Terapia sin un terapeuta: No dualidad, sanación y búsqueda de la totalidad - Jeff Foster


“¡Médico, cúrate a tí mismo!” - Luke 4:23

Si, como las enseñanzas tradicionales y contemporáneas sugieren, el yo separado es solamente una "ilusión" del pensamiento y de la percepción, y somos en escencia el espacio amplio abierto en el cual la vida se despliega, un espacio que es inseparable de ese mismo despliegue, entonces ¿qué lugar tiene la "terapia" en nuestras vidas? ¿Puede un yo ilusorio sanar a otro ser ilusorio? ¿Puede un espacio abierto ser sanado por "otro" espacio abierto? ¿Quién exactamente va a hacer esta sanación? ¿Y quién, exactamente va a ser sanado?
Mientras era entrenado como terapeuta, aprendí sobre toda clase de teorías y técnicas - absorbí muchos cómos - cómo escuchar, cómo ser congruente, cómo interpretar las palabras del cliente y el lenguaje corporal, cómo abrirse sincera y apropiadamente. Hay muchos estudios, muchas maneras de definir terapia, muchas personas con muchas ideas sobre cómo ayudar a las personas, y esto es todo maravilloso - la vida parece deleitarse en esta variedad de perspectivas. Pero me sorprendió, a pesar de todo el entrenamiento que recibí, a pesar de todo el conocimiento y habilidades que se me exigía, la pregunta: "¿Qué es verdadera sanación?" nunca fue mirada en gran profundidad. Como terapeutas aprendices, estábamos aprendiendo cómo sanar, cómo interactuar con clientes, pero nunca nos detuvimos realmente para contemplar el verdadero significado de sanación. Estábamos aprendiendo cómo ser terapeutas, cómo habitar nuestros roles, cómo "hacer" terapia, pero nunca nos detuvimos a plantearnos la pregunta más fundamental - ¿es la sanación posible? Una vez, en clase, levanté mi mano y pregunté, "¿No hay una cierta arrogancia en asumir que sabemos cómo ayudar a otro ser humano? ¿No supone esto una clase de separación?", y me respondieron que "esa es una pregunta filosófica, y este es un programa de terapia." Conoce tu lugar, terapeuta aprendiz.
Como terapeutas, como sanadores, somos quienes se supone saben cómo ayudar a las personas, cómo mejorar su salud mental, su bienestar, su calidad de vida. ¿Pero qué significa realmente ayudar a alguien? ¿Estamos tratando de ayudar a que los clientes tengan mejores experiencias? ¿Queremos que sean más felices? ¿Ser más como "nosotros"? ¿Estamos tratando de quitar su propio dolor? ¿Tal vez al tratar de sanar a otros estamos realmente tratando de sanarnos a nosotros mismos? Más crucialmente, es la terapia en el verdadero sentido de la palabra posible? Imagino que estas son las preguntas que cada terpeuta honesto encuentra al final. Y no hay respuestas fáciles.
La palabra "terapia" tiene sus raíces en la palabra "therapeia", que es una palabra griega para "sanación" - y "sanación" simplemente significa "hacer completo". Terapia = sanación = moverse hacia la totalidad. ¿Pero qué es esta "totalidad" hacia la que la terapia afirma ser capaz de guiarnos? ¿Dónde está? ¿Es realmente algo para ser encontrado en el futuro? ¿Puede una persona realmente llevar a otra persona hacia ello? O ¿es la totalidad en realidad presente, aquí y ahora, en medio de cada experiencia del momento presente, como sugieren las enseñanzas no-duales? Una vez más, diría que todos los terapeutas honestos deben enfrentar estas preguntas al final - cuestiones que en realidad amenazan con socavar su misma identidad como terapeutas.
Me gustaría proponer que la verdadera terapia, la terapia en el verdadero sentido de la palabra, no tiene nada que ver con reparar un ser separado. Cualquier terapia que trata de reparar a un ser separado simplemente perpetuará la ilusión en la raíz de todo nuestro sufrimiento. La verdadera terapia no tienen nada que ver con "ayudar" a una persona en la forma en que tendemos a usar la palabra. No tiene nada que ver con reparar un "ser" dañado y convertirlo en uno más feliz, más productivo, más "normal", más adaptado. No tiene nada que ver con alcanzar totalidad en el futuro, con hacer de la totalidad una meta futura.
