El Fin de la Atenuación - Bethany Webster

La atenuación es el impulso de disminuirse uno mismo, ser pequeño, desaparecer y ser invisible. La atenuación parece ser una de las heridas centrales en las que incurrimos como mujeres en este mundo.
Desde el principio se nos enseña que hay cosas acerca de nosotros que son vergonzosas, por lo que aprendemos a escondernos, retorcernos y manipularnos para ser aceptables para el mundo. Teníamos que creer en nuestro propio defecto para sobrevivir. Teníamos que cumplir con nuestra propia opresión.
Podemos transformar la vergüenza en un amor feroz.
El hecho de que no fuéramos aceptadas –por nuestras familias y por la sociedad– no significa que no somos legítimas. No significa que haya algo mal con nosotras. Significa que había algo profundamente herido en nuestra sociedad y en nuestras familias. Admitir esto no es echarle la culpa, sino entrar en la verdad para que pueda ocurrir la curación.
El final de la atenuación llega cuando estamos dispuestos a ser mal percibidos, cuando estamos dispuestos a arriesgarnos a ofender a otros por el bien de lo que es real y verdadero en nosotras mismas y en el mundo. Debemos estar dispuestas a sentirnos incómodas y ser vistas como inconvenientes.
Uno debe ponerse en contacto con una cierta crudeza interna, una ferocidad, una determinación de "no me detendré hasta que sea completamente yo mismo".
En nuestra cultura, tendemos a precipitarnos hacia el perdón, la compasión y las soluciones. Y como mujeres, hemos aprendido muy bien a usar abrigos de caramelo y a poner debajo de la alfombra las cosas que nos incomodan a nosotros y a otras personas. Esto incluye aceptar menos de lo que merecemos por el bien de la "paz".
Recuerdo que cuando era una niña creía en un contrato tácito que si cumplía y atenuaba ("buena" y "tranquila") habría una recompensa en algún momento. Entonces, un día, como mujer adulta, me di cuenta de que una recompensa por mi cumplimiento nunca llegaría. La creencia en la recompensa era una ilusión. Nunca sería compensada por regalar mi poder. Me di cuenta de que tenía que reclamar mi vida como propia, aparte del condicionamiento y la programación de la familia y la sociedad.
El tiempo de cumplimiento ha terminado. Debemos estar decididas a ser dueños de nosotras mismas, a saber en nuestros huesos que nos pertenecemos a nosotras mismas.
Como hijas, teníamos que decir "Sí" a un mundo y a familias que tenían heridas, heridas que nos han costado años de nuestras vidas. Como portadoras actuales del dolor generacional y colectivo, tenemos la capacidad de transformar conscientemente ese dolor en luz. De niñas no teníamos más remedio que regalar nuestro poder. Ahora es el momento de rectificar ese "Sí" con un poderoso "No" a las cosas que continúan oprimiéndonos, comenzando por las formas en que nos oprimimos a nosotros mismos.
Para liberarnos tenemos que localizar primero las formas en que estamos divididas dentro de nosotras mismas. Las formas en que estamos divididas deben ser identificadas y reconocidas. De lo contrario, continuarán controlándonos y limitándonos. El cumplimiento es muy costoso.

¿Cómo estás cumpliendo? ¿De qué maneras te atenúas?

El camino para ser dueña de una misma puede ser largo y traicionero porque implica enfrentar completamente el dolor, el dolor y la rabia para avanzar más allá de él hacia un amor propio feroz que nos nutre a nosotros mismos y al mundo. Debe ser enfrentado. Digo esto no para ser negativo, sino para ser honesto y para alentarte. El amor que somos no teme a los lugares de fragmentación que hemos acumulado. Es por eso que nos trae el coraje para enfrentar nuestro dolor y superarlo.

El amor que somos metaboliza el dolor y lo convierte en sí mismo ... amor.

Hemos aprendido a alejarnos de las cosas que nos asustan y nos hacen sentir incómodos. Esta es una forma de regalar nuestro poder. A medida que encarnamos una mayor conciencia, nos damos cuenta de que debemos cambiar y girar hacia aquellas cosas que nos hacen sentir incómodas y llevarles la luz de la conciencia, en aras de nuestra propia transformación.

Nuestra seguridad radica en esta disposición a volvernos hacia los lugares de fragmentación.

El amor que realmente somos no teme al quebrantamiento. Cuando se abraza nuestro quebrantamiento, se transforma en una integridad inquebrantable que nos damos cuenta de que estuvo allí todo el tiempo: una integridad eterna y atemporal que es lo que realmente somos. Es provocado por nuestra voluntad de estar incómodos y mirar hacia las sombras dentro de nosotros mismos. Se alimenta de nuestra lealtad a lo que es real y verdadero, sin importar el costo.
A medida que procesamos los lugares de fragmentación dentro de nosotros, literalmente disolvemos las capas que han oscurecido nuestra luz. A medida que las capas se disuelven, emerge nuestra verdadera identidad: una conciencia de amor puro que ha sido prístina e intacta durante todo el dolor. No podemos descubrir esto hasta que hayamos confrontado todas las creencias que nos dicen que no somos lo suficientemente buenos o poderosos en nuestras propias vidas.

Caminando por el filo de la maquinilla de afeitar y la rendición
Este mensaje no es el de una solución rápida y fácil, sino que es la verdad sin diluir. Usted vale cada onza de incomodidad e inconveniente que se necesita para ser dueño de sí mismo, amarse a sí mismo.

Fuente: https://www.bethanywebster.com/the-end-of-attenuation/

Commentaires

Articles les plus consultés