Cada acto una ceremonia - Charles Eisenstein

Conocí a una mujer hace unas semanas que trabaja con un mamo Kogi, o chamán, de la Sierra Nevada de Colombia. Vino a California hace unos años y realizó extensas ceremonias en un lugar particular de la tierra. El dijo, "es mejor hacer una ceremonia aquí regularmente o habrán serios incendios." Nadie hizo las ceremonias y el año siguiente hubo incendios forestales. Volvió después y repitió su advertencia. "Si no hacen las ceremonias, los incendios serán aún peores". El siguiente año, los incendios fueron peores. Volvió una vez más y emitió su advertencia por tercera vez: "Hagan las ceremonias o los incendios en esta parte del mundo serán aún peores". Poco después de esto, el Camp Fire devastó la región.
Más tarde, la mujer descubrió que el lugar que el chamán Kogi identificó era el sitio de una masacre genocida del pueblo indígena que vivía allí. El chamán de alguna forma pudo percibir eso. En su comprensión, un trauma horrible como este afecta la tierra y además a los seres humanos. Habrá rabia, desequilibrio, incapacidad para mantener la armonía hasta que sea sanado mediante ceremonias.
Hace dos años conocí algunos monjes Dogon y les pregunté sobre su perspectiva respecto al cambio climático. Como el Kogi, los Dogon han mantenido prácticas ceremoniales intactas durante miles de años. El hombre dijo, "No se trata de lo que las personas piensen. La mayor razón por la que el clima ha enloquecido es que se han removido artefactos sagrados de lugares a donde pertenecen, los lugares donde estaban localizados con gran deliberación y cuidado, y removidos a museos en Nueva York y Londres". En su comprensión, estos artefactos y las ceremonias que los rodean mantienen un pacto entre los humanos y la Tierra. En intercambio por el pago de belleza y atención, la Tierra provee un ambiente apropiado para la habitación humana.
Mi amiga Cynthia Jurs ha estado sosteniendo ceremonias durante un par de décadas en las cuales ella entierra vasos del tesoro de la tierra, recipientes religiosos tibetanos hechos en un monasterio en Nepal conforme a un procedimiento ritual específico. Ella aprendió la práctica de - esto suena como a cliché pero en realidad sucedió - un lama de 106 años en una cueva del Himalaya. Ella le preguntó: "¿Cómo puedo servir mejor en la sanación del mundo?" El le dijo, "Bien, cada vez que se reúnen personas a meditar, eso tiene un efecto sanador, pero si quiere hacer más puede enterrar Vasos de Tesoro de la Tierra." Inicialmente, Cynthia estaba decepcionada con esta sugerencia. Ella era una devota del Budismo Tibetano y bastante segura de que era una bella ceremonia y todo, pero vamos, hay un daño social y ecológico real que necesita sanación. Las personas necesitan estar organizadas. Los sistemas tienen que cambiar. ¿Qué hará una ceremonia?
Sin embargo, ella aceptó el regalo de unos recipientes que el Lama le dijo que hacían cerca al monasterio. Cinco años después ella comenzó a viajar por el mundo a lugares donde la tierra y las personas había sufrido un gran trauma para enterrar los recipientes conforme a las instrucciones ceremoniales. En algunos de esos lugares, milagros grandes y pequeños ocurrieron, incluyendo de la clase mundana como la fundación de centros de paz. Desde donde ella puede observar, las ceremonias funcionan.

