Amor y libido - Carl Gustav Jung

Allí donde reina el amor, el poder individual no tiene ningún poder, y allí donde este poder domina, no hay amor. Es difícil pensar que este mundo tan rico pueda ser pobre al punto de no poder ofrecer un objeto al amor de un ser humano. Ofrece a cada uno un espacio infinito. Es la incapacidad de amar la que roba al hombre sus posibilidades. Nuestro mundo solamente es vacío para aquel que no sabe dirigir su libido a las cosas y personas para hacérselas vivas y bellas. La belleza no reside en las cosas sino en los sentimientos que conferimos a las cosas. Lo que, por tanto, nos obliga a crear un sustituto a partir de nosotros mismos, no es la carencia exterior de objetos, sino nuestra incapacidad de abrazar amorosamente algo que está fuera de nosotros. Seguramente nos agobien las dificultades de las condiciones de la existencia, las contrariedades de la lucha por la vida, pero, por otra parte, las situaciones exteriormente muy dificiles no obstaculizarán el amor, al contrario, pueden estimularnos a realizar esfuerzos más grandes, llevándonos a inscribir toda nuestra libido en la realidad.

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