Mi corazón está brotando flores en medio de la noche - Patricia May
Las personas cuyas vidas están tocadas por una inspiración más amplia que sus propios intereses y acomodaciones, cuyos corazones laten con la motivación que su quehacer haga de este mundo algo mejor. Aquellos que guardan en su interior una certeza de que el camino humano es mucho más de lo que hemos hecho hasta el momento, los que aún anhelan una humanidad que viva en paz, integración, respeto y armonía con todos los seres. Los que se la juegan todos los días para que esto sea posible y sigue sosteniendo esa visión contra viento y marea, aun en los momentos en que todo parece derrumbarse y la oscuridad del egoísmo, la exclusión, el materialismo, la soberbia, el miedo y la falta de sentido parecieran haberse posesionado del paisaje terrestre. Esos son la gran esperanza de que logremos trascender esta etapa de la evolución humana.
Cuando el mundo tambalea por todas partes, cuando hasta la naturaleza clama por los desequilibrios que hemos generado, cuando pareciera que solo queda seguir luchando ferozmente por la propia tajada y vivir encerrados defendiéndonos de las agresiones del mundo, es cuando se necesita de seres humanos que sostengan la visión del potencial luminoso del hombre, de lo que estamos llamados a ser si vamos más allá de nuestras limitaciones, si podemos contactar con aquel centro de la conciencia humana que vibra en la unidad, la fuerza y el amor.
Hace un tiempo, un grupo de artistas iraquíes pintó entre los muros derrumbados de su ciudad bellos paisajes de naturaleza como una manera de recordarle a la gente el valor de la paz. En medio del horror, la muerte, la pobreza, el hambre, tuvieron la valentía de hacer un acto aparentemente absurdo de sostener y potenciar la visión de belleza y armonía que, aun en medio del odio, en el fondo todos anhelamos.
Es preciso tener un corazón valiente y una fuerza sostenida para seguir vibrando con esa idea en tiempos en que parece que lo “inteligente”, lo “racional”, es tener una postura escéptica, agnóstica, de total desesperanza respecto de la grandeza espiritual del ser humano. Sin embargo, quienes piensan y viven sin generar intentos personales ni sociales, que tiendan a un mundo mejor, sin dejarse tocar por alguna inspiración de nobleza respecto del vivir humano, solo congelan su estado personal y el estado del mundo.
No dejarse amilanar por los signos de negrura del mundo, saber que en medio de esta crisis el alma clama por expresarse y cada vez más personas la escuchan, que el estado de conciencia egocéntrico es solo la primera etapa de la evolución humana. Saber y experimentar la creatividad, la fuerza, el amor que mora en el centro de todo ser humano y que inevitablemente llegará a expresarse en el mundo. Inspirarse incansablemente en aquellos que en todos los tiempos han ido pasando la antorcha del espíritu humano, de un reino de entendimiento y paz al cual cada uno de nosotros aporta un grano de arena, aun cuando sepamos que no veremos con estos ojos terrestres la culminación del proceso.
Repetir cada día un poema nahuatl que dice “mi corazón está brotando flores en medio de la noche”.
Cuando el mundo tambalea por todas partes, cuando hasta la naturaleza clama por los desequilibrios que hemos generado, cuando pareciera que solo queda seguir luchando ferozmente por la propia tajada y vivir encerrados defendiéndonos de las agresiones del mundo, es cuando se necesita de seres humanos que sostengan la visión del potencial luminoso del hombre, de lo que estamos llamados a ser si vamos más allá de nuestras limitaciones, si podemos contactar con aquel centro de la conciencia humana que vibra en la unidad, la fuerza y el amor.
Hace un tiempo, un grupo de artistas iraquíes pintó entre los muros derrumbados de su ciudad bellos paisajes de naturaleza como una manera de recordarle a la gente el valor de la paz. En medio del horror, la muerte, la pobreza, el hambre, tuvieron la valentía de hacer un acto aparentemente absurdo de sostener y potenciar la visión de belleza y armonía que, aun en medio del odio, en el fondo todos anhelamos.
Es preciso tener un corazón valiente y una fuerza sostenida para seguir vibrando con esa idea en tiempos en que parece que lo “inteligente”, lo “racional”, es tener una postura escéptica, agnóstica, de total desesperanza respecto de la grandeza espiritual del ser humano. Sin embargo, quienes piensan y viven sin generar intentos personales ni sociales, que tiendan a un mundo mejor, sin dejarse tocar por alguna inspiración de nobleza respecto del vivir humano, solo congelan su estado personal y el estado del mundo.
No dejarse amilanar por los signos de negrura del mundo, saber que en medio de esta crisis el alma clama por expresarse y cada vez más personas la escuchan, que el estado de conciencia egocéntrico es solo la primera etapa de la evolución humana. Saber y experimentar la creatividad, la fuerza, el amor que mora en el centro de todo ser humano y que inevitablemente llegará a expresarse en el mundo. Inspirarse incansablemente en aquellos que en todos los tiempos han ido pasando la antorcha del espíritu humano, de un reino de entendimiento y paz al cual cada uno de nosotros aporta un grano de arena, aun cuando sepamos que no veremos con estos ojos terrestres la culminación del proceso.
Repetir cada día un poema nahuatl que dice “mi corazón está brotando flores en medio de la noche”.
Commentaires
Enregistrer un commentaire