Abrirse a lo desconocido - Joan Garriga


El principal problema a la hora de recibir ayuda consiste en empeñarnos en que venga del modo que tenemos previsto (y únicamente en este modo). Es decir, esperamos que corresponda a nuestra visión de cómo tendrían que ser las cosas y, si es posible, que confirme nuestro punto de vista y nuestra posición en el mundo. Por tanto, lo que se opone a la ayuda es nuestro empecinamiento en confirmar nuestras hipótesis, lo cual configura un escenario en el que decimos: «No daré mi brazo a torcer, lo quiero a mi manera». Es común, por ejemplo, que alguien golpee a la puerta y reclame una y otra vez, hasta el agotamiento, que la puerta se abra, incluso que lo grite ardientemente. Cuando al final la puerta se abre, es posible que la persona quede levemente aturdida y que de su boca salga una frase susurrante: «A mí lo que me gustaba era golpear la puerta, no entrar donde me lleva».
Así que recibir ayuda tiene mucho que ver con nuestra capacidad para abrirnos a lo desconocido, ya que desde nuestra forma de abordar el asunto nos solemos mantener en el problema. Depende en gran parte de nuestra capacidad de aceptar que la ayuda está en todas partes, en cualquier rincón del camino. Todo es bendición. La vida y la naturaleza de las cosas cantan sus bendiciones, y basta con abrirse a ello
Joan Garriga
del libro "Vivir en el alma"

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