La vida no vivida de la Madre.

Cuanto más sana la Niña interior, más segura se hace la Mujer
Bethany Webster

Para estar verdaderamente empoderada, una mujer debe tomar el salto radical desde la identificación con su madre hacia la identificación con su propio ser real.
Hay una mentira de proporciones abrumadoras que está en el centro de nuestras vidas. Esta mentira es tan generalizada que se ha vuelto invisible. Esta mentira es que la inferioridad femenina es el orden natural, implicando que todo lo que es femenino tiene un defecto natural. Esta es la mentira que causa putrefacción en la relación madre / hija, incapacitando a las mujeres colectivamente. La incapacitación puede solamente continuar mientras permanezcamos inconscientes de las infinitas manifestaciones de esta putrefacción, la Herida de la Madre. En este momento en la historia hemos hecho las manifestaciones tan conscientes como es posible, así que podemos ir más allá.
"La niña joven vive cerca al inconsciente de los padres y entonces inconscientemente carga los sueños y ambiciones no cumplidos de sus padres, como también sus problemas y conflictos no resueltos." ~Marion Woodman
La mentira patriarcal de la inferioridad femenina situa a la hija en conflicto entre su deseo natural para vivir su potencial pleno y la verdad de la carencia de su manre en las manos de instituciones patriarcales, incluyendo la familia, la iglesia, los medios y el estado. El vínculo madre / hija puede tener un fondo de tensión promovido por la escasez inherente de poder personal que se les permite en la sociedad y también un enredo entre ellas debido a su difícil situación. Su vínculo está coloreado hasta cierto punto por cómo cada una de ellas hace frente a la mentira sobre su inferioridad.
Esta creencia en un "defecto femenino" mantiene a las mujeres en una rueda sinfin de auto-mejora, constantemente trabajando para lograr un estandar imposible de lo que una "mujer deseable" debe ser. La madre es con frecuencia la primera en impartir esos estándares a la hija. El problema reposa en el hecho de que esos estándares en realidad dañan a la hija pues ellos han hecho daño a la madre y a su madre antes que a ella.

Cada nueva hija viene con una demanda saludable de vivir la vida en sus propios términos

Cuando una hija intenta ir más allá de los estándares de su madre para vivir una vida en sus propios términos, puede sentir como una traición a la madre. Sin embargo, ese impulso de ir más allá de los ideales de la madre es saludable, impulso que da vida. Este es el impulso natural para individualizarse y vivir como un ser real, no un falso ser (que requiere el patriarcado). Pelear ese impulso saludable es permanecer identificada con la madre que mantiene a la hija en una clase de inmadurez emocional, siempre un poco desconfiada y dudando de si misma, y nunca totalmente viviendo su propia vida.
La individuación requiere que la hija se retire de cualquier sobre funcionamiento (trabajo emocional) por la madre, ya sea como su chivo espiatorio, su confidente emocional, su solucionadora de problemas, su mascota o su distracción. También requiere que la hija deje de esperar que la madre haga cosas que ella simplemente no tiene la capacidad de hacer, como celebrar a la hija, verla precisamente, reconocer sus diferencias con amor, etc. Hay mucho dolor a trabajar aquí.
Algún grado de diferenciación emocional de la madre es esencial para sentirse a cargo de su propia vida.
Desafortunadamente nuestra cultura avergüenza a las hijas que examinan su relación con sus madres como simplemente "culpan a sus madres". Aunque el rechazo ligero parece proteger el "estatus elevado" de las madres en la cultura, realmente la explota al proteger su habilidad para pasar normas patriarcales dañinas, mantenerla ignorante de la verdadera magnitud sobre cómo ella las ha sufrido ella misma. La tragedia real es cómo una reflexión consciente sobre esta relación es realmente la base de una responsabilidad adulta verdadera aunque muchos aún crean lo contrario.
La vida no vivida de una madre puede ser experimentada como una carga poderosa sobre la hija, conscientemente o inconscientemente. Factores importanes incluyen: qué tanto una madre tiene conflicto con su propia madre, qué tan profundamente internalizó la mentira de su propia inferioridad, y cualquier trauma no sanado es en ella su propia historia. En otras palabras, cualquier cosa que una madre se rehusa a confrontar en su propia vida, presentará alguna clase de desafío con la hija.
Las madres pueden sentir celos de sus hijas, poniendo a las hijas en una situación dificil. Una hija puede asumir que es responsable de la carencia de su madre. Como una mujer me dijo, "Siempre sentí como si la implicación fuera que era mala cuando me sucedían cosas buenas de manera fácil para mí. La pregunta no formulada era "¿Cómo crees que esto hace sentir a mamá?" causándome asociar la culpa con sentirme bien."
La diferenciación sana de su madre se trata de dejar de vivir bajo la sombra de la disfunción de su madre como si fuera la suya propia.
Otra mujer explicó, "Sentí esta horrible indefensión de no ser capaz de hacer que mi madre vea que no estoy tratando de ser cruel con ella cuando soy feliz. Sin importar cuánto lo intente, ella nunca puede verlo de esa forma. Gradualmente aprendí que dudar de mí misma era una forma de lealtad hacia ella. No ser totalmente exitosa, ni totalmente ambiciosa, era una manera de amarla. Si ella sentía que cruzaba la línea, incluso un suspiro dentro de la felicidad, sentía su retiro energético de mí. Comenzaría a burlarse, criticarme o castigarme, en formas sutiles y solapadas. No creo que sea consciente de nada de esto. El único momento en que no consienta su demanda para atenuarme por ella, me dejó caer por completo. Después me dí cuenta de que mi disposición de contener mi potencia por ella era una clase de alimento del que dependía su vida que de otro modo carecía de validación".
Una dinámica de escasez surge: una sensación de no suficiente amor, espacio o poder entre ellas. Comparación, competencia, celos son las manifestaciones de esta sensación de escasez de fondo.
Para las hijas de madres celosas, puede sentirse como tener que escoger entre el amor de su madre y su propio potencial. Porque una hija depende de su madre, por supuesto, ella tendrá que elegir a su madre y abandonarse a sí misma. Dejar esta dinámica sin sanar y sin examinar, creará un sensación supurante de carencia y resentimiento que podría probablemente pasarse a su propia hija. Y esta es una de las formas en las que la herida se perpetúa en otra generación.

