad no podemos ser orientados por ella. Ni siquiera sabemos que está allí.

El lenguaje que hemos usado para hablar sobre la división ficticia cuerpo / mente  ha sembrado su narrativa en nuestra misma manera de ser. Encontramos este punto de vista presentado de manera entusiasta en el éxito en ventas internacional de Swaab, Somos nuestros cerebros. El mismo título de su libro sanciona la herida más profunda en nuestra cultura – y al mismo tiempo, se siente bien para nosotros: afirma nuestra historia de lo que significa ser humano, conforma con nuestra experiencia dividida del ser y refuerza nuestra relación construida culturalmente con nuestros cuerpos. Porque el libro da cierta expresión creíble a esa relación – Swaab ha ganado una reputación como neurocientífico bien merecida – vale la pena comprender el libro como un espejo de nuestra cultura y escrutinizarlo como tal. Su premisa básica no es creación de Swaab – vive en todos nosotros. 

En nuestra cultura la palabra “científico” es considerada sinónimo de “verdad”. Por supuesto el método científico aísla deliberadamente fenómenos par a identificar hechos categóricos y abstractos, lo cual es lo suficientemente útil. 

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La sintonización de un jugador de tenis con todo esto y más muestra una diferencia final e irreconciliable entre una inteligencia humana encuerpada y un computador. Un jugador de tenis está sintiendo, no computando. Cuando tu oponente golpea una bola, no estás midiendo su velocidad, ni calculando su trayectoria,  teniendo en cuenta su arrastre y giro y haciendo los cálculos necesarios para predecir dónde aterrizará y cómo rebotará. Como Joan Coates aclara, no hay suficiente tiempo para dichas evaluaciones conscientes. En cambio, sientes cómo la bola fue golpeada y te mueves en respuesta a su vuelo. Esta clase de inteligencia comprometida no existe en los computadores porque reposa en la sensibilidad fundacional provista por Seselelame: lo que es percibido a través del cuerpo.

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En nuestro anhelo de experimentar la realidad, entonces, podemos estar inclinados a sentarnos dentro de la cabeza y notar la respiración y las sensaciones el cuerpo y los particulares del mundo más allá del límite del ser. Ser los recipientes de dicha información del mundo afuera de la cabeza, creemos que estamos presentes para ese mundo. De hecho, sin embargo, si ese es tu estado, te has exiliado a ti mismo del reino de Seselelame, que siente la presencia del mundo en el mundo de la carne viva. Seselelame es donde la totalidad es sentida –y la naturaleza, en todo su profusión vertiginosa, diversa e incansable de formas, conoce solamente la totalidad. Todo dese el gran tiburón blanco hasta la mota de polvo interestelar, la mirada de un niño se manifiesta y es manifestada por el todo – tu también. Como he dicho, la “totalidad” y la “realidad” son dos caras de la misma moneda. Encuentras una y has encontrado la otra. Así que si quieres vivir en realidad, tu tarea es bastante directa: tienes que vivir con una consciencia del todo. 

La totalidad es incognoscible. No tiene un sentido objetivo; no puede ser “atrapada” en la forma en que “atrapas” un concepto. He comparado la totalidad del ser con un remolino sostenido por el río del mundo fluyendo a través de él. Tu respiración es la respiración de los arboles fluyendo a través de tu cuerpo y haciendo parte de él. Tu aliento es la vida del mundo fluyendo a través del cuerpo y convirtiéndose en tu vida. La energía del mundo fluye a través de tus sentidos, nutriendo tu ser. Y todo ello fluye fuera una vez más, transformado. La totalidad no se aferra a nada, porque forma parte de su fluidez eterna. 

Entonces “presencia” se te es regalada cuando permites la energía del momento filtrarse a través de tu ser tal como la sientes directamente – tal como la aguja en la ranura de un LP tiembla con la energía de la orquesta. Si el tornamesa deja de rotar, la aguja es arrestada en medio de esa energía y se silencia. De manera similar, si intentas  detener el Presente y aferrarte a él, la música del todo se silencia, y eres dejado con los pedazos y piezas de tus conceptos estáticos sobre ella.

El conocimiento objetivo de algo provee un atajo que te alivia de la necesidad de sentirlo. Si quieres estar a cargo, quieres ese mundo arrestado de atajos – pues los sentimientos son sujetos notoriamente mal adaptados para el control.

