Para quienes desean desarrollar su conciencia - Alejandro Jodorowsky

¿Qué es lo que los monjes zen llaman "iluminarse"?
Hay una diferencia entre el yo artificial (el ego) y el yo auténtico (el ser esencial). "Iluminarse" para los místicos significa cesar de identificarse con el ego para vivirse como ser esencial.
Para lograr esto muchos se equivocan tratando de "desarrollar" su conciencia. La conciencia, el ser esencial, no se desarrolla, es perfecta desde que nacemos hasta que morimos (quizás existe antes del nacimiento y permanece intacta después de la muerte).
No se trata de desarrollar la conciencia sino de "liberarla". Vivimos dentro de una jaula mental que nos crea la familia, la sociedad, la cultura y la historia. Nos inculcan religiones, ideas políticas, autoconceptos, órdenes, prohibiciones, prejuicios, miedos.
Iluminarse es comenzar a vivir siendo lo que somos y no siendo lo que los otros quieren que seamos.

¿Qué es lo que somos?

Para saber lo que somos tenemos que darnos cuenta de lo que no somos.
No somos un cuerpo que tiene un espíritu sino un espíritu que tiene un cuerpo, es decir una entidad invariable viviendo en una materia en constante cambio,
El ego nos hace confundir nuestra mente con nuestro idioma, vivimos en un mundo imaginario, subjetivo, hecho de palabras, conceptos, definiciones, "verdades" es decir creencias sin experiencias.
Pero las palabras no son la realidad, son un retrato aproximativo de la realidad, no son el territorio, son el mapa del territorio.
La esencia del budismo zen puede ser mal comprendida cuando los monjes exclaman "¡no pensar!" proclamando el silencio.
Eso se puede interpretar como convertirse en un tonto, o en alguien que no expresa sus pensamientos.
No es así. La mente del monje es como un recipiente que contiene pensamientos, pero no es sus pensamientos (palabras). Ni es una mente "silenciosa", llena de palabras que calla. Es una mente que no se identifica con sus palabras.
El ser esencial no es un mapa de la realidad, es la realidad misma, que no tiene nombre, ni definicion.
Iluminarse en primera instancia es liberarse del yugo de las palabras, para ser lo que somos, una entidad
Libre de definiciones.
Al eliminar las palabras podemos ver la belleza poética del lenguaje, pero dándonos cuenta que poseemos un lenguaje peno nos somos ese lenguaje.
De ahí la mente observa que tiene sentimientos, pero no es esos sentimientos. El ser que es, no posee nada, sólo es lo que es: siendo y no teniendo.
Luego la mente observa que tiene deseos pero no es esos deseos. (No creamos nuestros deseos, ellos nos "llegan" dictados por las leyes del cosmos.)
Y por fin la mente observa que tiene un cuerpo pero no es ese cuerpo. El organismo envejece y al cabo de un tiempo fijado por las leyes cósmicas, perece..
Una vez alcanzada la iluminación básica, la conciencia liberada, sin preocupaciones parásitas, sin prejuicios ni miedos, habiendo llegado a no tener posesiones sino solo a ser, se sumerge en la simple felicidad de estar viva.
El último paso, el supremo, la iluminación total. Llega cuando el individuo se da cuenta que es solo una parte de la unidad cósmica, que no tiene vida propia, que como individuo es solo una ilusión. En ese momento aprende a morir: siendo su individualidad una ilusion nada en él muere, porque morir es solo transformarse.
Como ves, he usado palabras para explicarte aquello que no es palabras. Tómame como un ser bien intencionado que te ofrece un mapa aproximado de un terreno luminoso.
La meditacion zen no es inmovilizarse para pensar en temas, palabras, imágenes. Es desidentificarse del auto-concepto, del nombre, de la edad, de la nacionalidad, de la definición sexual, del oficio, del cuerpo e, inmóvil, observar el paso de los pensamientos, sentimientos, deseos, sensaciones corporales, como viendo un rebaño de nubes que atraviesa un cielo azul. Ese cielo azul es la llamada vacuidad. No se trata de eliminar los pensamientos, sentimientos, deseos, sensaciones corporales. Se trata de aceptarlas tal como se aceptan las nubes, las piedras, los múltiples aspectos del mundo, sin identificarnos a ellos, sabiendo que son ilusiones útiles para que continúe eternamente este juego infinito que llamamos vida.

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