La verdadera terapia es más un redescubrimiento: que este "yo" separado, incompleto, quebrado no es quien eres realmente, y que de hecho no eres un "yo" en absoluto, sino el amplio espacio abierto de conciencia en el cual todos los pensamientos, sensaciones, sentimientos, sonidos, aromas, surgen y pasan. No eres una persona separada mirando al mundo, sino el amplio espacio abierto en el cual el mundo aparece y desaparece, un espacio abierto que es finalmente inseparable de ese mismo mundo. La terapia real, entonces no se trata de trabajar hacia un futuro de totalidad - es el redescubrimiento de esa misma totalidad en el medio de la experiencia de cada momento presente. Se trata de la vida como ya es, no la vida como podría ser o debería ser. Se trata de este momento. Se trata del lugar donde realmente nos encontramos - aquí y ahora, un lugar donde el terapeuta y el cliente son iguales radicalmente, un lugar que podríamos llamar "amor".
La metáfora de la ola y el océano es muy útil aquí. La experiencia de ser un individuo separado, una persona en el mundo, es la experiencia de ser un buscador - una ola separada en el océano. Cada individuo es un buscador - el terapeuta y el cliente por igual. Y esta ola, experimentarse como separada del océano, busca el océano. La experiencia central de ser un buscador es la experiencia de carencia, de lo incompleto, de nostalgia, de sentir como si siempre está buscando algo que no puede encontrar, algo que no puede nombrar. La ola gasta su vida, en millones de formas distintas, buscando esta totalidad innombrable. "Yo estoy incompleta pero un día estaré completa", se dice a sí misma. "Un día encontraré lo que estoy buscando - amor, éxito, grandeza, iluminación, sanación - y entonces estaré completa".
En realidad, por supuesto, no hay separación del océano en primer lugar. La ola ya es el océano, el océano aparece como una ola, y la totalidad ya está presente. La completitud que buscamos ya está realmente aquí, en esta experiencia del momento presente, y es porque no vemos esta completitud que la buscamos en el futuro. Todo sufrimiento comienza aquí, en el rechazo, en cierto nivel de este momento presente. La búsqueda entera reposa en una sorprendente ilusión de tiempo.
Este darse cuenta transforma totalmente nuestra relación con quien llamamos "cliente". Visto desde esta perspectiva, ningún cliente está nunca realmente roto, dañado o perdido - siempre están ya completos, incluso en su experiencia de estar rotos, incompletos, separados, incluso en su dolor, su miedo, su angustia, su devastación. La meta de la terapia real, entonces, no es reparar al cliente, no es moverlo de experiencias "negativas" a "positivas", no es convertir su dolor en placer, su depresión en alegría, no es guiarlo hacia lo que ellos creen que están buscando, no es "hacer terapia" en ellos, sino exponer, sin compromiso, las suposiciones fundamentales subyacentes a su experiencia de separación, su experiencia de quebrantamiento, su incompletitud, su búsqueda. La verdadera terapia no añade a la ilusión de separación - la desmenuza, le despierta. No quita el dolor, señala la totalidad en el dolor. No se deshace del miedo, ilumina la totalidad en el miedo. En este sentido, el punto de la terapia es el punto de toda espiritualidad auténtica: despertarte del sueño de separación, el sueño de que eres una persona separada en un viaje hacia una completitud futura. La verdadera terapia despierta al cliente de su sueño de "cliente", y despierta al terapeuta de su sueño de "terapeuta". Y no se equivoca, el terapeuta necesita despertar tanto como el cliente. Cuando se trata de despertar, ninguna calificación, certificado, grado o ningún número de letras después de su nombre, puede ayudarle.
La totalidad, vista de esta forma, no es algo que "suceda" un día, no es algo "por lo que trabajemos", solos o juntos; no es una meta distante, es lo que ya está presente. La vida misma - lo que realmente es, más allá de tu imagen de ti mismo - ya es total, ya está sanada en el verdadero sentido de la palabra. Y entonces en la terapia verdadera, no apuntamos a sanar a una persona separada, porque no hay tal - simplemente volvemos a estar en contacto con lo que ya está sanado. La terapia es una bella paradoja cuando la vemos desde esta perspectiva.