Ritual, Ceremonia y Materialidad

¿Cómo entendemos dichas historias? La mente moderna políticamente correcta quiere respetar otras culturas, pero duda en adoptar muy seriamente la visión radicalmente distinta de la causalidad que sostiene. Las ceremonias de las que hablo están en una categoría distinta de las que considera la mente moderna como acción práctica en el mundo. Así, una conferencia sobre el clima puede comenzar invitando a una persona indígena a invocar las cuatro direcciones, antes de continuar en el asunto serio de métricas, modelos y política.
En este ensayo exploraré otra visión de la que las personas modernas pueden extraer del enfoque ceremonial de la vida, como es practicado por las que Orland Bishop denomina "culturas de ceremonia" - pueblos tradicionales, indígenas y basados en el lugar, como también linajes esotéricos dentro de la cultura dominante.
Esta alternativa no es un sustituto del enfoque racional y pragmático para resolver problemas personales o sociales. Tampoco es un préstamo o importación de las ceremonias de otras personas.
Es una reunión de lo ceremonial con lo prágmatico construído sobre una forma de ver el mundo profundamente diferente.
Comencemos con una distinción provisional entre ceremonia y ritual. Aunque puede que no lo reconozcamos, la vida moderna está repleta de rituales. Pasar una tarjeta de crédito es un ritual. Hacer una fila es un ritual. Los procedimientos médicos son rituales. Firmar un contrato es un ritual. Hacer click en "Estoy de acuerdo" con los "términos y condiciones" es un ritual. Presentar impuestos es un ritual complicado que para muchas personas requiere la ayuda de un sacerdote - iniciado en los ritos y reglas arcanos, fluído en un lenguaje especial que el laico apenas puede comprender, y distinguido por la suma de letras honoríficas a su nombre - para completar apropiadamente. El CPA le ayuda a ejecutar este ritual que le permite permanecer como un miembro de sociedad de buena reputación. Los rituales involucran la manipulación de símbolos de una manera prescrita o una secuencia para mantener las relaciones con el mundo social y material.
Por definición, un ritual no es bueno ni malo, sino simplemente una forma en la que los humanos u otros seres sostienen juntos su realidad.
Una ceremonia, entonces, es una clase especial de ritual. Es un ritual hecho con el conocimiento de que uno está en presencia de lo sagrado, que seres santos lo están observando o que Dios es su testigo.
Aquellos cuya visión del mundo no tiene lugar para lo sagrado, seres santos o Dios verán la ceremonia como un sinsentido supersticioso, o en el mejor de los casos, un truco psicológico, útil tal vez para calmar la mente y enfocar la atención.
Ahora espera. En una visión del mundo que no tiene un lugar para lo sagrado, los seres santos o Dios, ¿no es verdad que El o Ella o Ellos están siempre mirándonos, mirando todo lo que hacemos? ¿No haría esto todo una ceremonia?
Si lo haría - si estuviera constantemente en la presencia sentida de lo sagrado. ¿Qué tan frecuente es esto? ¿Y qué tan a menudo, si se le pregunta, simplemente profesa saber que los seres santos están mirando sin realmente en el momento saberlo de pies a cabeza? Con muy pocas excepciones, las personas religiosas que conozco no parecen actuar la mayor parte del tiempo como si pensaran que Dios estuviera mirando y escuchando. Las excepciones trascienden cualquier fe específica. Uno los reconoce a través de una cierta gravedad que llevan. Todo lo que dicen y hacen lleva una clase de momento, un peso. Su seriedad permea más allá de las ocasiones solemnes hasta su risa, su calidez, su enfado y sus momentos ordinarios. Y cuando dicha persona realiza una ceremonia, es como si la gravedad cambiara en la habitación.
La ceremonia no es un escape del mundo desordenado de la materia en un reino abracadabra de espiritualidad. Es un total abrazo de lo material. Es práctica en el debido respeto a la materialidad, ya sea como sagrada de por sí, o sagrada porque es una obra maestra de Dios. En el altar uno coloca las velas justo así. Tengo una imagen en mi mente de un hombre del que aprendí el significado de la ceremonia. Es deliberada y precisa, no rígido pero tampoco descuidado. Dando atención a la necesidad del momento y al lugar, hace un arte de cada movimiento.
En una ceremonia, uno asiste completamente a la tarea en cuestión, realizando cada acción justo como se debe. Una ceremonia es entonces una práctica para toda la vida, una práctica en hacer todo justo como debe ser hecho. Una práctica ceremonial seria es como un imán que alinea más y más vida a su campo; es una oración que pide, "Que todo lo que haga sea una ceremonia. Que todo lo haga con atención plena, pleno cuidado y pleno respeto por lo que sirve".

