Cuando el -NO- entra en tu vida


Esta semana me he propuesto investigar un aspecto que se repetía una y otra vez durante las últimas semanas: el “NO”.
La fuerza con la que los diferentes “No” entran en tu vida es a veces escalofriante. Esta semana prometo haberme entrenado a fondo. La verdad es que los campos en los cuales han ido apareciendo han sido muy diversos, tanto a nivel laboral como personal. De pronto, la vida te regala inesperadamente un cierre o una negativa que no esperas, y entonces… ¡comienza la diversión!. He necesitado varios “No” para llegar a este punto en el que me encuentro ahora. Me siento confiada ante el espacio que aparece tras cada negativa lo cual no significa que hayan desaparecido. Es más, parece que se incrementan… sin embargo, una gran afirmación interna me impulsa a seguir viviéndolo desde una presencia cada vez mayor libre de juicio y justificaciones. Es momento para aprender y si evolucionar significa relacionarnos con frecuencia y naturalidad con los “No”, vayamos a ello.

“La vida es movimiento. La vida es pura acción.”
Jorge Carvajal (apuntes)
¿Cómo llega el “No” a mi vida?
Pongamos un ejemplo. Una persona que considero una de mis amigas del alma decide desconectarse de mí. La forma en la cual lo hace me hiere el corazón. Para mí es un “No” comparable a una ruptura emocional de gran valor.
Vamos a por otro: Durante el viaje hacia uno de mis talleres en Vitoria, unas 10 personas me comunican que no van a venir. Sin ellas, quizá hubiera decidido suspender el taller debido al número insuficiente total de alumnos.
¿Uno más?: Una compañía de gas insiste en negar una reclamación ante un fallo de su empresa.
¿Seguimos?: El número de personas que asisten a las clases de Barcelona baja dramáticamente, lo cual pone en la cuerda floja su permanencia.
¡A por otro!: He de preparar un espacio para un taller residencial. El lugar no me permite realizarlo como habitualmente, me reduce las posibilidades a una casi inviable, que implica dejar incluso de comer para poder lograrlo.
Muy bien. Aquí hay un menú muy variado, vamos a ver qué nos está diciendo.
¿Qué pasaría si sustituyésemos los nombres específicos de las personas implicadas en cada ejemplo por “la vida”?.
La vida me está diciendo no, desde un lugar, no para cerrarme puertas sino para crear un movimiento que genere cambio. Está haciendo que yo me mueva de diferente forma con esos imprevistos, pues sin ellos, mi creatividad quedaría estancada.
La vida me quita unas personas para el taller y de pronto aparecen el doble de personas que dijeron no. Los “Sí” superan con creces las negativas anteriores. El taller fue un éxito.
La vida me entrega la posibilidad de colocarme en mi lugar a través de la expresión y comunicación de un derecho y una verdad que no pueden negar. Al final se hace justicia. Sin enfado y con firmeza he sentido cuál era mi sitio y he actuado con integridad. El objetivo se consigue sin esfuerzo y con persistencia.
La vida me pone a prueba ante una realidad que no esperaba. Quizá es el momento de observar hasta dónde llega mi nivel de confianza y de poner manos a la obra ante nuevas posibilidades. Lo primero es dar espacio a una escucha y tras un espacio necesario para reflexionar, actuar consecuentemente. Por ello, la vida me regala un periodo de aceptación, observación y encuentro con la realidad que aparece.
La vida me limita las posibilidades a un espacio reducido aparentemente casi imposible de lograr. ¿Qué ocurriría si me entregara a su propuesta sin focalizarme en lo que podría ser y no es? Es lo que hay, lo cojo y arriesgo. Si yo hubiera querido otra situación más fácil y cómoda, la vida se encarga de entregarme la nueva llave para encontrar algo nuevo que jamás hubiera accedido bajo mis criterios.
Es la propia vida la que entrega ese “NO” a través de esa persona querida, de tus alumnos, de la empresa de gas, de …
“La clave de la vida es la Pausa. La Pausa representa la presencia.”
Jorge Carvajal (apuntes)
Si la vida es la encargada de provocar en nosotros el movimiento que precisamos para cambiar y seguir desapegándonos de patrones y formas de vivir tóxicas para nosotros, nuestra misión está enfocada en un sentido muy diferente al que creemos.
En estos días mientras preparaba el taller del fin de semana, me he pillado vivir momentos de total ausencia de pausa. Mi ritmo se aceleraba a tal punto que parecía no llegar a nada… era como sobrevivir cada segundo… ¿acaso lo estaba viviendo o más bien saltaba de uno a otro para no ser consciente de que estaban corriendo? Tras unos minutos de sentir ese vivir como una carrera de obstáculos, mientras dejaba un mensaje de voz, comencé a escucharme. ¿Quién me estaba apuntando con un arma? Pues parecía que mi nivel de velocidad fuese caso de vida o muerte. Un momento Noelia. ¿Cómo está tu respiración, tus mandíbulas, tus labios…? ¿Estás sentada en la silla o a punto de despegar? Ha llegado el momento de atender al ritmo de tu vida. Y la forma de sentir el ritmo es a través de la pausa. ¡Pausa!
