Cómo el Gran Maestro Zen y Activista de la Paz Thich Nhat Hanh se encontró a si mismo y perdió su yo en una Epifanía de biblioteca - Maria Popova

Cómo el Gran Maestro Zen y Activista de la Paz Thich Nhat Hanh se encontró a si mismo y perdió su yo en una Epifanía de biblioteca

“Para vivir, debemos morir en cada instante. Debemos perecer una y otra vez en las tormentas que hacen posible la vida”.

Por Maria Popova

“El yo, el lugar donde vivimos, es un lugar de ilusión. La bondad está conectada con el intento de ver el no-yo… atravesar el velo de consciencia egoísta y unirse al mundo como es realmente”, escribió Iris Murdoch en una obra maestra en 1970 – una idea radical en su era y en su cultura, en contra de las nociones de individualismo y autorrealización tan fundamentales para la filosofía Occidental. Hoy, prácticas como la meditación metta y la atención plena – prácticas ancladas en la disolución del yo, siguen siendo las tareas humanas más desafiantes incluso para los meditadores más devotos entre nosotros, ofreciendo solamente vislumbres transitorios de la realidad tal como es – inunda la corriente global, extraída de las aguas de la filosofía Oriental antigua  y llevada a través del abismo cultural por un puñado de pioneros en los años 1960 y 1970.

El principal de ellos fue el gran Maestro Zen y activista de la paz Thich Nhat Hanh (October 11, 1926–January 22, 2022), quien llegó a América en 1961 para estudiar la historia del Budismo Vietnamita en el Seminario Teológico de Princeton, llevando lo que aprendió de vuelta a su Vietnam nativo durante dos años y dedicándose al proyecto de la paz, por lo que el gobierno de Vietnam del Sur lo castigó con un exilio de cuatro décadas. Media vida después – habiendo sido nominado por Martin Luther King, Jr. por el Premio Nobel de la Paz, habiendo fundado la fuente del optimismo de la civilización que es Plum Village en Francia, habiendo sobrevivido a un derrame cerebral que lo dejó incapaz de hablar y de caminar – finalmente le fue permitido volver a su tierra natal, dejando Occidente que lo celebró como padre de la atención plena.

El diario que comenzó a llevar Thich Nhat Hanh desde su llegada a América como hombre joven fue publicado medio siglo después como Hojas de Palma Fragantes: Diarios 1962–1966 (biblioteca pública). Siguen siendo sus escritos más íntimos – un registro raro del desprendimiento de su yo, lo que lo convirtió en él mismo: el monje que llevó la atención plena al mundo.

En una entrada extraordinaria de su diario escrita diez días antes de su trigésimo sexto cumpleaños – la edad en la que Walt Whitman abrió sus Hojas de Hierba con la declamación “Yo canto para mí, una simple y aislada persona” -  Thich Nhat Hanh contempla la naturaleza ilusoria e interdependiente del yo cuando se enfrenta con sus propias multitudes, en el conflicto interno universal que viene con ser una persona en el mundo, un cosmos privado en una esfera pública:

Es curioso cuánto influye nuestro entorno en nuestras emociones. Nuestras alegrías y penas, gustos y disgustos están coloreados por nuestro entorno tanto que a menudo permitimos que nuestro alrededor dicte nuestro curso. Nos dejamos llevar por los sentimientos “públicos” hasta que ya ni siquiera conocemos nuestras verdaderas aspiraciones. Nos convertimos en extraños para nosotros mismos, moldeados completamente por la sociedad… Algunas veces me siento atrapado entre dos seres opuestos – el “falso yo” impuesto por la sociedad y el que yo llamaría mi “ser verdadero”. Cuán a menudo confundimos los dos y asumimos el molde de la sociedad como nuestro ser verdadero. Batallas entre nuestros dos yos casi nunca resultan en una reconciliación pacífica. Nuestra mente se convierte en un campo de batalla sobre el cual los Cinco Agregados – la forma, las emociones, percepciones, formaciones mentales y la consciencia de nuestro ser – son esparcidos como escombros en un huracán. Los árboles se caen, las ramas se rompen y las casas se derrumban.

Dos siglos después Coleridge consideró la tormenta como lentes en el alma y un siglo después Van Gogh elogió la fuerza clarificadora de las tormentas en la naturaleza y en la naturaleza humana, Thich Nhat Hanh añade:

Estos son nuestros momentos más solitarios. Sin embargo, cada vez que sobrevivimos una tormenta, crecemos un poco. Sin tormentas como estas, no sería quien soy ahora. Pero raramente escucho venir una tormenta así hasta que ya está sobre mí. Parece aparecer sin previo aviso, como si caminara silenciosamente con zapatillas de seda. Se que debe haber estado preparándose durante un largo tiempo, cociéndose a fuego lento en mis propios pensamientos y formaciones mentales, pero cuando azota un huracán tan frenético, nada exterior puede ayudar. Estoy maltratado y desgarrado y también salvado.