Practicidad y Reverencia

Claramente entonces, la queja de que todos esos días en ceremonia hubieran sido mejor utilizados plantando árboles o haciendo campaña contra la industria maderera pierde algo importante. Metido en la ceremonia, el sembrador de árboles atenderá al lugar apropiado de cada árbol y la elección correcta del árbol para cada microclima y nicho ecológico. Cuidará plantarlo en la profundidad adecuada y se asegurará de que recibirá la protección apropiada y el cuidado posterior. Se esforzará por hacerlo bien. De manera similar, quien hace la campaña distinguirá qué es lo que realmente necesita ser hecho para detener el proyecto maderero y lo que en cambio puede gratificar su ego de cruzado, complejo de mártir o su arrogancia. No olvidará a qué sirve.
No tiene sentido decir de una cultura indígena, "La razón por la que han vivido de manera sustentable en la tierra durante cinco mil años no tiene nada que ver con sus ceremonias supersticiosas. Es debido a que ellos son observadores astutos de la naturaleza que piensan siete generaciones en el futuro". Su reverencia y atención a las necesidades sutiles de un lugar es parte integral de su enfoque ceremonial de la vida. El modelo mental que nos llama a la ceremonia es el mismo modelo mental que nos llama a preguntar, "¿Qué quiere la tierra? ¿Qué quiere el río? ¿Qué quiere el lobo? ¿Qué quiere el bosque?" y entonces dar mucha atención a las pistas. Esto mantiene a la tierra, al río, al lobo, al bosque en un estado de ser - contándolos entre los seres santos que están siempre mirando quienes tienen necesidades e intereses entrelazados con los nuestros.
Lo que estoy diciendo puede ser contrario a las enseñanzas teístas, así que para quienes creen en un Dios creador, les ofreceré una traducción. Dios está observando desde cada árbol, lobo, río y bosque. Nada fue creado sin propósito e intención. Entonces preguntamos, ¿Cuántos participamos en la satisfacción de ese propósito? El resultado será el mismo de preguntar ¿Qué quiere el bosque? Dejaré al lector la traducción del resto de este ensayo al lenguaje teísta.
Personalmente, no puedo afirmar ser alguien que sabe que seres santos siempre están observándolo. En mi crianza, los seres santos como el cielo, el sol, la luna, el viento, los árboles y los ancestros no eran seres santos en absoluto. El cielo era una colección de partículas de gas consumiéndose en el vacío del espacio. El sol era un balón de hidrógeno fundido. La luna era un pedazo de roca (y una roca una aglomeración de minerales y un mineral un grupo de moléculas sin vida...). El viento eran moléculas en movimiento, dirigidas por fuerzas geométicas. Los árboles eran columnas de bioquímica y los ancestros eran cadáveres en el suelo. El mundo afuera de nosotros mismos estaba mudo y muerto, una mezcla arbitraria de fuerza y masa. No había nada allá afuera, ninguna inteligencia que me observara, y ninguna razón para hacer nada mejor que lo que sus consecuencias razonables predecibles pudieran justificar.
¿Porqué debo mantener la vela en mi altar posicionada justo en su lugar? Es solamente cera que se oxida en torno a la mecha. Su localización no ejerce fuerza sobre el mundo. ¿Porqué debería hacer mi cama cuando dormiré en ella una vez más la siguiente noche? ¿Por qué debería hacer algo mejor que lo que he hecho por el grado, el jefe, o el mercado? ¿Por qué debería ejercer algún esfuerzo para hacer algo más bello de lo que necesita ser? Solo cortaré algunas esquinas - nadie lo sabrá. En mi imaginación infantil, el sol y el viento y el pasto pueden verme, pero vamos, ellos en realidad no me están viendo, ellos no tienen ojos, ellos no tienen un sistema nervioso central, ellos no son seres como lo soy yo. Esa es la ideología con la que crecí.
La visión ceremonial no niega que uno puede ver de manera provechosa el cielo como un grupo de partículas de gas o la piedra como un compuesto de minerales. Esto no limita al cielo o a la piedra a eso. Mantiene como verdaderas y útiles otras formas de verlos, sin privilegiar su composición reduccionista de ser lo que "realmente" son. Entonces, la alternativa a la visión del mundo de mi crianza no es abandonar la practicidad por cierta clase de estética ceremonial. La división entre la practicidad y la estética es una falsedad. Es lógico solamente en un recuento causal de la vida que niega su misterio e inteligencia elegante. La realidad no es lo que nos han dicho. Hay inteligencias trabajando en el mundo más allá de la humana y principios causales además de los de la fuerza. La sincronicidad, resonancia mórfica y la autopoiesis, si bien no son opuestas a la causalidad basada en la fuerza, pueden expandir nuestros horizontes de posibilidad. En consecuencia, no es que una ceremonia "hará" que las cosas sucedan de otra forma en el mundo; es que "jalará" y "moldeará" la realidad de tal forma en la que suceden cosas distintas.
Vivir una vida desprovista de ceremonias nos deja sin aliados. Excluídos de nuestra realidad, ellos nos abandonan en un mundo sin inteligencia - la misma imagen de ideología modernista. La visión mecanicista del mundo se vuelve su propia profecía auto-cumplida y de hecho somos dejados sin nada más que la fuerza para afectar al mundo.
La transición que las personas tradicionales como el Kogi o Dogon ofrecen no es adoptar o imitar sus ceremonias, es hacia una visión del mundo que nos mantenga a nosotros los humanos acompañados en el mundo, participando en un coloquio de inteligencias en un universo lleno de seres. Una ceremonia declara una decisión de vivir en dicho universo y participar en su formación de realidad.