No tiene que ser de esta forma...

Entre más consciente una mujer es de su propia Herida de la Madre y entre más haya tomado responsabilidad por su propio viaje de sanación, menos tensión habrá en la relación madre/hija. Entre más una madre ha duelado sus propias pérdidas y honrado el ser real en su interior, más una hija se sentirá libre para entrar más plenamente a su propia vida, sin preocuparse que su empoderamiento le hará daño a su conexión con su madre.
Las mujeres conscientes hoy pueden servir como unos poderosos "interruptores de patrones" al hacerse conscientes de estas dinámicas y hacer su propio trabajo de sanación interior para transformarlos.
Mientras hacemos el trabajo de parto para darnos a luz en nuestras propias vidas, a menudo llega un tiempo en el cual es necesario retirarse de los patrones limitantes en los que hemos llegado a confiar como somos. Este cese de un patrón puede sentirse como vida o muerte, como que es imposible continuar en el viejo camino pero el nuevo aún no está establecido del todo. Esto puede sentirse particularmente aterrador e incómodo porque es esta clase de punto crítico, usualmente la única forma de avanzar es precisamente por lo que fue rechazado o abandonado cuando era una niña.

Una corta historia: Saliendo de la "fábrica clandestina" de la parentalización

Las niñas parentalizadas son aquellas sobresalientes, que trabajan en exceso, que funcionan de más como medio para inconscientemente lograr la aprobación de su madre o para gestionar la ansiedad de su madre. Atrapada y mantenida como rehén emocional por las necesidades de su madre, son hijas que han tenido que crecer rápido. Pueden ser particularmente frustradas por el peso de la vida no vivida de sus madres.
Después de años de trabajo sanador consistente, la capa más profunda de mi trauma surgió para sanarse. Como una hija parentalizada, luché largamente con trabajar de más, complacer a las personas y esfuerzo. A medida que sanaba cada vez más de estos patrones, descubrí una parte mía que parecía haber estado atrapada en una "fábrica clandestina interior", una parte de mí que había estado trabajando sin parar desde que nací para sobrevivir, siendo hipervigilante, siempre buscando crisis.
Alrededor de ese tiempo, tuve un sueño de escalar una pared infinita de estantes de ibuprofeno, algo que mi madre frecuentemente usaba para aliviar su dolor físico (y sospecho que emocional). Aterrorizada e impotente, sabía que si dejaba de escalar los estantes, caería en un abismo. Cuando desperté de este sueño, estaba en un profundo estado de pena y de alivio inmenso. El sueño parecía ilustrar cómo quería ser su alivio para el dolor pero sin importar lo que hiciera, no podía aliviarlo. Sollocé porque supe que la niña en mí quería salvarla pero no podía. Observé más profundo que nunca que no era la fuente del dolor de mi madre, sino simplemente un disparador para el dolor que me había precedido durante mucho tiempo.
Mis lágrimas se sentían como que estuvieran limpiándome la culpa de mi niña interior que vino a verse a sí misma como "mala" cuando deseaba crecer en su propia vida.
En ese tiempo, estaba teniendo problemas en el trabajo. En cualquier momento que me sentaba con mi lista de pendientes, me sentía paralizada. La única cosas que me permitía trabajar era primero tomar muchas horas haciendo nada en absoluto, mirar afuera desde la ventana, sentir mi existencia como suficiente, sin la demanda de cuidar de otros.
Durante esas horas de mirar afuera a las ramas de los árboles ondeando en el viento, mirando la luz del sol danzando sobre el césped, en un nivel muy profundo, la niña interior parentalizada estaba saliendo de la "fábrica clandestina interior" hacia la luz del sol, vinculándose con la naturaleza como madre, más que la vigilancia como madre. Simplemente siendo, durante horas sin una meta, era lo imperativo. Durante esas horas pude gentimente darle a mi niña interior los mensajes que necesitaba escuchar: "No tienes que responder por las demandas de otros. No tienes que hacer que los demás estén cómodos. No tienes que producir nada para nadie. No tienes que complacer a otros para hacerlos sentir bien. Estás segura ahora. Te amo exactamente como eres." Estas afirmaciones literalmente se sintieron como una cuerda salvavidas y el sendero hacia una completa nueva experiencia de vida.

