La psique y su vecindario - Surá Lillo

“La cadena más acerrada y más inquebrantable es la que nuestro propio yo nos echa al cuello. Porque de lo que huimos y por lo que suspiramos va dentro de nosotros” Antonio Gala

Desarrollar nuestra consciencia como individuos nos lleva a enfrentar nuestro sistema de creencias consciente e inconsciente. Para la mayoría de nosotros diseminar lo que sentimos, pensamos y actuamos es un arduo trabajo, pues en la percepción de nuestro “Yo” consciente, dejamos zonas muertas por donde se escapa nuestra “sombra”, actitudes que reconocemos muy bien en los otros, y las cuales, al ser culposas o juzgables, apostillamos en nuestro sótano o cuarto oscuro interior.
Para Simon Freud & Jung el inconsciente tiene principalmente una función compensatoria y éste se manifiesta de distintas formas.
Lo inconsciente modifica sus formas y su función como ocurre en la actitud consciente. La función reductiva de lo inconsciente actúa sobre un material compuesto esencialmente por los deseos sexuales infantiles reprimidos, anhelos infantiles de poderío, por residuos de instintos, pensamientos y sentimientos arcaicos y colectivos.
C. Jung basaba sus investigaciones en la práctica clínica donde analizaba de manera minuciosa y simbólica los contenidos arquetípicos de los sueños de sus pacientes para así desvelar el mensaje que el “Self”, el o arquetipo del “Sí mismo”, esta parte de nosotros que está más íntimamente conectada con nuestro sentir más profundo, esa esencia que nos impulsa a seguir creciendo.
Según los estudios del investigador y Psiquiatra Suizo, existen tantos arquetipos como situaciones típicas en la vida. Una repetición interminable ha grabado esas experiencias en nuestra constitución psíquica. Los arquetipos no son símbolos, sino que formas de experimentar y ver nuestra vida en distintas circunstancias y emergen cada vez que una situación gatilla estas motivaciones primordiales.
Para Jung, los siguientes arquetipos, son los más predominantes dentro de la psique del individuo, después de haber estudiando a innumerables pacientes de diferentes culturas y condiciones, en todos ellos parecían repetirse una serie de figuras simbólicas recurrentes.

  • El arquetipo de la "sombra" que representa el lado oscuro del “YO”; todo lo negado y reprimido dentro de nosotros.
  • El arquetipo del "ánima" aspecto femenino presente en el inconsciente de los varones, se asocia a la emoción profunda, la intuición y la fuerza dadora de vida. Musas, brujas, arpías y princesas suelen representar los diversos aspectos de este arquetipo.
  • El arquetipo del "ánimus"; representa el aspecto masculino de la mujer y se asocia a la fuerza, la competencia, la conquista y la lógica. Villanos, galanes, héroes, príncipes y vagabundos emergen de esta figura.
  • El arquetipo de "la máscara" el modo en que se presenta el individuo ante los demás, la fachada con la cual interactúa con el mundo y el aspecto que el sujeto deja ver de sí mismo. Muchos confunden la máscara con su verdadera identidad.
  • El arquetipo del “Self” o “si mismo”, representa la integración total del individuo; la inclinación hacia el autoconocimiento, el equilibrio interno y armonía entre los aspectos conscientes e inconscientes del hombre y se suele representar a través de mándalas.

El inconsciente opera en nuestra realidad en numerosas formas arquetípicas, las más evidentes son los contenidos simbólicos de los sueños; las reacciones desmesuradas emocionales sin control; las actitudes como la crítica, la desconfianza; el egoísmo y el miedo entre otras, así como las enfermedades, siendo éstas la expresión más evidente y desgarradora de nuestra Psique.

LA FORMACIÓN DEL “YO” CONSCIENTE Y SU SOMBRA:

“EL NIÑ@ HERIDOS”

Las grabaciones que adquirimos en nuestra niñez, en relación con el mundo que nos rodeaba; colegio, familia, instituciones religiosas… todas ellas formaron un sistema de creencias en particular único en el individuo, además de las creencias que conforman el inconsciente colectivo. Todos aquellos contenidos de la psique que son comunes en todas las personas donde su origen llega de los distintos Mitos.
Y a pesar de albergar todas estas aptitudes, nuestra mente subconsciente contiene nuestros sueños, anhelos profundos y también los talentos considerados por Jung como la manifestación del “self” o energía psíquica primordial.
En la infancia es cuando emergen nuestros verdaderos talentos, en esos tempranos años de evolución de la Psique, el niño vive en un mundo totalmente nuevo, donde sus primeras relaciones son de vital importancia, siendo la madre una total influencia en los primeros 7 años de vida; a partir de este momento el niño comienza a fijar su atención en la figura masculina representada por el padre. Estas dos figuras son una total influencia en la psique del infante.
Hoy en día muchos padres no disponen del tiempo para estar con sus hijos pasando así por alto muchas de las cualidades y talentos que estos traen.
La mayoría de los adultos viven con sus anhelos más profundos reprimidos, y esto hace que la persona pierda la ilusión por la vida pues no está desarrollando una serie de cualidades que trae consigo para su desarrollo.
Por todos es sabido que los talentos artísticos no sirven en esta sociedad donde lo que impera es la competitividad y el excesivo egoísmo. Donde somos instigados y premiados por optar por profesiones que nos den una “seguridad” como por ejemplo ser “funcionarios”.
Cuando no desarrollamos nuestras habilidades artísticas, éstas quedan por completo enterradas en lo profundo de la Psique, llevando al individuo a la depresión o falta de energía libidinal.
Esa falta de confianza y sentimiento de que el mundo es un lugar hostil y peligroso son programaciones que el niño-a reciben los primeros años de su vida.

