Reconciliarse con el niño interior -

Imagina...
un niño feliz de vivir su vida de niño... Juega, canta, corre, salta...
Originalmente, el Niño Interior es un Niño Libre: es la expresión de la vida que surge.
Manifiesta espontáneamente el placer de vivir y la alegría.
No se le ocurre juzgar sus comportamientos para bien ni para mal, existe en él una Pulsión de Vida, una corriente natural que se desarrolla como la savia de los árboles y conduce a su florecimiento.
Es el aspecto energético del Niño de la Vida...
Pero un día, es reprendido porque se mueve o grita, se le juzga indecente o detestable cuando manifiesta sus opiniones y sus sentimientos.
Está solo cuando llama. Ya no tiene la posibilidad de dejar que su vida se manifieste espontáneamente... está enojado, triste, perdido. Su impulso de vida a sido menoscabado progresivamente.
Cuando permitió que su espontaneidad se expresara, recibió culpas y comentarios negativos y se volvió peligroso para él.
Entonces su energía de vida se ha encogido, el Niño de la vida se convirtió en un Niño herido...
El Niño Libre y el Niño Herido, son los dos principales aspectos de nuestro Niño Interior.
El Niño Interior es el niño que vive en nosotros actualmente.
No es ya el niño que fuimos en nuestra infancia, incluso si procede de él, ha evolucionado día a día.
Algunas heridas han sido reforzadas por dolores de la adolescencia o del adulto, nuevas heridas han sido producidas, otras han sido borradas, han sido perdonadas o superadas.
Aunque constituye un aspecto integral de nuestra personalidad adulta, lo llamamos Niño porque representa las características del niño: la espontaneidad, la autenticidad, el no-juicio, la confianza.
El Niño Interior expresa emociones auténticas, ya sea su alegría o su dolor.
Todo ser humano abriga en él, dos Yo, uno es un adulto, el otro es un niño...
Creemos ser adultos, mientras no somos sino niños grandes, eternamente insatisfechos, dependientes, incapaces de mantener relaciones satisfactorias.
Es en realidad el Niño Interior quien guía los pasos del adulto.
Hay un niño que llora en el corazón de cada adulto... Hay un niño herido en el corazón de cada adulto, que grita desesperadamente para ser escuchado, tranquilizado, abrazado, reconfortado... y después de todo este tiempo, lo sofocamos para no sufrir.
Este niño que vive en nosotros, hacemos como si no existiera: nos negamos a escucharlo, ignoramos deliberadamente sus deseos, sus frustraciones, sus temores y su necesidad de amor.
Lo encerramos simbólicamente en lo más profundo de nosotros mismos con doble llave...
Este niño es la memoria de todo aquello que nos hirió y que no ha podido ser expresado.
Es el guardián de una herida fundamental: la falta de amor...
Todo el mundo alberga a un niño interior porque todos en la medida que somos, percibimos el mundo a través de los ojos de un niño.
Y todos tenemos algunos recuerdos de sus percepciones.
Ese niño se acuerda de su impotencia, de su incapacidad de dominar el curso de las cosas, el guarda en la memoria injusticias innombrables.
El pequeño niño lastimado, herido, que aprendió a convertirse en adulto es el Ego...
El está invadido de miedos, de creencias erróneas y busca incansablemente la protección exterior...
Este Ego nos ha ayudado a sobrevivir, pero también obstaculiza la autenticidad de nuestros intercambios y de nuestra espiritualidad
Creciendo, nos hemos adaptado a las restricciones familiares, sociales y culturales que nos han alejado de nuestra naturaleza auténtica, amante y creativa simbolizada por la imagen del niño...
La consecuencia de esta pérdida de contacto con el Niño Interior es una disminución de la expresión de sí, de quien somos.
Pequeños, teníamos necesidad de amor, de cuidado y de calor para vivir pero hemos percibido una falta de amor cada vez que no recibíamos exactamente lo que necesitábamos.
Cuando el niño experimenta por primera vez rechazo o abandono, el no tiene la inteligencia necesaria para comprender lo que sucede.
Su pequeño cuerpo no tiene la capacidad de soportar este trauma. El lo libera en su sistema. Desarrolla mecanismos de adaptación.
Son hábitos inconscientes que creamos para adormecer el dolor.
Cuando ellos son repetidos durante cierto tiempo, se convierten en comportamientos que crean una dependencia.
Tu yo herido es esta parte de ti mismo que puede utilizar la comida, las drogas o el alcohol para adormecer tu miedo y tu soledad...
Cada estadio que has atravesado en el curso de tu infancia, exigía un sostén muy particular y diferente en cada etapa.
