Sobre Abrazos - Alain de Botton

Parece extraño argumentar a favor de abrazar. Después de todo, abrazar se ha puesto de moda; es visto como una alternativa expansiva al apretón de manos, y su objetivo es sugerir una informalidad de sangre caliente halagadora. Como el beso en las dos mejillas, un abrazo ahora es algo que puede hacer en la oficina o con alguien con quien solamente va a reunirse por segunda vez: en otras palabras, se ha convertido en un símbolo sentimental amistoso que significa más o menos nada. Lo cual es una pena, porque en su esencia, abrazar es de un significado profundo y conmovedor. El tiempo central para abrazar es la primera infancia. Aceptamos que una pequeña personita no pueda manejar las pruebas de la existencia por sí misma. Habrán momentos en los que se sientan abrumados y en necesidad de una persona grande para soportar la tensión. El niño no puede ser ayudado mediante explicaciones y razones, ellos responden solamente al tacto.
Pero a medida que crecemos hacia la adultez, la independencia y autosuficiencia se hacen clave y la clase de abrazos que una vez conocimos se retiran. El abrazo de oficina amistoso es todo lo que nos queda. Nos enseñaron a ser cautelosos ante cualquier sugestión de necesitar a una persona más sabia y fuerte para que nos cuide. Una de nuestras ideas políticas más tabú es el paternalismo - la admisión de un deseo colectivo de ser paternados lo que se considera profundamente humillante. Sin embargo, sugerir que continuamos necesitando el abrazo del tipo adecuado y antiguo es insitir en que seguimos siendo en ciertos puntos, más como los niños que una vez fuimos, esto es, personas que no pueden salir adelante solos. Estar en necesidad de un abrazo es admitir - en forma abreviada - "En este momento, me siento terriblemente pequeño - y necesito que alguien más sea, por un momento, como un padre". Es delicado admitir qué tan normal y razonables son las tendencias regresivas. Pueden parecer como una afrenta al individualismo y a la dignidad, pero no puede haber una madurez genuina sin una acomodación con el ser de la infancia. Puede ser útil toparse con objetos culturales profundamente dignos y prestigiosos que tomen muy en serio la necesidad de abrazos.
En un trabajo tardío, Natividad Mística, Sandro Botticelli (un gran observador del abrazo padre hijo) muestra un grupo de ángeles abrazando a humanos adultos. Botticelli era inmensamente sensible a la forma en que el fracaso y el miedo siempre se abren paso de a poco en cada vida - independientemente a qué tan soleado pueda parecer desde afuera. Tristemente, pocos de nosotros pueden creer que los ángeles nos ayudarán, aún así mantenemos la creencia de necesitarlos. La capacidad de volver atrás debe pertenecer a cada buena relación amorosa: es una señal de que alguien se siente lo suficientemente seguro con usted (y usted con ellos) como para permitirse a ellos mismos ser vistos en un estado patéticamente vulnerable. Hemos estado muy interesados en exorcisar cuidando a otra persona cuando está frágil o rota desde nuestra visión de las relaciones; pero el amor verdadero es tanto sobre simpatía por las vulnerabilidades como lo es sobre la admiración de las fortalezas. Hoy en día se comprende bastante que no tener suficiente sexo puede ser un problema extrañamente intenso, que lleva a sentimientos de estrés, desconexión y dificultades con la concentración. No recibir suficientes abrazos adecuados podría ser reconocido como no menos serio. Un abrazo es un símbolo de todo lo que dolorosamente tendemos a pasar por alto en nuestra cultura hiper-individualista y centrada en el logro: una opotunidad para admitir de manera segura nuestra total dependencia de otra persona.

Fuente: Muro de Alain de Botton

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