Conexiones - Gabrielle Roth

 Luz Atrapada

"El libro de la luz de la luna aún no está escrito". – Wallace Steven

El misterio está en todas partes – al otro lado de la mesa del desayuno en los ojos de tu esposo que has conocido durante 30 años, en tus hijos que albergarán sorpresas no contadas, en los rasgos de un anciano cuyo rostro está arrugado con historias. Pero la persona más misteriosa que conocerás es la que está en el espejo.

Revísate en un espejo de cuerpo entero, porque si quieres experimentar a tu ser misterioso en plenitud, tendrás que comenzar siendo consciente de tus pies. Ellos no son sólo excusas para comprar zapatos, son el camino a tu raíz. Encontrar tus pies es la manera más rápida de salir de tu cabeza. Tus pies pueden llevarte de viaje; tu cabeza puede llevarte sólo de excursión. En las palabras inmortales de Rumi, “tu cabeza es la escalera, pon tu cabeza bajo tus pies”.

Sueño todos los zapatos de mi vida caminando juntos a lo largo de un camino, revelando un hilo oculto. Mis zapatos saben dónde he estado. Ellos declaran la historia de mi cuerpo. Cada zapato contiene un sueño, desde mis Merceditas negros brillantes hasta mis botas de combate militares raspadas. Desde mis zapatillas de punta de raso rosadas hasta mis botas vaqueras de cocodrilo labradas a mano. Desde mis zapatos destalonados plateados Maud Frizon hasta mis zapatos de jazz negros maltrechos.

Pero lo que es más importante que los zapatos son los pies que los usan. Los pies sobre la tierra saben. Lo que he visto toda mi vida a través de la danza es una conversación íntima con la tierra, con algo más grande que yo misma. Mis pies acarician la piel de la madre divina. La vibración que recogen son sus secretos revelándose a mí. Es esta conexión con el misterio, el femenino oscuro, la Fuente Divina desde la cual el espíritu de la vida nace.

Para entrar al misterio tienes que desnudarte, incluyendo quitarte los tacones de aguja. Pelar las capas de seres inventados y heredados. Con cada piel consecutiva que arrojas, te iluminas, dejas ir el control y te vuelves más fluida y fascinante – incluso para ti misma. Ese mismo ser que ni siquiera existe excepto como danza, como campo de energía. 

Como Heisenberg dijo en su principio de incertidumbre, no puedes medir el momentum y posición de una partícula al mismo tiempo porque las partículas están siempre en movimiento. El ser es de la misma manera. El ser es una danza, constantemente en movimiento. En cualquier momento que tratemos de medir su posición al fijarlo y definirlo, lo destruimos. Así que la incertidumbre en contra de la que luchamos es la naturaleza de la bestia.

En esa incertidumbre y fluidez, el ser es absolutamente fascinante. Imagina cuán aburrida serías si nunca cambiaras, si estuvieras congelada en el tiempo con los mismos héroes, peinados y angustias. Imagina si aún estuvieras haciendo la misma danza que hacías en secundaria. Aún obsesionada con los mismos temas, aún intimidada por las mismas creencias; todavía haciendo la misma elección, seguridad o estrellato, Jesús o James Brown, Virgen María o Bloody Mary.

Libérate a ti misma de viejos apegos y equipaje. Tacha de tu lista de tarjetas de Navidad a las personas con las que ni siquiera quieres hablar. Regala la ropa de tus días de delgadez, de tus días de gordura, de tu fase punk o de manía de compras u otra cosa. Y entonces están todos esos souvenires baratos. Tu colección de jarras de cerveza, los vasos robados, las figuritas de la tía Tilly. Vacía el cajón de tarjetas de presentación con números de teléfono de Dios sabe quién garabateados por detrás. Bota proyectos o diarios sin terminar, recetas que nunca ensayarás, revistas viejas que nunca leerás. Establece una tienda en eBay. Alguien allá afuera muere por pagar por tu karma. Una vez que has desnudado tu entorno de todos esos recuerdos de tus yoes pasados, encontrarás que su agarre sobre ti disminuye. Tu entorno debería reflejar quién eres ahora.

Es sorprendente cuán liviano podemos viajar si nos reducimos a lo esencial, adentro y afuera. Pero por alguna razón, estamos obligados a ir de acá para allá con nuestro pasado adonde vayamos. Vuelvo a referirme a mi closet, el yo que dice a mi otro yo: “Pero y si necesitamos una bota café algún día? Tal vez iré a una fiesta de disfraces como subnormal”.

La manera más rápida, más limpia y más alegre de salir de tu propia caja es con la danza. No estoy hablando de ponerte de pie y balancearte. Estoy hablando de danzar tan profundo, tan fuerte, tan llena de ritmo que no eres más que la danza y el ritmo y el sudor y el calor. Esa manera inhibida, espontánea de danzar sin coreografía es como saltar de un avión sin paracaídas. Seguro, tienes una pequeña muerte de ego. Pero no te preocupes, tu ego ha dominado el tema de la resurrección. Estará de vuelta.

La danza es movimiento, es acción y como toda acción, nos revela a nosotros mismos en el hacer. Sabes las veces que estás afuera danzando, reciclando tus movimientos básicos, mientras estás a un millón de millas de distancia. Estás “haciendo” tu danza. De repente el Espíritu te sopla, toma tu cuerpo y toda clase de movimientos estallan. Te balanceas en el borde entre lo conocido y lo desconocido, resbalas en el misterio, te permites ser arrastrado. Ahora la danza te está “haciendo”. Estás siendo la danza, siguiendo tus instintos dentro de tu ritmo. Hay una fuerza espiritual guiando tu danza, que te desvela hasta tu alma desnuda.

Rendirte a la práctica del movimiento nos enseña a confiar. Cuando danzas, tu experiencia de Dios, esa fuerza intensa, la energía que es el universo. Su poder, su sabiduría infinita, se hace parte de ti. En esos momentos, no pienso, sé que hay algo bello y bueno y amable apoyando a todos y a todo.

No quiero decir que danzar en esta tierra no va a causarnos su propia clase de dolor. A medida que nos movemos en el Misterio, tenemos que ofrecer todo de nosotros mismos de vuelta a la danza, y hay espacio para ampollas, heridas y sanación allí. Tomado de Rumi: “Danzar no es levantarse sin esfuerzo como una mota de polvo en el viento. Danzar es alzarse sobre ambos mundos, haciéndose pedazos el corazón, y entregando el alma”.

El Tao, la energía que mueve todas las cosas, nos enseña a ser como el agua, fluir sin resistencia, confiar que el proceso nos llevará donde quiera que necesitemos ir. Necesitamos dejar ir todas nuestras mantas de seguridad – físicas, psicológicas, políticas y simplemente ser. Necesitamos derrumbar la fortaleza de las ideas fijas, de las personas y agendas que nos aíslan de nuestros propios pies y de la tierra sobre la que ellos caminan. 

– Gabrielle Roth. “Conexiones: hilos de sabiduría intuitiva”.


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