Contemplación de la impermanencia

Raúl Vicente Aseillam

Practicar la contemplación de la impermanencia nos aporta un enfoque liberador ante el sufrimiento y sus causas.
Existen tres emociones aflictivas que se llaman los tres venenos: apego, odio e ignorancia. La ignorancia es la causa raíz de la existencia del Samsara. La ignorancia cubre la conciencia clara de la mente, e impide ver el rol de la causa y el efecto y la naturaleza última de todo fenómeno. Esto significa que no se puede ver, ni actualizar la ley de interdependencia de todos los fenómenos, las causas y efectos tanto densos como sutiles. Como resultado de esto, todos los fenómenos, especialmente el sí mismo, son percibidos como permanentes, únicos y reales. Por este motivo se desarrolla el apego a si mismo y a las cosas que gustan. Cualquier cosa que emerja contraria a esto, hace nacer la aversión y el deseo de proteger. La lucha es constante en este reino sin fin.
En esta dimensión, no interesa cuánto se insista, no hay modo de encontrar y experimentar la felicidad absoluta. Estas emociones aflictivas han sido durante tanto tiempo habituales en nosotros y las arraigadas semillas de estas propensiones han crecido tanto, que sentimos que son naturales.
Estas emociones emergen sin esfuerzo cuando enfrentamos las condiciones apropiadas. Lo que sea que pensamos lo hacemos, nutrimos y alimentamos interminablemente esta manifestación.
Dependiendo de la cualidad de la mente, creamos diferentes reinos y manifestamos todas las diferentes emociones conflictivas.
Sin embargo, en realidad estas manifestaciones son sólo impermanentes –como una burbuja o un sueño. Para soltar y purificar estos tres venenos, necesitamos conocer la verdad de la naturaleza impermanente de todos los fenómenos, esto será el antídoto al apego y conocer el estado de sufrimiento de todos los seres sensibles será el antídoto a la aversión.
El Karma y su resultado provee un antídoto que libera la ignorancia.
El apego es una emoción aflictiva que es muy difícil soltar, está tan enraizado en la mente; a través de éste apego, emergen el anhelo y el aferramiento. La impermanencia es uno de los métodos más efectivos para "dejar ir" el apego que es de naturaleza transitoria.
Cuando contemplamos la naturaleza momentánea de todos los fenómenos, entonces la forma u objeto particular al cual estamos apegados, cambia; la manera en la que nos relacionábamos con el objeto ya no existe, por lo tanto no tiene sentido permanecer apegados.
Como el rocío en una brizna de pasto, que se evapora como una ilusión. En lugar de molestarnos o preocuparnos con esto, debemos únicamente verlo como la verdadera naturaleza de ese fenómeno. Aceptar el cambio y permitir que suceda, dejar ir el apego. Antes de realizar el Mahamudra de la propia mente, se debe en primer lugar aplicar la práctica de la impermanencia como un método efectivo para dejar ir el apego y el odio. El progreso se hace fácil, porque todos los fenómenos funcionan de esa manera, solo saber contemplar y mantener la conciencia atenta a través del recuerdo.
Vivir momento a momento. Cuando se logra la plena conciencia en esta materia, la realización de las enseñanzas no son tan difíciles, porque comprender la naturaleza más sutil de la impermanencia, es lo mismo que realizar el Mahamudra.

Fuente: El precioso ornamento de la liberación. Gampopa-Sönam Rinchen. Chabsol-2009

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