En consonancia con la revelación de Alain de Botton sobre la importancia de las crisis, el mira atrás en su vida lo que le enseñó la tormenta más formativa:

Vi que la entidad que había tomado como “yo” era en realidad una invención. Mi verdadera naturaleza, me di cuenta, era mucho más real, tanto más fea como más bella de lo que hubiera imaginado.

En un recuerdo que hace temblar mi propia alma bibliófila con la ternura del reconocimiento, continúa detallando lo que ocasionó la tormenta de su desprendimiento de su yo - su versión de la epifanía del jardín que le reveló a Virginia Woolf el propósito de su vida:

La sensación comenzó poco antes de las once en punto de la noche del primero de Octubre. Estaba ojeando en el piso once de la Biblioteca Butler. Sabía que la biblioteca estaba a punto de cerrar y vi un libro que se refería al área de mi investigación. Lo saqué del estante y lo sostuve en mis dos manos. Era grande y pesado. Leí que había sido publicado en 1892, y había sido donado a la Biblioteca de Columbia ese mismo año. En la contraportada había una hoja que registraba los nombres de quienes lo habían pedido prestado y las fechas en las que lo sacaron de la biblioteca. La primera vez que había sido prestado era en 1915, la segunda vez fue en 1932. Yo sería el tercero. ¿Puedes imaginarlo? Era solamente el tercero en pedirlo prestado, en Octubre 1 de 1962. Durante setenta años, solamente dos otras personas se habían detenido en el mismo punto en el que yo estaba ahora, tomado el libro del estate y decidido echarle una hojeada. Me invadió el deseo de conocer a esas dos personas. No se porqué, pero quería abrazarlos. Pero ellos se habían desvanecido y yo también pronto desapareceré. Dos puntos en la misma línea recta nunca se encontrarán. Era capaz de encontrar a dos personas en el espacio, pero no en el tiempo.

De repente, todas las líneas se disolvieron en un campo ilimitado de la consciencia, sin espacio o tiempo o yo:

Siento que he vivido mucho tiempo y he visto mucho de la vida. Casi tengo treinta y seis, que no es joven. Pero esa noche, mientras estaba de pie en medio de los estantes de la Biblioteca Butler, vi que no soy joven ni viejo, existente o inexistente. Mis amigos sepan que puedo ser tan juguetón y travieso como un niño. Me encanta bromear y entrar plenamente en el juego de la vida. También sé lo que es enfadarse. Y conozco el placer de ser elogiado. A menudo estoy en el borde de las lagrimas o de la risa. Pero debajo de todas estas emociones, ¿Qué más hay? ¿Cómo puedo tocarlo? Si no hay algo, ¿porqué estoy tan seguro de que lo hay? 

Sosteniendo aún el libro, sentí un destello de revelación. Comprendí que estoy vacío de ideales, esperanzas, puntos de vista o lealtades. No tengo promesas que mantener con los demás. En ese momento, la sensación de mi ser como una entidad entre otras entidades desapareció. Supe que esta revelación no surgió de la desilusión, la desesperación, el miedo, el deseo o la ignorancia. Un velo silenciosamente se levantó sin esfuerzo. Eso es todo.  Si me golpeas, me apedreas o incluso me disparas, todo lo que se considera “yo” se desintegrará. entonces, lo que realmente está allí se revelará a sí mismo: borroso como el humo, escurridizo como el vacío y, sin embargo, ni humo ni vacío, feo o no feo, hermoso, pero no hermoso. Es como una sombra en una pantalla.

Pero desde esta sensación de pérdida de yo, desde esta demolición total de identidad, surge una profunda sensación de haber llegado a sí mismo, a una unidad elemental de su ser con todo ser:

En ese momento, tuve la profunda sensación de que había regresado. Mi ropa, mis zapatos e incluso la esencia de mi ser se había desvanecido y estaba despreocupado como un saltamontes deteniéndose en una brizna de hierba… Cuando un saltamontes se sienta en una brizna de hierba, no tiene pensamiento de separación, resistencia o culpa… El verde saltamontes se mezcla completamente con la hierba verde… Ni retrocede ni llama. No sabe de filosofía ni ideales. Está simplemente agradecido por su vida ordinaria. Cruza corriendo el prado, mi querido amigo, y saluda al niño de ayer. Cuando no puedas verme, tu mismo regresarás. Incluso cuando tu corazón esté lleno de desesperación, encontrarás el mismo saltamontes en la misma brizna de hierba… Algunos dilemas de la vida no se pueden resolver con estudio o pensamiento racional. Debemos vivir con ellos, luchar con ellos y hacernos uno con ellos… Para vivir, debemos morir cada instante. Debemos perecer una y otra vez en las tormentas que hacen la vida posible.

Complemente este fragmento de Hojas de Palma Fragantes – una lectura magnífica en su totalidad. – con el físico poético Lewis Thomas, escribiendo en la misma época, sobre cómo una tortuga marina y una medusa iluminan el límite permeable del yo, entonces revisite a Thich Nhat Hanh sobre el arte de la escucha profunda, los cuatro mantras Budistas para convertir el miedo en amor y sus enseñanzas eternamente transformadoras sobre el amor como el arte de “interser”.


Fuente: https://www.themarginalian.org/



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