Vientre plano - Lorena Cuendías

Mujeres, el vientre contraído para dentro, tenso, para ajustarse a las medidas patriarcales de “vientre plano”, representa una señal somática de peligro para nuestro cuerpo.

Uno de los lugares por excelencia en los que queda impactado el trauma en nuestro cuerpo, es el vientre y la pelvis. El vientre es la única estructura blanda de nuestro cuerpo que no está protegida por una estructura ósea, como si lo está la caja torácica o el resto de extremidades. Es una zona muy vulnerable. El centro del sentir. Un lugar frágil y fácilmente accesible. Aquí sentimos los impactos emocionales como golpes en el estómago. ¿Te suena esa sensación?

Para no sentir, contraemos y tensamos. Tensamos la vagina, el cervix, el útero que se vuelve rígido y espástico, el ano, el periné y la musculatura perianal, ambos intestinos. 

El vientre es el generador de tensión del cuerpo que se extiende a través de la fascia profunda de la línea frontal: cuello – mediastino (esternón) – diafragma (dificultando el patrón respiratorio) – línea alba (línea media del abdomen) – sínfisis del pubis, llegando a afectar al cuello, la nuca, los hombros, provocando descompensaciones y dolor, afectando además nuestra postura.

La tensión fascial provoca la tensión en los nervios y que la circulación de sangre disminuya.

Si estamos apretando el abdomen, nuestro sistema nervioso lo traduce como que nos estamos preparando para recibir un impacto y activa alguna de las cuatro respuestas defensivas de supervivencia.

Además de la tensión propia ya acumulada en nuestro sistema por experiencias traumáticas previas, muchas mujeres no sueltan el abdomen porque además les han vendido el cuento de que tienen que tenerlo plano para ajustarse a unas medidas patriarcales ilusorias que determinan cómo tiene que ser el cuerpo de una mujer, cronificándose y extendiéndose así la tensión en todo el cuerpo.

Tensión en el cuerpo es tensión en la mente.

Una mente que se siente en peligro, no puede pensar con claridad.

¿Cómo está tu vientre?

Sostenlo con tus dos manos y deja que salga tu barriga y descanse en ellas. 

Saca la barriga todo lo que puedas, inhalando y exhalando profundamente y soltando más con cada exhalación.

¿Te das cuenta cómo estabas apretando sin saberlo?


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