Entonces, ¿qué significa en la práctica? Significa que la posición del cliente "Estoy roto, por favor repáreme", se vuelve "Estoy abierto a el descubrimiento de la totalidad dentro de mi experiencia presente de quebrantamiento." Y la posición del terapeuta de "estás roto, voy a repararte", se convierte en "Veo que no hay nadie allí que esté fundamentalmente roto, pero también reconozco tu experiencia presente de quebrantamiento. Reconozco tu dolor, tu miedo, tu tristeza, tu lucha, tu sufrimiento, pero ni por un momento asumo que hay alguien allí separado que necesita ser reparado en alguna forma. Honro tu sueño, y lo veo como un sueño. Por supuesto, estoy abierto a explorar tu experiencia contigo, y estoy abierto a redescubrir eso que ya es completo, dentro de esa experiencia. Veo claramente que esa totalidad ya está allí en todos los aspectos de tu experiencia con la que estás en guerra ahora, en todo aquello de lo que estás huyendo, en cada pensamiento, sensación que parece inaceptable para ti ahora mismo. Así que iluminemos varias formas de búsqueda en tu experiencia, expongamos formas sutiles y lo no sutiles con las que está en guerra en este momento, y en esa luz, en esa exposición, descubramos juntos la sanación siempre presente que tu eres, que yo soy.
No estoy aquí para sanarte. En ese sentido no soy realmente un "terapeuta" en absoluto, eso es solo un rol que jugamos en este momento. Sostengo ese rol muy, muy levemente. Realmente, estoy aquí simplemente para ir en una aventura contigo. Una aventura conmigo mismo, porque es todo la misma mente, todo el mismo buscador, al final. Somos exploradores de la experiencia, ya sanados, iluminando aquello que está buscando sanación, viniendo a ver que esta búsqueda no es necesaria. No negamos la búsqueda, pero tampoco la alimentamos. No negamos el sueño, sino que no estamos ahí para consentirlo. Simplemente venimos juntos para ver a través de la ilusión." El terapeuta reconoce que, finalmente, no es realmente un "terapeuta" en absoluto. Como el espacio abierto, la inmensidad en la que todos los pensamientos, sensaciones, sentimientos y sonidos vienen y van, no hay una identidad fija, y ningún rol puede definirte. Un "terapeuta" no puede sanar a un "cliente", porque los dos "terapeuta" y "cliente" son simplemente roles temporales siendo desarrollados presentemente en esta consciencia abierta - y estos roles no son quienes somos realmente. Así que sostenemos estos roles muy, muy levemente.
"Yo" no puedo sanarte, porque sanar es el espacio en el cual la separación dualista "yo" y "tu" surge en primer lugar. Entonces ya no hay carga en el terapeuta de "sanar al cliente". Recuerdo durante mi entrenamiento en terapia cómo mis compañeros se agotaban al cargar la creencia de que ellos eran personalmente responsables por la sanación de sus clientes. Y el pánico que sobrevenía cuando sus clientes no aparecían. Cuando estás identificado como "terapeuta", la no aparición de tus clientes, amenaza tu identidad. Pero visto desde esta nueva perspectiva, la carga de sanar ya no reposa sobre los hombros de nadie, y el cliente ya no supone una amenaza a la identidad del terapeuta. En otras palabras, el terapeuta sabe que la sanación ya está presente, antes de que el cliente incluso comience a hablar. La sesión de terapia simplemente se convierte en una danza dentro de la totalidad. No se trata de reparar al cliente, no se trata de probarse a sí mismo como terapeuta, es una danza conjunta mientras brilla la sanación siempre presente. Danzamos, juntos, en totalidad.
El cliente puede ir a terapia y sanarse - y en terapia, puede darse cuenta de que no es necesaria ninguna sanación, porque lo que ellos son realmente ya está sanado -totalidad-, y siempre ha sido. Incluso a través de todas las experiencias traumáticas de su vida, hubo algo allí que ya era total, y que nunca fue dañado o traumatizado por esas experiencias. Las experiencias pueden ser traumáticas, pero nadie, finalmente está traumatizado. Lo que eres no puede ser dañado, no puede ser roto, no puede ser destruido, no puede morir. La vida ya es sana, y en algún nivel, incluso el cliente más "dañado" lo sabe. Y entonces, en terapia, no hablamos del "yo dañado" - hablamos con eso que ya sabemos que ellos no son. Hablamos con aquello que ya está sanado.