Ceremonia en Sanación Ambiental

Prácticamente hablando - ¡espere! Todo lo que he dicho ya es eminentemente práctico. Permítanme hablar de extender la mente ceremonial al reino de la política y práctica ambiental. Eso significa hacer lo correcto por cada lugar en la Tierra, comprenderla como un ser y saber que si tratamos cada lugar y especie y ecosistema como sagrado invitaremos al planeta también dentro de la totalidad sagrada.
Algunas veces, las acciones que surgen de ver cada lugar como sagrado encajan fácilmente en la lógica de captura de carbono y cambio climático, como cuando detenemos un oleoducto para proteger aguas sagradas. En otras ocasiones, la lógica del presupuesto de carbono parece ir en contravía con los instintos de una mente ceremonial. Hoy en día, los bosques están siendo removidos para dar vía a mega-páneles solares, y turbinas de viento gigantescas que sobrepasan el paisaje están matando aves. Además, cualquier cosa que no exhiba fácilmente una influencia en los gases de efecto invernadero se está volviendo invisible a los diseñadores de políticas ambientales. ¿Cuál es la contribución práctica de una tortuga marina? ¿Un elefante? ¿Qué importa si ubico mi vela descuidadamente en el altar?
En una ceremonia, todo importa y atendemos a cada detalle. Cuando nos acercamos a la sanación ecológica con una mente ceremonial, más y más se hace visible para nuestra atención. Como la ciencia revela la importancia de los seres anteriormente invisibles o trivializados, el alcance de la ceremonia se expande. El suelo, micelio, bacterias, las formas de vías fluviales... cada uno demanda su lugar en el altar de nuestras prácticas agrícolas, prácticas forestales y todas las relaciones con el resto de la vida. A medida que se profundiza la sutileza de nuestro pensamiento causal, vemos por ejemplo que las mariposas o las ranas o las tortugas marinas son cruciales para una biósfera sana. Al final nos damos cuenta que el ojo ceremonial es preciso: que la salud ambiental no puede ser reducida a unas pocas cantidades medibles.
No estoy sugiriendo aquí abandonar proyectos de descontaminación que pueden estar basados en una comprensión más gruesa del mundo; esto es, que puede ser mecanicista en su concepción de la naturaleza. Tenemos que reconocer el siguiente paso hacia adelante en la profundización de una relación ceremonial. Recientemente he estado en contacto con Ravi Shah, un hombre joven en India que está haciendo un trabajo impresionante regenerando estanques y su tierra circundante. Siguiendo el ejemplo de Masanobu Fukuoka, ejerce la más delicada atención, ubicando algunos juncos aquí, removiendo un árbol invasor allí, confiando en los poderes regenerativos innatos de la naturaleza. Entre más minimiza su interferencia, mayor su efecto. Esto no implica que cero interferencia sea la más poderosa de todas. Es que entre más fino y más preciso es su entendimiento, está mejor capacitado para alinear con y servir el movimiento de la naturaleza, y menos necesita interferir para lograrlo. El resultado es que ha creado - o más precisamente, servido a la creación de - un exhuberante y verde oasis en un paisaje en deterioro; un altar vivo.
Ravi es comprensiblemente impaciente con los proyectos de restauración del agua a gran escala como aquellos que describí en mi libro: el trabajo de Rajendra Singh en la India y la restauración de la meseta de loess en China, que no se parecen en nada en su grado de reverencia y atención al detalle micro-local. Esos proyectos surgen de una comprensión más convencional y mecanicista de la hidrología. ¿Dónde está lo sagrado? el pregunta. ¿Dónde está la humildad de la sabiduría exquisita de los ecosistemas interdependientes únicos para cada lugar? Ellos están solo construyendo estanques. Tal vez, digo, pero debemos encontrar a las personas donde ellos están, y celebrar cada paso en la dirección correcta. Estos proyectos hidrológicos mecanicistas también llevan en ellos una reverencia por el agua. El proyecto de Ravi puede ofrecer una visión de lo que podría ser, sin indicar el trabajo que representa el primero de muchos pasos para llegar allí.
Añadiría a eso, que para que la tierra sane necesita un ejemplo de salud, un reservorio de salud desde el cual aprender. El oasis de salud ecológica que él ha establecido puede irradiar hacia afuera a través de los alrededores sociales y ecológicos, transmitiendo salud a los lugares cercanos (por ejemplo, proporcionando refugio y zonas de desove para plantas y animales) y transmitiendo inspiración a otros sanadores de la tierra. Es por esto que el Amazonas es tan crucial, especialmente su región de nacimiento, que es probablemente el mayor reservorio intacto y fuente de salud ecológica en el mundo. Es donde la memoria de salud de Gaia, de un pasado y futuro mundo sano, aún reside intacto.
El trabajo de reparación de la tierra de Ravi funciona exactamente como una ceremonia. Uno podría decir, "No haga ceremonias especiales - cada acto debe ser una ceremonia. Porqué señalar esos diez minutos como especiales." En la misma forma, uno podría insistir en que cada lugar en la Tierra sea tratado inmediatamente como Ravi trata el suyo. Muchos de nosotros, sin embargo, como sociedad como un todo, no estamos listos para dicho paso. El abismo es muy grande. No podemos esperar deshacer nuestros sistemas tecno-industriales, sistemas sociales o nuestra psicología profundamente programada de la noche a la mañana. Lo que funciona para la mayoría de nosotros es establecer un oasis de perfección - la ceremonia - lo mejor que podamos y entonces permitir que fluya a través de nuestro lifescape*, dándole progresivamente más atención, belleza y poder en cada acto. Hacer de cada acto una ceremonia comienza con hacer de un acto una ceremonia.

