El don de tu sensibilidad - Jeff Foster

Estás despierto.
Eres sensible.
Sientes todo.
Algunas veces desearías no sentirlo todo.
Pero lo haces.
Las profundidades de la soledad.
Las alturas de la alegría.
Algunas veces se siente que es demasiado.
A veces sueñas con anestesiarte.
Es mucho, vivir tan cerca de la vida, tan cerca de la muerte, tan cerca de tí mismo.
Pero entonces, te das cuenta, que anestesiar el dolor también anestesiaría la alegría.
Y te rehúsas a ser insensible como los demás.
Así que caminas, con tu corazón expuesto todo el día, cada día, cada maldito día.
Grandes penas abriéndose paso.
Torrente de felicidad como una cascada.
Incapaz de apagarla.
Incapaz de correr.
(¿Hacia dónde correrías?
Sómo estás tú.)
Tú y tu corazón en carne viva, abierto, roto
Tú y la emoción y el temor de estar vivo para otro día.
¡Otro día completo!
Sensible al más minúsculo titileo o agitación de la experiencia.
A la brisa en tu rostro.
El cristal roto en la vieja ventana.
La telaraña en la penumbra.
La contracción y la expansión de cada respiración sagrada.
Una mañana que se convierte en tarde.
Un secreto o promesa que se guarda o no.
Un plan que se desmorona en brillante No-saber.
Tomarás esta intensidad, si.
Te comprometerás con esta vida, si.
Caminarás este sendero, por supuesto.
Aunque lo dudarás, a menudo.
No hay otro camino para tí.
Sientes todo.
Eres sensible.
Estás despierto.
Y nuestro mundo ruidoso te necesita,
ahora más que nunca.

- Jeff Foster

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