Cuando comprendes cuáles eran tus necesidades en cada edad, y cuáles son las que no fueron satisfechas, te haces consciente, responsable, capaz de darte la educación adecuada que puede ser que no has recibido, capaz de brindarte la atención, el amor, el sostén que te hicieron falta.
Algunos adultos llevan en ellos un yo inmaduro y rebelde que reivindica lo que no ha recibido.
Cada uno de los momentos difíciles que hemos vivido en nuestra vida ha inscrito una herida en nuestra memoria emocional...
Así, cada vez que revivimos una situación parecida, la herida es estimulada e inconscientemente traída de vuelta a la vida, sin importar el número de años que han transcurrido desde el primer incidente.
Este despertar tiene como efecto hacernos reaccionar de una manera impulsiva y algunas veces incluso de hacer gestosque nos parecen del todo incomprensibles, comportamientos donde la lógica ya no tiene cabida.
Es entonces que nuestra memoria emocional se defiendo pues ella no quiere revivir el trauma que hemos vivido siendo niños...
Tu yo herido se convierte emocionalmente en esa parte de ti, y que lleva con ella todos los temores, las falsas creencias y los comportamiento de control que resultan de estas experiencias.
Mientras que estos miedos, estas creencias y esta necesidad de controlar nos hacen sufrir en nuestra vida adulta, de niños, era la única forma en la que nos podíamos sentir en confianza. Se convirtieron en nuestros mecanismos de supervivencia.
Muchos de los sufrimientos de los adultos son el fruto de ese yo adaptado e infantil que nos hace creer que para ser amado, uno no debe ser uno mismo y que el mundo exterior va finalmente a satisfacer nuestras faltas...
De esas creencias nace una percepción degradada o idealizada de la realidad que nos separa de nuestro yo verdadero y de nuestra verdad interior.
Los conflictos y heridas no resueltas de nuestra infancia juegan un rol importante en nuestro comportamiento y en nuestras relaciones.
Todas las partes de ese yo herido tienen necesidad de sanar, y ellas pueden ser sanadas solamente por la compasión, la aceptación y el amor incondicional.
El Niño lastimado en nosotros está siempre vivo y demanda ser reconocido y amado para reencontrar su espontaneidad y su vitalidad.
Reconciliarse con su niño interior vuelve a utilizar nuestras características de niño para ser un adulto más maduro.
Nunca es realmente el adulto quien sufre sino el niño en él.
Hasta que no asumamos la justa cólera de nuestro niño inteiror, la volvemos contra nosotros mismos o la dirigimos contra otras personas en situaciones inapropiadas...
Por lo tanto, para liberarse del pasado y encontrar su equilibrio, hace falta buscar su  niño interior, escucharlo y hacer las paces con él para sanarlo.
Es teniendo la voluntad de reconocer y aceptar nuestro sufrimiento, no negándolo, ignorándolo enterrado en las profundidades de nuestro Ser...
Querer conocer las causas de nuestro sufrimiento para vencerlo definitivamente es esencial, pues tarde o temprano, terminará siempre por atraparnos.
Por lo tanto es teniendo un diálogo interior "adulto niño" que podemos desprogramar todas las viejas creencias que están en la raíz de nuestras dificultades e incomodidades, dejando caer las defensas para protegernos, expresando nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestras cóleras y dolores.
Abriéndonos a nuestra guía interior y teniendo confianza en nuestra intuición...
Encontrando ese niño en nosotros, nos damos la posibilidad de ayudarle a terminar su crecimiento.
Nos damos los medios de un acceso al ser auténtico en el fondo de nosotros, refugiado detrás de nuestros comportamientos.
Nos ofrecemos la oportunidad de escoger vivir nuestra vida adulta de manera satisfactoria, armoniosa, equilibrada, independiente.
Es la represión del niño interior y la identificación con un falso yo que burlamos nuestra vida...
Olvidando nuestro niño inteiror, permanedemos separados de nuestro sufrimiento oritinal pero también de una fuente de amor inagotable...
Vivimos relaciones marcadas por la codependencia y las luchas de poder donde el otro es un espejo que hiere...
La vida nos da y nos trata exactamente como nos consideramos y nos tratamos a nosotros mismos.
Para remediar esto, debemos sanar nuestra relación con nosotros mismos.
Esto es lo que nos ayudará a transformar todas las creencias negativas que tenemos sobre nosotros mismos y por lo tanto sobre todos los demás en la vida.
Experimentando el amor, nos reencontraremos con esa vibración Divina en nuestro corazón.

Commentaires

Articles les plus consultés