Nuestro deseo de aferrarnos, de detenernos, de agarrar o absorber sentido se mostrará como una tensión en nuestros tejidos. Detenemos nuestra energía para congelar el mundo. Cualquier tensión constituye una forma de resistencia al presente. Incluso  imaginando dos realidades separadas – un mundo interior y uno exterior – crea resistencia al Presente en el cuerpo. En nuestra cultura, tendemos a pasar nuestros días así: en un cuerpo que sutilmente – o no- se aprieta contra el total en el cual  permanecemos. 

Cuando te suavizas en el Presente, suavizas en el todo. Te rindes a él así que la realidad fluida de lo Que es puede tocar tu centro y vivir allí: clara, tangible, resonante. Cuando eso sucede – cuando restauras la consciencia de tu centro con el contacto íntimo del Presente – la sensación que tienes no es que estás “viviendo en el presente”. En cambio, tu experiencia del presente viviendo en ti –que por supuesto, siempre lo hace. La intimidad vívida, sin palabras con que lo sientes sintoniza tu centro con su amabilidad y guía. Es encuerpado. Esa experiencia de “el presente viviendo dentro de ti” es el foco de mi trabajo y es por esto que lo llamo el Proceso Presente Encuerpado o TEPP.

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Pero considera la premisa subyacente. Dice que puedes lograr armonía imponiendo las decisiones de arriba-abajo correctas en tus acciones. Pero es la agenda de control que te sacó de la armonía en primer lugar. No puedes lograr armonía imponiendo orden – son opuestos. Tampoco puedes lograr Seselelame, o sensibilidad, o holo-sapiencia con las decisiones correctas de arriba abajo. Cada una requiere la sumisión auto-lograda modelada por el héroe.

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Esa contracción de tu espaciosidad interior es la primera bandera roja para las abstracciones. Si tu notas que sucede, el problema que enfrentas es cómo rendir las consolidaciones interiores vigiladas de la energía del cuerpo a la espaciosidad del presente. Es allí donde la sumisión amorosa a la vida del héroe mitológico te toma: el cosecha su reino personal – el reino de Seselelame – al presente consciente, que él puede traer de vuelta a su remembranza de si mismo. La sumisión del héroe es realmente la cosa más ordinaria en el mundo. Simplemente puesto, una rendición al Presente es una rendición a lo ordinario. Si das la bienvenida al Presente ordinario en la espaciosidad de tu ser, comienzas a experimentar la gracia ordinaria de tu ser – en toda su maravilla y comodidad intima. Experimentas la sensación inefable de que estás aquí y ahora serenamente, fácilmente, inequívocamente, sostenido en la consciencia atemporal de todo lo que está sucediendo.

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En los capítulos anteriores hemos visto que la indiferencia de nuestra cultura hacia la totalidad está embebida en el ADN de la historia que nos cuentan sobre lo que significa ser humano. Así está en el Diccionario de Inglés Oxford, lista 171476 palabras en  uso – y aún sólo hay una que comienza a describir el reino personal, resonante, consciente del reino de sentir-sentir-la-carne-adentro: “interocepción”, un término que es tan poco visceral, fríamente científico y poco común para confirmar simplemente la falta de interés de nuestra cultura. Tampoco el termino reconoce que la palabra puede ser sentida en ese reino personal, como lo hace Seselelame.

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Es natural entonces que cuando nosotros en Occidente vamos a “hacer algo” a menudo contraemos nuestra consciencia en primer plano del ser, concentrándonos en la tarea a la mano. Esto efectivamente desconecta nuestra atención del trasfondo del “ser” – un trasfondo que incluye el reino del Seselelame y el presente ordinario que es conocido allí. En el Este hay un principio fundacional que da forma al Taoísmo, Zen, artes marciales, artes visuales y las artes del performance: ser viene primero. No estrechas tu foco para obtener que algo sea hecho, sino que lo dilata en el presente, entonces lo que sea que haces está arraigado adentro, guiado y apoyado por ser. 

Cualquiera viendo un video da su atención a él primariamente para encontrar sentido en él. El sentido es creado por los términos y sensibilidad de la historia personal de alguien, que está dramáticamente afectado por la Historia de su cultura. En general los Asiáticos orientales encuentran la sensación en una situación a través de las relaciones que lo iluminan, y los americanos lo encuentran mediante intervención individual que expresa lo mismo en hacer. Entonces los americanos mirarán el video para ver quién está haciendo qué, los Orientales Asiáticos miran para ver dónde qué está sucediendo.