* Narrativa que detalla la interesección de eventos en la voluntad, emociones, salud, circunstancias socio-económicas, normas culturales y comprotamientos de un individuo en su vida.

Ceremonia de primeros principios

Traer alguna parte de la vida dentro de la ceremonia no lanza al resto en la categoría de lo mundado o no-ceremonioso. Al realizar la ceremonia, intentamos que se irradie a través de nuestro día o semana. Es una piedra angular en medio de las tormentas y el estrés de la vida. Así también, no solamente debemos preservar unos pocos lugares salvajes, santuarios o parques nacionales, o restaurar unos pocos lugares a condiciones prístinas; más bien, esos lugares son Estrellas Polares: ejemplos y recordatorios de lo que es posible. Personas como Ravi administran esos lugares, estamos llamados a llevar un poco de ellos, y entonces más y más de ellos a todos los lugares. Cuando establecemos un pequeño momento de ceremonia en nuestras vidas, estamos llamados a llevar un poco de ello, y entonces más y más de ello a todos los momentos.
¿Cómo reintroducimos la ceremonia en una sociedad de la que está casi ausente? Ya dije que no es para imitar o importar las ceremonias de otras culturas. Tampoco es necesario resucitar las ceremonias de nuestro propio linaje, una empresa que, mientras evita la apariencia de apropiación cultural, arriesga la apropiación de nuestra propia cultura. Las ceremonias están vivas, sin embargo, intentar imitar o preservarlas nos trae solo su efigie.
¿Qué opción nos queda entonces? ¿Es crear nuestras propias ceremonias? Estrictamente hablando, no. Las ceremonias no son creadas, son descubiertas.
Así es como podría funcionar. Comienza con una ceremonia rudimentaria, tal vez encender una vela cada mañana y tomar un momento para meditar sobre quién quiere ser el día de hoy. ¿Pero cómo enciende la vela perfectamente? Tal vez la levanta y la inclina sobre el fósforo. ¿El dónde pone el fósforo? En un pequeño plato tal vez, que mantiene a un lado. Y pone la vela de vuelta enseguida. Entonces puede que haga sonar una campana tres veces. ¿Qué tanto tiempo entre cada sonido? ¿Tiene poco tiempo? No, ¿espere hasta que cada tono se desvanezca en el silencio? Si, así es como se hace...
No estoy diciendo que estas reglas y procedimientos deberían gobernar su ceremonia. Para descubrir una ceremonia, siga el hilo de "Si, así es como se hace," que la atención plena revela. Mirar, escuchar, concentrar la atención, para descubrir qué hacer, qué decir, y cómo participar. No es distinto a cómo las personas como Fukuoka aprenden la correcta relación con la tierra.
La vela puede convertirse en un pequeño altar y su iluminación en una ceremonia más larga de cuidado por ese altar. Entonces irradia hacia afuera. Tal vez pronto organice su escritorio con el mismo cuidado. Y su hogar. Y entonces pone ese mismo cuidado e intencionalmente en su sitio de trabajo, en sus relaciones y en la comida que pone en su cuerpo. Con el tiempo, la ceremonia se convierte en un punto de anclaje para un cambio en la realidad en la que habita. Puede encontrar que la vida se organiza a sí misma entorno a la intención detrás de la ceremonia. Puede experimentar sincronicidad que parece confirmar que de hecho, una inteligencia mayor funciona aquí.
