Simbología de la perla -

No existe otra joya más femenina y mágica ni tan relacionada con la Luna y sus poderes en lo humano como la perla. En efecto, el símbolo de mayor feminidad entre los materiales precioso es la perla, considerada resultado de la penetración de un rayo de Sol en el mejillón. Esto se corresponde con la condición esencial de la Virgen y la Madre Cósmica que concibe por obra de la Luz Divina. Por esta razón es vista también como producto y emblema de la unión del Agua y el Fuego. En China, es don de la sacralidad de la Luna, raíz de lo Yin. Dice el tratado Lu shÏ ch'un ts'iu: "En plenilunio las ostras pang y ko están llenas y todas las cosas Yin abundan; cuando la luna se ensombrece, las ostras duermen un mal sueño y no reciben su don astral, por lo que se encuentran vacías y escasean las cosas Yin". En el siglo V a. de. C. Motsï descubrió que las ostras perlíferas pang nacen sin intervención de macho, porque representan dentro de sí el milagro de la feminidad cósmica. Por eso se las encontró aptas para propiciar partos o acelerarlos, o bien como abortivo. En Siria, la Diosa del amor era llamada la Señora de las Perlas. Los griegos las ofrecían o consagraban a Afrodita, nacida del mar exactamente como la perla, de una concha. El Japón también la asoció a la Luna y al aparato genital femenino y la usó como afrodisiaco. En la India le atribuyen poderes mágicos y la emplean contra las afecciones causadas por la influencia morbosa de la Luna. Un himno del Atharva Veda canta así sus poderes: "(...) nacida del cielo, nacida del mar, traída por el Sindhu, engendrada por el oro es la joya que prolonga la vida (...) has nacido de la Luna, adornas la carne (...) ¡Prolonga nuestras vidas! (...) ¡Que la perla nos proteja!".
Soñar que se tienen perlas en la mano augura tristezas y desengaños. Pero que una mujer sueñe que está sobre un lecho de perlas, o siquiera con una en la frente, en el pecho o en el regazo es el mejor de los augurios, pues su destino empezará a florecer desde el momento en que su cuerpo, como el de una ostra, reciba la bendición de la Luna en forma de una particular energía que le abrirá las puertas que necesite abrir y cerrará las que necesite que permanezcan cerradas.