Cualquier terapia que no reconoce la naturaleza ya sanada de la vida, simplemente alimentará la búsqueda, manteniendo al cliente dependiente del terapeuta - y viceversa-, manteniendo tanto al cliente como al terapeuta atrapados en el sueño de separación, y haciendo la verdadera sanación una meta que siempre se aleja. Cualquier terapeuta que no reconoce que un "terapeuta" - en el sentido de "quien puede sanar a otro"- no es quien realmente es, simplemente mantendrá al cliente atrapado en su sueño de "cliente" - como "quien está esperando sanación, quien está roto".
Pero el terapeuta que reconoce que no hay realmente un "terapeuta" en absoluto, que lo que hay es simplemente un espacio abierto en el cual el "terapeuta" surge, que ellos como espacio abierto son iguales a aquello en lo que el "cliente" surge, que ellos, como espacio abierto, ya están sanos, justo como su "cliente" ya está sanado - este terapeuta ya no se esconde más detrás de su rol como terapeuta. Ya no están usando su identidad profesional para defenderse a ellos mismos de una relación verdadera, auténtica, íntima. Ya no temen confrontar incluso el "yo más dañado", porque ellos no ven este ser como "otro". Y así ellos están libres para sumergirse, la cabeza primero, sin miedo, en el dolor de su cliente, que es su propio dolor. Nos encontramos en nuestro quebranto mutuo y llamamos a eso amor.
"Terapeuta" y "cliente" caen para revelar intimidad total. Esto, diría, es terapia real - ir más allá de los roles, los juegos, las creencias e ideologías que aparentemente nos separan, y encontrarse, realmente, en intimidad, en desnudez. El terapeuta se despoja del traje de terapeuta, hablando metafóricamente y permanece desnudo frente a su cliente. No pretenden "saber" cómo ayudar al cliente, pues en esta desnudez, ellos son tan vulnerables, tan desamparados, tan abiertos a la vida como lo es el cliente. Ellos encuentran al cliente en este no-saber. Bajo todos los roles, juegos, normas sociales, el juego de pretender ser "terapeuta" y "cliente", este no saber brilla, siempre. Es donde todo comienza y donde todo termina.
Un verdadero terapeuta admite que no lo sabe, y encuentra al paciente aquí. Ellos no lo saben, y su cliente no lo sabe, y allí, justo allí, está la intimidad. Y desde ese lugar de intimidad, comienzan a explorar. La exploración es entonces una danza dentro de la intimidad. No es el intento para lograr intimidad. No es el intento de alcanzar la intimidad en el momento, mediante exploración - la misma exploración sucede dentro de la intimidad. Y no es una exploración que viene desde la búsqueda, viene de la fascinación.
En fascinación, exploramos la naturaleza de la búsqueda juntos. En fascinación, iluminamos sobre los trabajos de la mente - pensamiento. Miramos formas en las cuales tu (Yo) huimos de ciertas experiencias. Cómo huímos de sentir ciertos sentimientos. Cómo nos hemos perdido en los deberías y en los no deberías. Cómo hemos estado buscando amor cuando el amor ya estaba. Cómo hemos estado buscando intimidad cuando la intimidad ya estaba aquí. Cómo hemos estado pegados en imágenes falsas de nosotros mismos, cuando de hecho somos simplemente el espacio en el cual todas esas imágenes aparecen.
Todo, literalmente todo - el mundo entero- puede aparecer en esta intimidad, y la terapia es el espacio en el cual podemos iluminar todo ello. Literalmente todo. El mundo viene a encontrarnos en terapia y nada está econdido. Todo es permitido en este espacio. Todo está iluminado aquí.
El espacio de terapia es el espacio que somos. Así al final, la terapia no es algo que sucede en una habitación, algunas veces, entre dos o más personas. No es algo que sucede cuando un terapeuta y un cliente se reunen y comienzan a hablar sobre problemas de la vida. La terapia no es algo que hacemos - es lo que ya somos. Y esto está siempre disponible para ser descubierto.
