El regreso de las antiguas brujas

"Veo aparecer una generación de sacerdotisas capaces de entender nuevamente el lenguaje del alma..." - Jung

Jung intuía perfectamente el resurgimiento de la energía femenina y por consiguiente el emerger del arquetipo antiguo de la sacerdotisa. Pero esto va más allá del hecho de un modelo del inconsciente colectivo, se trata del retorno de verdaderas iniciadas de la antigüedad.
En el lenguaje esotérico eso significa que son personas que ya en existencias anteriores trabajaron interiormente y desarrollaron su embrión divino, por consiguiente en esta presente encarnación empiezan a recordar (re-cordis, volver a pasar por el corazón). Ese recuerdo no es solo volver a sentir, sino un asumirse desde la perspectiva de su embrión áureo.
La sacerdotisa es un alma que sirve de puente entre el mundo visible y el invisible, entiéndase mundo espiritual y mundo inconsciente; es quien se sabe libre y no pertenece a ningún hombre. Muchas veces se le llama la "mujer del templo", pero el templo es ella misma, se auto-pertenece.
Aprende el misterio de los tres altares: la vida; la magia; el sexo. Sabe que ella es la entrada al templo de los misterios, es quien devela la vida y la muerte. Pero al mismo tiempo mientras recuerda va haciendo su camino, no es una persona terminada, se sabe sin límites y por eso no se auto-limita definiéndose "soy esto", "soy esto otro".
Vive la humanidad como todas las mujeres, pero sabe reconocer ese lugar sagrado dentro de su alma que permanece intocable, ese es su refugio, la profundidad de sí misma.
Sabe de su magia sensual, de la seducción, del camino de un lado y del otro, de sus fuegos sagrados y del arte de encender... Por eso los antiguos le llamaban "la iniciadora", o también "la Alquimia", "el vaso sagrado", "la tejedora" y muchos epítetos más.
Conforme vayan despertando esas iniciadas serán una nueva luz para el mundo, serán el canal de la diosa y tal vez del emerger de una nueva visión del ser humano, de un nuevo paradigma para mirar la realidad.

Desde las sagradas arboledas...
Daniel Curbelo

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