Mientras eso sucede, aumenta la sensación de que innumerables seres nos acompañan aquí. La ceremonia que solamente tiene sentido si seres santos están mirando, nos lleva a una realidad experiencial en la cual los seres santos están de hecho presentes. Entre más presentes ellos están, más profunda la invitación para hacer más actos, de hecho cada acto, una ceremonia realizada con atención plena e integridad. ¿Qué sería la vida entonces? ¿Qué sería el mundo entonces?
Total atención e integridad toman diferentes formas en distintas circunstancias. En un ritual esto significa algo un poco diferente que en un juego, una conversación, o preparar la cena. En una situación puede demandar precisión y orden; en otra, espontaneidad, cuidado o improvisación. La ceremonia establece el tono para cada acto y palabra siendo alineado con lo que uno es realmente, lo que uno quiere ser, y el mundo en el que uno quiere estar.
La ceremonia ofrece una visión de un destino sagrado, el destino de:
Cada acto una ceremonia
Cada palabra una oración
Cada caminata un peregrinaje
Cada lugar un santuario
Un santuario nos conecta con lo sagrado que trasciende cualquier santuario e incluye todo santuario. Una ceremonia puede convertir un lugar en un santuario, ofreciendo una linea de vida a una realidad en la cual todo es sagrado; es el puesto de avanzada de esa realidad o esa historia del mundo. De la misma forma, un pedazo de tierra sanada es un puesto de avanzada para esos oasis restantes de la vitalidad original de la Tierra, como el Amazonas, el Congo, y un esparcimiento de arrecifes de coral no perturbado, pantanos de manglares, etc. Miramos con desespero el nuevo plan de gobierno Brasilero para saquear el Amazonas y nos preguntamos qué podemos hacer para salvarlo. La acción política y económica seguramente es necesaria para hacerlo, pero podemos simultáneamente operar en otra profundidad. Cada lugar de la sanación de la tierra también alimenta el Amazonas y nos acerca a un mundo en el cual permanece intacto. Y, fortaleciendo nuestra relación con esos lugares, hacemos un llamado a poderes desconocidos para fortalecer nuestra resolución y coordinar nuestras alianzas.
Los seres que hemos excluído de nuestra realidad, los seres que hemos disminuído en nuestra percepción hasta no-ser, ellos están aún allí esperándonos. Incluso con toda mi incredulidad heredada (mi cínico interno, educado en ciencias, matemáticas y filosofía analítica es al menos tan estridente como el suyo), si me permito a mi mismo unos pocos momentos de calma atenta, puedo sentir a esos seres reuniéndose. Siempre esperanzados, ellos se acercan a la atención. ¿Puede sentirlos también? En medio de la duda, tal vez, y sin ilusiones, ¿puede sentirlos? Es el mismo sentimiento de estar en un bosque y de repente darse cuenta como si fuera la primera vez: el bosque está vivo. El sol me está mirando. No estoy solo.

Fuente: https://charleseisenstein.org/essays/ceremony/

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