Cuando comienzas a comprender cómo tu experiencia del mundo es moldeada por la historia de tu cultura, puedes comenzar a discernir dónde selectivamente insensibiliza tu habilidad para ver y sentir y comprender. En otras palabras, llegas a apreciar dónde compromete tu totalidad. Haciéndote consciente de dicha limitación puedes elegir trascenderla.

Habiendo sido criado y moldeado neurológicamente por la versión Occidental de la historia, he trabajado la mayor parte de mi vida para desafiar sus limitaciones. Mi objetivo no era nunca convertirme en Oriental o Africano o aborigen – solamente más humano, más vivo para el mundo. Comprensiones, tradiciones espirituales y artes de otras culturas me han ayudado a suavizar divisiones heredadas y límites que compartimentalizaron mi vida. Parte de este proceso ha involucrado permitir el “trasfondo” del mundo moverse cada vez más hacia el primer plano de mi atención. Mientras esto ha sucedido, he llegado a comprender cada vez más y experimentar mi ser como mi experiencia del Presente – sostenida en su misma existencia por la compañía de todo lo que me rodea. De hecho, ya no puedo encontrar una división significativa entre el Presente y mi “ser”.

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Aunque tu no puedes mapear el viaje a la totalidad, es posible describir puntos de referencia dentro de la inteligencia del cuerpo – rasgos de la caverna en la cual el viaje a la totalidad guía. El término espeleología significa el estudio de las cuevas. Considera su constitución, formas de vida y estructuras. La espeleología parece un termino apropiado para describir un viaje de exploración en la constitución, vida y estructuras que reposan dentro de la caverna de la inteligencia del cuerpo. Su espaciosidad permanece ampliamente inexplorada por nuestra cultura – pero es dentro de esa espaciosidad que la inteligencia del cuerpo vive mano a mano con la del mundo: el reino de Seselelame. Este capítulo, entonces, emprenderá una espeleología de la inteligencia del cuerpo.

Sintiendo el todo

Una experiencia de totalidad es una experiencia del cuerpo del mundo. Puedes sensibilizarte al cuerpo del mundo en diferentes formas – cada una un pequeña rendición. Puedes permitirte a ti mismo hacerte permeable a la vitalidad del mundo que te rodea y sentir cómo esa vitalidad sostiene tu vitalidad. Puedes descansar tan profundamente en el nodo quieto dentro de ti que lo sientes arraigado en los intercambios sensibilizados de consciencia mutua. Puedes permitir la experiencia de tu mente para escapar del silo de la cabeza y sintonizar con una inteligencia emergente que nunca comprenderás sino que siempre está allí para ser sentido. Puedes también experimentar la liberación de tus energías en el Presente, que pueden deleitar en el juego de su armonía y coherencia. Cualquier rendición que te sensibiliza al cuerpo del mundo te sensibiliza para la totalidad.

La naturaleza de tu habilidad para sentir la totalidad es parecida a tu sentido de equilibrio y es igualmente dependiente de Seselelame. Cuando tu encuentras tu equilibrio, ¿qué estás sintiendo? ¿la gravedad? no podemos señalar la gravedad directamente: no existe como un estímulo o una cosa. Ni siquiera existía como un concepto hasta que Newton apareció. Einstein nos ayudó a comprenderla no como una fuerza sino como una curva del continuo espacio-tiempo por la presencia de la materia. Pero lo que sea que sea la gravedad, podemos sentirla, y su efecto no tiene límites – que es por lo que hablamos de un “campo gravitacional”.

Hemos visto que el hecho que la totalidad es también un campo. No puedes señalar el campo del Presente. Tampoco puede la totalidad ser contenida en las cuatro dimensiones de espacio y tiempo. La realidad de la totalidad es fundamentalmente no local – un continuo espacio-tiempo-mente. Dentro de ese continuo, la presencia de todo resuena a través de todo. La presencia de todo – materia y mente – resuena a través de ti. Y como la gravedad, la totalidad puede ser sentida en tu ser. La sensación que te alerta es lo que he nombrado holo-sapiencia.

Tu holo-sapiencia está comprometida por cualquier aspecto de la energía de tu cuerpo que está sostenida bajo control y aislada del centro de tu ser. Al rechazar volver a descansar en el Presente, dicha tensión desconcierta la inteligencia del cuerpo e imparte una sensación de que eres independiente de él.

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No puedo sentir el presente de manera objetiva y cuando realmente lo siento, lo siento como una inteligencia tangible, sin límites, íntima. Debido a esto, soy incapaz de distinguir entre el presente divino y la Divina Presencia. Por esa razón, Presente está en mayúscula.

Extractos de "Radical Wholeness", Philip Shepherd

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