El secreto para sanar la Vergüenza - Jeff Foster

El secreto para sanar la vergüenza se encuentra justamente en el centro de la vergüenza misma; el último lugar adonde buscaríamos.

La vergüenza es como un recipiente mal entendido que contiene amor propio, entretejido con materiales especiales y que solo anhela ser inundado de tu cálida consciencia y curiosidad, y de tu corazón.

El secreto para sanar la vergüenza yace justamente en encontrarte con ella desde adentro, en vez de alguna definición clínica, abstracta y distante de la experiencia. Lo que es conceptual no puede ser realmente tocado; se trata de esta experiencia única, plenamente viva y encarnada de vergüenza tal como aparece en la imaginación, en las poesías, de forma estética dentro tuyo.

No se trata de la vergüenza de ayer o del año anterior, o de la vergüenza que tenías cuando tenías siete años; esta vergüenza se encuentra ya muy lejos.

Se trata más bien de la vergüenza presente, en este momento, que es salvaje, que pica, sin domar, y que emerge como un pensamiento, un sentimiento, y una sensación…

como presión en la cabeza y mariposas en el vientre,

como vacío y anhelo,

como voces en la cabeza,

y deseos en el corazón;

como una luz significativa,

como agua,

como fuego.

La vergüenza ha llegado, no para dañarte, sino para ofrecer con compasión su portal sagrado y poco comprendido.

Toma el riesgo de conocer su fragancia única, de sentirla en el cuerpo, de conocer sus singulares estados de ánimo y sus imágenes.

Toca este lugar sagrado que ha estado anhelando tu amor por tanto tiempo.

Acércate a la vergüenza, pero no tanto como para caer en ella.

Interprenetración sin enredarte. Intimidad sin fusionarte.

¡Olvídate hoy de “sanar” tu vergüenza!

Y en cambio, encuentra al avergonzado, acércate a aquel que se siente poco digno y roto,

Invítalo a entrar a aquel que se siente enfermo y no amado, y sácalo de su escondite, guíalo hacia la luz de la consciencia compasiva.

Encuéntrala en el vientre, en el pecho, en la garganta…

Inúndala de luz, de curiosidad, y cuidado, con esta tierna consciencia que no busca “arreglar” sino entender,

No busca “remendar” sino abrazar,

No busca “aniquilar” sino aliviar y vincularse.

Abraza tu vergüenza cerca de ti como una madre sosteniendo a su precioso niño y pregunta: — “Mi amor, necesitas ser sanada hoy?”

Y escucha, escucha con atención,

Escucha ahora desde la profundidad de tu alma,

Escucha su respuesta sin tiempo mientras emerge del gran silencio de la meditación.

— “Hoy no preciso sanarme, madre: solo sosténme”.

- Jeff Foster

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