Entre más sana la niña interior, la mujer se vuelve más segura 

Solamente después de estas horas de tiempo desestructurado pude hacer el trabajo. Y el trabajo que hice fue totalmente diferente, mucho más inspirado, fácil y disfrutable. El trabajo que habría tomado 8 horas se hizo en 3 horas. Me di cuenta que cuando dejamos de estar dirigidas por la herida, hacemos más trabajo en menos tiempo y hay una potencia y poder proporcional en el trabajo que hacemos.
El vínculo entre la madre interior y la niña interior es el puente sólido hacia una vida auténtica, el verdadero "portal de posibilidad".
Llenamos la "brecha de la madre" dándonos a nosotras mismas lo que necesitábamos de nuestras propias madres. Y con este maternaje interior viene el terreno sólido desde el cual emergen nuevas posibilidades. De otra forma, cojeamos a través de la vida culpándonos a nosotras mismas. El canal a través del cual fluyen ideas originales e innovadoras es el mismo canal de nuestras sensibilidades más potentes, incluyendo nuestro dolor, nuestra inocencia, nuestras vulnerabilidades y nuestra conexión irrevocable con toda vida. Este canal es el vínculo con la niña interior. Ganar acceso total sin restricciones a nuestros impulsos creativos es comprometernos con sanar la niña interna que aprendió a desconfiar en sus propias observaciones, intuiciones y emociones.

Cambiar el "defecto" en un déficit...

Sanar la Herida de la Madre involucra remover la sensación de un defecto ("hay algo malo conmigo") y ver que nuestro dolor no es un resultado de algún defecto inherente en nosotros, sino un déficit en nuestras familias y en nuestra cultura que devalúa lo femenino en todas nosotras.
Cualquiera que sea el grado de "carencia interior" que la madre ha lanzado sobre la hija. Ya sea la pasamos inconscientemente o la transformamos conscientemente. No podemos permitir que la carencia de nuestra madre evite que creemos nuestro propio alimento interior. Nuestras madres tienen sus propios viajes de sanación, que son su responsabilidad trabajarlos. Como hijas todo lo que podemos hacer es tomar la responsabilidad de nuestro propio dolor y convertirnos en las mujeres que estamos destinadas a ser.
Para crear un "terreno interior" sólido y vivir realmente como nuestros seres auténticos, tenemos que escucriñar los escombros de nuestra herencia patriarcal que hemos recibido de nuestras madres. Toma energía consistente crear un vínculo interior de seguridad con el niño interior, así su sabiduría, pureza y creatividad pueden fluir en nuestras vidas. Entre más energía dejemos de poner en lograr estándares culturales imposibles, más energía podemos invertir en crear este vínculo interior fuerte que pueda formar la base de una vida verdaderamente excepcional que eleve el conjunto.
El alimento que todos buscamos viene de vivir como el Ser Real, no através de cumplir estándares culturales que refuerzan el "ser falso". El Ser Real incluye nuestro dolor, nuestros defectos, nuestros errores, las mismas cosas que nos han enseñado a rechazar en nosotros mismos desde niños.
Muchos niegan la verdadera magnitud de lo que soportaron en su infancia, sin nunca conocerse realmente a ellos mismos, nunca realmente conocer a otros, nunca tocando la tierra realmente. Esta negación sostiene tantas negativas, creando una clase de retención existencial que endurece el corazón. Sentirse completamente vivo significa sentir ese dolor prohibido, el dolor que da a luz el conocimiento directo de nuestra conexión inherente e inquebrantable con todas las cosas.

"Cuando estás viviendo tu propia realidad, te conviertes en el soberano de tu vida."~Marion Woodman



Fuente: https://womboflight.com/the-unlived-life-of-the-mother-the-more-the-inner-child-heals-the-more-confident-the-woman-becomes?fbclid=IwAR1hpN8UtCai3_RDMTj93ZsS3EWp1cJwMNLT0l-IqjzLTCBn57mwrE4t29s

© Bethany Webster 2017-2018

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