Carl Gustav Jung: Convertirse en Si-mismo hoy

¿Qué es la individuación?
Durante el proceso de individuación, el individuo pasa por cuatro etapas y encuentra tres arquetipos o modelos fundamentales. Se trata de una emergencia autónoma desde el inconsciente colectivo, océano de energía psíquica común a toda la humanidad donde "flota" la singularidad del individuo - su persona y su sombra o inconsciente individual. Los arquetipos, hogares o núcleos autónomos y organizados donde se acumula la energía vital, se expresan a través de símbolos que actúan en transformadores de energía.

Las etapas del proceso

Primera etapa: desposeimiento del yo
Nuestro yo se imagina ser el centro de la psique, si bien no es sino una de sus estructura. Identificarse toda su vida con su máscara, con su persona, impide el proceso de individuación y evita convertirse en Si-mismo. Esta etapa permite descubrir que el yo-persona no es "todo". Descondicionarse - "desidentificarse" se su máscara - va de la mano con una apertura que desestabiliza para liberar mejor y reestructurar en un nivel superior de complejidad.
Segunda etapa: el encuentro con la sombra
No juzgar más los seres y las experiencias según las convenciones y los criterios de reconocimiento social, hace que sea posible aceptar los sistemas de valores diferentes al suyo, ver opuestos y descubrir sus propios defectos. Sin buscar más justificarse o moralizar, uno está listo a aceptar la parte oscura de sí-mismo, incluso si la asimilación de la sombra provoca a veces, temporalmente, comportamientos "chocantes". El individuo deja de juzgar al otro, pues ha comprendido el lado relativo del bien y del mal. Más comprensivo, más fraternal, más profundo y más imparcial, el sobrepasa el dogmatismo, moral o anti-moral.
Tercera etapa: el encuentro con el arquetipo sexual (anima ou animus)
Consiste para el hombre en encontrar la parte femenina inconsciente de su psique (anima) y para la mujer su parte masculina (animus). La percepción del arquetipo pasa por mutaciones que irán en cuatro etapas, para el hombre, desde la mujer animal hasta la encarnación de la sabiduría; para la mujer, desde el hombre vital y atlético hasta el filósofo.
El arquetipo sexual, plenamente afrontado, pierde su poder de fascinación y se convierte en una función psíquica intermedia, situada entre la singularidad del sujeto y las profundidades del inconsciente colectivo. El anima ya no es la mujer fatal sino el alma inspiradora. El animus deja de imponer sus dogmas y sus normas convencionales. Ellos se convierten en fuentes de inspiración y de creatividad. Entonces pueden fusionar el conocimiento -logos- del masculino y el sentimiento -eros- del femenino en un matrimonio sagrado.
Cuarta etapa: el encuentro con el arquetipo "luz"
El yo se encuentra confrontado a una potencialidad deslumbrante, fuete de poder, "el arquetipo luz", acompañado de imágenes poderosas que sugieren omnipotencia y omnipresencia. Quien cede a la tentación de identificarse con este arquetipo se siente poseedor de un saber supremo y cae dentro de la psicosis de tomarse por Dios, un profeta o un enviado.
La inflación es tan frecuente en esta fase que "todo el mundo hace una incursión, en un momento u otro. De donde el individuo no sale sino haciendo un acto de humildad". "Se produce entonces, una transformación total: un arquetipo misterioso latente se activa, cuyas propiedades sólo se descubren si el sujeto ha podido liberarse de la inflación: el arquetipo del Sí-mismo. "
El arquetipo del Si-mismo: la finalización del proceso de individuación
Después de esta etapa todas las estructuras del individuo comienzan a reorganizarce hacia un centro que es el Sí-mismo. El yo individualizado ha alcanzado su meta, el punto central sobrepasa toda definición racional, el Sí-mismo que corresponde para Jung a "Dios en nosotros". "La individuación no excluye al universo, incluye, dice Jung, pues reintegra al hombre particular en el seno del arquetipo del hombre universal, portador de toda la experiencia de la humanidad."

Por Laura Winckler et Marie-FrançoiseTouret

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