Parece que dos personas están haciendo este descubrimiento juntas, cuando al final es la misma idea de "dos personas" que cae en este descubrimiento. En esta intimidad, ¿quién sana a quién? ¿el terapeuta sana al cliente? Bien, puede ser tan cierto deecir que el cliente sana al terapeuta. El cliente destruye al terapeuta, en fascinación, en amor. Es total humildad en la presencia de otro ser humano. Es mirar - mirar realmente a quien y lo que está en frente tuyo. Y ser mirado de vuelta. Exponerte. Ser, expuesto.
Una vez estaba hablando con una mujer que iba a dejar a su marido y a mudarse a un apartamento por su cuenta. Nunca había vivido sola antes y estaba aterrorizada. Había visto un terapeuta tras otro, todos trataron, de una manera u otra, de ayudarle, de sanarla, de hacer las cosas mejor para ella, para cambiarla en cierta forma. Nada había funcionado y sus miedos habían crecido hasta el punto en el que la vida se había vuelto invivible. Me estaba contando historia tras historia sobre sus miedos, sus preocupaciones, sus ansiedades sobre el futuro. Ella no había dormido en tres meses, dijo. No estaba comiendo. Se estaba volviendo dependiente de píldoras. Continuaba repitiendo "No sé qué pasará conmigo. No lo sé", mientras se movía hacia atrás y adelante en su silla. Me senté allí, escuchándola, interesado. No tenía respuestas. No sabía que podría pasar con ella tampoco. Yo soy tan indefenso como lo es ella frente a la vida. No podría prometerle que todo estaría bien. No podría prometerle nada de hecho. Todo mi entrenamiento como terapeuta no significaba nada frente a este no saber. Ninguna técnica, ni teoría, ni conjunto de lineamientos pueden permanecer en el fuego de no saber. Como un espacio abierto, vivo en el no saber, justo como ella lo hace. No sé qué pasará. Ser un "terapeuta" no me da una revelación especial dentro de los misterios del tiempo.
La miré a los ojos y simplemente le dije en toda mi honestidad, "Tampoco lo sé. Realmente no lo sé". Ella se quedó quieta, se acomodó hacia atrás en su sitio, y nos sentamos juntos en silencio por el resto de la sesión. Ella no volvió la siguiente semana para su sesión, o para las siguientes tres sesiones. Mi supervisor estaba preocupado y trataba de analizar todo, pero yo simplemente confié en la experiencia. Un mes después mi cliente volvió. Parecía distinta. De alguna forma más viva, más en su cuerpo, más arraigada, más reposada. Me contó lo útil que había sido la sesión anterior, cómo algo en ella se había relajado profundamente desde entonces, cómo ella se había dado cuenta de que no saber estaba bien, y que ella no necesitaba respuestas, ni apoyo, ni terapeuta. Ella solo necesitaba meterse de cabeza en la vida, sin muletas, y experimentarlo todo. Fue algo que ella no había considerado antes - que ella estaba bien como estaba. Por una vez en su vida había experimentado estar en la presencia de alguien que no había estado tratando de repararla. Para ella, eso parecía suficiente - por ahora.
Sabía que no había hecho nada. simplemente la había encontrado en su verdad. Yo no sabía. Ella no sabía. No pretendí saber. ¡Ni siquiera pretendí ser un terapeuta! Y sin embargo, nos encontramos, desnudos, más allá de nuestros roles, a pesar de nuestros roles. Desnudos, frente a la vida. Allí en el no saber. Solos, juntos. Totales. Sanados.
En la terapia verdadera, el terapeuta no sana al cliente. Esto no es posible. Sería tal vez más verdadero decir que, en la terapia verdadera, el cliente sana al terapeuta. El terapeuta se despoja de sus falsos roles, sus juegos, sus defenzas, su actitud de "yo se" y aprende a permanecer desnudo en frente de otro ser humano. El terapeuta muere y allí, comienza la verdadera terapia.
Deja que tu cliente te sane. No te enseñan esto en un programa de psicoterapia. Pueden decir que estás loco. Pueden decir que eres irremediablemente inocente. Pueden decir que eres simplemente un mal terapeuta. Pero cuando descubres quién eres realmente todo toma sentido perfectamente.

Commentaires

Articles les plus consultés