LA NIÑA HERIDA Y LA HERIDA PRIMORDIAL DE LA MUJER

A eso hemos de añadir las creencias externas sobre la condición sexual del niño, ya que si esta es hembra; es decir es una niña, sobre ella cae un peso de inferioridad frente al varón.
En el inconsciente colectivo circula aún muy presente la infravaloración de la mujer y sus capacidades, y aunque en Europa haya muchas mujeres que gocen de una libertad intelectual, económica y cultural, si bien es verdad que aún en el 2012 existen muchas mujeres oprimidas, abusadas, violadas e incluso asesinadas por sus “conyugues o parejas”.
La psique de la niña se conforma bajo un sentimiento soterrado de culpa por no haber nacido varón.
Así ser mujer implica llevar una carga emocional de dolor y sufrimiento que por ser algo que se ha repetido en las historias familiares, traspasándose de generación en generación, estos contenidos pasan a ser habitantes de la psique conformados en lo que C. Jung llamó Arquetipos de la sombra femenina.

LA SOMBRA DEL ARQUETIPO DEL “ANIMA” (o lado Femenino)

Cuando el hombre proyecta el arquetipo del “anima” sobre la mujer, esta aparece como un objeto de su dominio y propiedad esta se manifiesta en múltiples formas reprimidas en su psique, como son los diferentes arquetipos de la sombra femeninos: Madre siniestra, la esclava, la puta, la niña herida, la monja. Esta es la sombra del arquetipo del ánima que emerge de la proyección machista del hombre hacia mujer.
La idea patriarcal que la “mujer no es nadie sin un hombre”; la maldición de la “solterona”; el concepto de no ser una verdadera mujer si esta no tiene hijos; que es una “puta” si tiene relaciones con hombres sin estar casada; que su cuerpo es sucio e impuro mientras menstrua; que su cuerpo es imperfecto;  esto ha hecho que la mujer enferme desconectada de su verdadera naturaleza.
Estas proyecciones del “anima” tienen su correlación en el arquetipo del “animus” que emerge en forma de el arquetipo del “macho”, donde la mujer se considera un trofeo a conquistar por el hombre y cuanto mayor sea el numero de conquistas, mayor será la fuerza de este arquetipo, ya que parte del reconocimiento, el hombre lo ve reflejado en su bravura sexual, lo penoso es que dentro de este proceso inconsciente la mujer no es realmente vista como es, sino como reflejo de esa proyección de la sombra masculina.
Así bien el arquetipo del “amo” da vida a la energía psíquica en la mujer donde esta emerge como “esclava” al servicio del hombre, controlando éste la supervivencia de la mujer y de esta forma ejerciendo su dominio sobre ella. Reprimiendo ambos la energía sexual a favor de experimentar la sexualidad desde un prisma inconsciente meramente emocional y desatinado.
Si bien esto no ha de servir para señalar el aspecto doloroso del ser humano, esto ha de inspirarnos a conocernos desde prismas aun inexplorados por nosotros, pues por más dolorosos que puedan parecer estos contenidos, al transitarlos e integrarlos alcanzamos la Individuación, concepto Junguiano que se refiere a la realización del individuo en Si mismo.
Pero por desgracia para muchos aun vale el dicho “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” y es que nuestra mente se aferra a lo que conoce y le aterra lo desconocido, y es en base a ese temor que nuestra sombra campa a sus anchas haciéndonos victimas una y otra vez de nosotros mismos, pues como afirma Antonio Gala en un artículo del País dominical del año 1995 llamado “Libertad Interior”; “la cadena más acerrada y más inquebrantable es la que nuestro propio yo nos echa al cuello. Porque de lo que huimos y por lo que suspiramos va dentro de nosotros”
La sumisión a la voluntad ajena, por culpa del falso YO que vende al verdadero, es el principal enemigo de nuestra libertad. El poderoso no es nunca el que hiere o destruye, sino el que sabe curar y construir: Libremente y a solas si es preciso”

Surá Lillo
Terapeuta Holística- Master Terapia con Geometrías de Obsidiana
Avalada por la SITO (Sociedad Internacional de Terapeutas de Obsidiana)

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