Intimidad, la Madre Interior y el Masculino Despierto - Bethany Webster

Todas las relaciones comienzan y terminan en separación, excepto la relación con nuestras madres, que comienza en una unidad, en una identidad fusionada. Cualquier déficit que sintiéramos en esa relación primaria naturalmente se proyecta afuera en otras personas o situaciones. La huella de apego en esa diada primaria se convierte en los lentes a través de los cuales vemos todas las relaciones posteriores.
Una de las tareas primarias en el proceso de sanar la herida de la madre es identificar nuestra "brecha materna". Y conscientemente llenar esa brecha de nutrición desde nuestro interior, más que pedir inconscientemente a otros que lo hagan por nosotros.
Nuestras parejas románticas pueden servir como potentes laboratorios para transformar las narrativas limitantes de nuestra niñez.
La fase inicial del romance puede volver a despertar el sueño infantil de la "madre inagotable" con su sentido de combinación, pertenencia, sorbresa y sensación de llegar a casa. Y con el tiempo, las limitaciones y defectos de nuestras parejas pueden volver a despertar el duelo por la pérdida de este sueño. Esta sensación de pérdida puede disparar la experiencia de "Hoyo Negro" de la herida de la madre, la impotencia de sentirse solo como un niño, con su dolor, terror e inquietud insoportable.
Cuando éramos niños, necesitábamos protegernos a nosotros mismos del dolor llenando la brecha mediante mecanismos de afrontamiento con el fin de sobrevivir. Pero ahora como adultos, sentirla totalmente es exactamente lo que se necesita para transformarla. En otras palabras, cuando niños sentir el vacío de la herida de la madre se siente como la muerte, pero como adultos, estar presente a través de ese dolor, sin evitarlo es necesario para vivir de VERDAD.
La clave aquí es permanecer presente con su niño interior en el vacío de la brecha de la madre sin evitarla o llenarla con actividades sobre funcionales.
Algunas de las formas en las que típicamente evitamos el dolor de la brecha de la madre pueden incluir comportamientos excesivos como preocupación, comer de más, comprar compulsivamente, usar internet, buscar aprobación, cuidado emocional, etc.
Cuando nuestro vínculo de apego con nuestras madres fue forjado en algún grado de trauma, podemos inconscientemente buscar apegos que reflejen ese trauma original. Transformar a la madre interior es lo que interrumpe el patrón que hace posible un nuevo vínculo de apego saludable.
Nuestra brecha materna puede ser desencadenada por disparadores negativos o positivos. Los disparadores negativos son situaciones que nos recuerdan el dolor emocional que experimentamos cuando niños. Y los disparadores positivos son cuando alguien nos da más amor, afecto o respeto que jamás hemos experimentado. Cualquier disparador puede provocar pena respecto a ese déficit original de nutrición. También puede desencadenar sentimientos de apego hacia una nueva persona externa. El desafío es permanecer consigo mismo, conscientemente en la brecha, más que evitar la pena y obsesionarse con la persona externa como la "nueva madre".
La clave es conscientemente experimentar esa soledad insoportable que sentimos como niños y afirmar nuestra valía frente a ese vacío profundo. Para estar amorosamente presente en ese vacío y no saltar a patrones de compensación como hacer de más ("sobre-funcionar") o evitar.
No llenar el vacío con algo externo puede sentirse insoportable, como la necesidad de una droga. Esto es porque refleja esa inquietud que pudimos haber sentido de niños cuando el contacto con la madre era literalmente de vida o  muerte.
En el camino, seremos probados en nuestro maternaje interno.
Con cada prueba, nos hacemos más hábiles como madres internas en SER un espacio interior, donde nuestro niño interior pueda derrumbarse en un estado de desorganización (incluyendo pena, tristeza, confusión) y volver a reunirse en una nueva formación como un nuevo Ser, re-emergiendo con energías más plenamente activadas e incorporadas que antes.
La madre interior se vuelve un espacio donde podemos constantemente morir y renacer.
Con cada giro del espiral de crecimiento, podemos ser más hábiles para transformar niveles más profundos de dolor en consciencia, activando nuestros potenciales totales y dones espirituales. Si vamos lo suficientemente profundo en el agujero negro de la herida de la madre, puede sentirse como ir en una caída vertical que puede catapultarnos hasta alcanzar niveles cada vez más altos a medida que lo integramos.
Hasta dónde ascendemos depende de qué tan profundamente nos permitimos procesar conscientemente ese dolor original. El apoyo es esencial.
Existe una idea errónea de que cuanto más hábil seamos en nuestro maternaje interno, menos dolor necesitaremos para procesarlo. Con frecuencia es el caso opuesto, al menos durante un tiempo. Entre más hábil seamos en el maternaje interior, más dolor seremos capaces de transmutar en nosotros mismos. Este es un signo de progreso, pero es fácil confundirlo con un retroceso. El progreso es que somos lo suficientemente fuertes para sanar niveles cada vez más profundos de trauma y las energías más altas y sutiles que somos capaces de incorporar a medida que emergemos de cada descenso.
Entre nuestro niño interior confíe más en nuestra madre interior, menos tiempo y esfuerzo es requerido para procesar el dolor y transformarlo.
La madre interior cambia desde un duplicado de nuestra madre exterior con sus defectos y limitaciones, hacia una madre que puede satisfacer con precisión nuestras necesidades interiores. La madre interior es una estructura dentro nuestro que puede sostenernos de manera segura sin importar lo que está sucediendo afuera. Todos los sentimientos están permitidos, ninguna experiencia es rechazada. Esto es libertad.
