El cabello de una bruja

El cabello de una bruja es un metáfora sobre su unión con el poder primitivo y violento de la naturaleza - me explicó mi abuela en una ocasión, cuando se lo pregunté - es nuestra manera de contar el tiempo, de comprender nuestro crecimiento físico y espiritual.

- ¿Como si se tratara de un calendario vivo abuela?

La miré, boquiabierta. La verdad es que no entendía bien la idea aunque lo había sentido, lo cual era una idea curiosa. Mi abuela siguió cortando las feas rosas de su rosal deforme, como si ordenara sus pensamientos. Ese día llevaba el cabello suelto, en ondas ásperas de color cobrizo que le caían más abajo de la mitad de la espalda.
Pocas veces lo hacía y siempre, tenía un significado. Supuse que ese día llevaba el cabello limpio y esponjoso sobre los hombros como una manera de celebrar la celebración del sol que se acercaba. La recordé como la había visto el año interior, llevando un impoluto vestido blanco y el cabello suelto y espléndido sobre los hombros. Me había fascinado su aspecto saludable y brillante, la belleza de los hilos de plata entremezclados con los mechones color rojo.
- Como si se tratara de una historia intima que sólo tu conoces - me respondió por último - el cabello de una bruja es el punto de unión entre lo que cree y lo que sueña, entre lo que aspira y lo que es. En la antiguedad, una bruja llevaba el cabello largo y suelto para expresar a viva voz su fe en la naturaleza y en la capacidad de su cuerpo para regenerarse, crecer. Hacerse más fuerte. También era su forma de comprender el paso de tiempo, de asumirlo como parte de su cuerpo.
Mi tia E. llevaba el cabello siempre trenzado. En pequeñas trencitas diminutas que se confundían en medio de sus largos mechones castaños o en una larga y gruesa trenza que le caía por la espalda. Otras veces, la trenza le cruzaba la frente, ceñida a sus sienes. Tal parecía que cada uno de aquellos elaborados peinados tenía un especial significado para ella: Una mitología personal diminuta que sólo ella podía comprender. Me pregunté que pensaba cuando lo trenzaba o que le hacia sentir hacerlo. La tía era una mujer triste que había perdido a su esposo hacia unos cuantos años. Rara vez sonreía y cuando lo hacía, había una enorme - antigua - tristeza en el gesto. ¿Eran sus trenzas otra expresión de ese dolor oculto, de esa melancolía que apenas podía entrever? La idea me gustó.

- ¿Y cuando lo cortas?

Abuela se inclinó y recogió las enormes rosas de pétalos deformes que había cortado. Con un gesto metódico y lento, las coloco en un bonito arco en el interior de la cesta de madera que había traido con ella. Aguardé, curiosa y tuve la impresión que había algo profundamente dulce en su gesto, pero también melancólico. El viento de la montaña susurró con fuerza entre las ramas de los árboles y tuve una sensación de tranquila soledad, como si mi abuela y yo nos encontráramos a solas en medio de esa tarde soleada y brillante. El cabello le caía en mechones largos sobre los hombros y rozaba las rosas. Rojo sobre rojo, pensé con ternura.
- Una bruja sólo corta su cabello por dolor - comentó por último - Es una señal de luto mi niña. Lo cortas para cerrar un ciclo, para comenzar otro. Para libertarte del pasado y avanzar hacia el futuro. Lo cortas para demostrar que el pasado sólo es aprendizaje y el futuro, crece cada día.
Es un símbolo de dolor pero también de esperanza. Es una visión firme y personal que crea un lenguaje propio sobre el sufrimiento y sobre la manera en que lo enfrentas. Cómo sobrevives a tu propio espíritu.

Fuente The Mexican Witch

Commentaires

Articles les plus consultés