Aprender a hacerlo todo con Suavidad -
“— Está oscuro porque te esfuerzas demasiado —dijo Susila—. Oscuro porque quieres que haya luz. Recuerda lo que solías decirme cuando yo era niña. «Con suavidad, chiquilla, con suavidad. Tienes que aprender a hacerlo todo con suavidad. Piensa con suavidad, actúa con suavidad, siente con suavidad. Sí, siente con suavidad, aunque sientas profundamente. Deja suavemente que sucedan las cosas, y enfréntalas con suavidad».
En aquella época yo era tan ridículamente seria, una remilgada tan carente de humorismo… Con suavidad, con suavidad… Fue el mejor consejo que jamás me hayas dado. Pues bien, ahora yo te diré lo mismo, Lakshmi… Con suavidad, mi querida, con suavidad. Incluso aunque se trate de morir. Nada importante, ni portentoso, ni enfático. Nada de retórica, ni de trémolos, ni de personas conscientes de sí mismas realizando su célebre imitación de Cristo, Goethe o la Pequeña Nell. Y, por supuesto, nada de teología, nada de metafísica. Nada más que el hecho de morir y el hecho de la Clara Luz. Abandona, entonces, todo tu equipaje, y adelante.
Estás rodeada de arenas movedizas, que te tiran de los pies, tratando de hundirte en el miedo, la piedad hacia ti misma y la desesperación. Por eso debes caminar con tanta suavidad. Con suavidad, querida mía. En puntillas de pies; y nada de equipaje, ni siquiera una maleta pequeña. Sin carga alguna… Sin carga alguna...”
— Aldous Huxley, La isla (1962)
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