Esta madre interior es construida incrementalmente, un paso pequeño a la vez a medida que las viejas estructuras patriarcales limitantes disminuyen. Mientras cultivamos a nuestra madre interior, comenzamos a sentir una seguridad profunda para elevarnos en nuestra grandeza. Comenzamos a conocernos a nosotros mismos como células en un cuerpo inmenso de amor, constantemente muriendo y renaciendo, en nuestra más profunda pena y alegría, pero siempre sostenidos en un abrazo eterno del más allá.
"El Amor me dijo: no hay nada que no sea yo; sé en Silencio.” —Rumi
A medida que nos sentimos nosotros mismos como nuestra propia fuente desbordante y abundante, nos hacemos la fuente primaria de nuestro propio placer. Dejamos de ver a nuestras parejas románticas como la fuente primaria. Nuestras parejas se vuelven espejos para la pareja mística interior, el amado interno, que es el poder superior en nosotros.
Si la madre interior es lo suficientemente fuerte, en cierto punto una energía masculina despierta puede emerger.
Tanto hombres como mujeres tienen energías masculinas y femininas en su interior. A medida que tanto hombres como mujeres sanan las heridas de sus madres, nos volvemos más integrados y sofisticados en cómo podemos encontrarnos en las relaciones. Tenemos una mayor capacidad de profundidad para ver y sostener profundamente.
Una energía masculina despierta puede surgir en nuestro interior (hombre o mujer) a medida que nos hacemos más hábiles en el maternaje interior. Esto puede pasar una vez el nivel de nutrición interna y permiso para ser real es lo suficientemente fuerte y visceralmente sabemos que tenemos un espacio interior incondicionalmente seguro para desarmarse cuando sea necesario.
Esta energía masculina despierta surge a medida que nos hacemos más hábiles al integrar nuestros descensos en el agujero negro. Esta energía es alerta, calmada, espaciosa y amorosamente feroz. Esta energía masculina es como un rayo láser, precisa, comprometida con una acción sin remordimientos que surge de un lugar de servicio superior, con integridad extrema y compromiso inquebrantable. Experimento esta energía masculina como la energía de un águila - tiene profunda claridad y una perspectiva más elevada que le permite tomar acción rápida y precisa en el momento correcto. Tiene una energía de "está hecho" y el éxito asegurado, no desde un lugar arrogante sino desde un lugar de inmenso amor y clara dirección. La energía no se pierde ni se fuga.
Esta energía masculina es lo suficientemente espaciosa para soprotar la necesidad de periódicamente caer en la energía desconocida, creativa e indomable de lo femenino y entonces enfocar esa energía en acción y formas concretas.
Una de las formas en que podemos experimentar esta integración es que la necesidad de descanso profundo y la necesidad de acción masiva ya no están en oposición; en cambio comienzan a contenerse mutuamente una a la otra en un flujo confiable. Puede sentirse como orden y caos que comienzan a coexistir en su interior en armonía perfecta.
Las profundidades seguras de la madre interior y las alturas de alerta del masculino despierto forman un eje vertical que nos contiene en habilidad para manifestar la sabiduría inocente de nuestro ser real, auténtico en el mundo físico.
Nos hacemos más espaciosos en nuestras relaciones románticas con una mayor capacidad tanto para la vulnerabilidad profunda como para los límites firmes. La tendencia a colapsar reactivamente en contracción, juicio o rentención disminuye. Con el tiempo, nos volvemos lo suficientemente vastos para incorporar un amor que puede contener perspectivas múltiples sin abandonarnos nosotros mismos o a otra persona en defensa de la herida.
Nos hacemos valientes, incluso audaces, con una integridad firme y profunda, permitiéndonoes conectar en formas más innovadoras y creativas. Podemos desnudarnos unos a otros desde un lugar de honestidad profunda y de seguridad interior, más que desde nuestro patrón de apego basado en el trauma.
Desde este nivel, las deficiencias de nuestras parejas ya no nos causan el cuestionamiento de nuestro valor. Podemos sentir la herida lo suficiente como para activar la vieja narrativa, pero solamente lo suficiente para transformarla aún más, no para volver a atrincherarla. Cuando las esperanzas románticas se desvanecen, tenemos confianza en nuestra habilidad de calmarnos a nosotros mismos a través de cualquier desilusión y obtener una gran cantidad de auto-comprensión que acentúe nuestra unión interior con nuestro ser más profundo.
Nuestras relaciones comienzan a llegar desde un lugar de plenitud y posteriormente podemos ir más profundo entre nosotros en lo REAL, contener un espacio para la tensión de opuestos e incorporar ese abrazo eterno. Aceptando nuestro pleno valor, potencial y poder ya no tiene que equipararse con una soledad aislada sino con una unidad ampliada.
La intimidad más poderosa es cuando ninguna emoción o experiencia puede separarnos de nosotros mismos. Esta es la verdadera seguridad y libertad. Este esl el regalo que nos espera en la herida de la madre. Lo que ofrecemos al mundo (y a nuestras parejas) desde ese lugar de intimidad interior es el mayor regalo.
"Pensabas que esa unión era un camino en el que podías decidir ir. Pero el alma sigue las cosas rechazadas y casi olvidadas. Tu verdadero guía bebe de una corriente sin tapujos." ~ Rumi

© Bethany Webster 2015 - 2018
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Fuente: https://womboflight.com/intimacy-the-inner-mother-and-the-awakened-masculine


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