¿Dónde estoy? ¿Cómo quiero estar? ¿Cuál es la mejor forma de vivir este momento? ¿Cómo lograré el mayor grado de efectividad?
Sólo la presencia podía responder a estas sensaciones que mi cuerpo se preguntaba a sí mismo. Y esa presencia fue despertada de nuevo a través de unos segundos de pausa y reconexión con la realidad que estaba experimentando.
En esa pequeña pausa comprendí algo muy valioso. Si la vida era quien una y otra vez me sorprendía con una de sus “jugadas”, a ella le correspondía la acción. Por lo tanto yo era quien podía tomar el espacio de la pausa.
¿Qué significa esto?
La vida propone una y otra vez. Un “No” seguido de otro. Perfecto. Si me empeño en proponerle miles de alternativas para eliminar ese “No” que me ha dado, sólo conseguiré desgastarme. ¡Cuántas veces llegamos a perdernos por mantener algo que ya ha muerto o se ha ido!.
Sin embargo si me dedico a recibir ese “No” dejando un espacio vacío capaz de sostener ese fenómeno inesperado… habrá un momento en el cual nuestro cuerpo acompañado tanto por la mente como por el corazón, comenzará a dar una respuesta o a crear una alternativa ante él.
Si en lugar de reaccionar o defendernos ante el “No”, lo acogemos, y nos damos el espacio que precisemos para vaciarnos de resistencias, llegaremos a ofrecer una respuesta íntegra, coherente, precisa y con un sentido claro.
Esto es crucial. Es un espacio que se suele olvidar dentro de la frecuencia del ritmo Staccato.
Pasamos la vida reaccionando ante cada cosa como si viviéramos bajo una defensa constante.
Todavía recuerdo la última jugada que viví ayer durante la preparación de la clase. De pronto tuve una llamada y mi cabeza se precipitó ante lo que sucedía sin tregua:
Pero un momento… Ahora no tengo tiempo para esto… Si me pongo con ello ¿qué hago con todo lo que tengo pendiente? ¡Se supone que lo que toca es mi clase!. No voy a conseguir acabarla.
¿De verdad? Pues la vida parece que dice otra cosa…
¡La vida no ataca! La vida ofrenda. Te ofrece ángulos y perspectivas que te estás perdiendo.
Si cambiamos nuestro punto de mira, también cambiará nuestro movimiento y consecuentemente el mundo que nos rodea.
Pero vayamos más allá. ¿Por qué sentimos ese sentido de urgencia y reacción?
Tras un periodo de observación de mis propios movimientos con referencia al “No”, he sido consciente de algo. Lo que nos asusta no es la negativa, sino el espacio de incertidumbre que se genera tras ella. ¿Y ahora qué? Nos quitan sin avisar aquello que nos sostenía. ¿Dónde me apoyo ahora? ¿Qué será de mí si esto no está?
Nos enfadamos ante las circunstancias por puro temor al caos.
Por ello hay una resistencia general a vivir el staccato. Sin embargo estamos confundiendo los ritmos y sus emociones. Nos enfadamos con las decisiones de la vida por miedo a fracasar en lo desconocido cuando nos quitan los apoyos. ¡Olé!
¿Entonces qué?
Volvemos a la vida. La vida es movimiento, la vida es ritmo y el ritmo existe porque existe una pausa.
Será cuestión de danzar.
Si nos unimos a nuestro “enemigo” podemos lograr mucho más que yendo en su contra, sobre todo si ese enemigo es mucho más fuerte que tú.
Si nos unimos a la vida, y nos incluimos en su danza, la diferencia será notable.
Cuando la vida propone, recíbela. ¿Cómo? A través de la pausa.
Cuando la vida pause, mueve. ¿Y cuándo pausa? Lo sabrás. Cuando te hayas escuchado y hayas sentido recibir lo que ocurre sin tener deseo de modificarlo, encontrarás un nuevo espacio donde actuar. Ahí, la vida te abrirá las puertas para recibir tu nuevo propuesta. Ella seguirá lanzándote el “No” hasta que encuentres lo más adecuado e interesante para seguir tu propio proceso. En realidad somos seres afortunados porque ella seguirá poniéndonos a prueba y mostrándonos el camino hasta dar en el clavo. Sólo necesitamos estar atentos y recibir sus señales.
Sin embargo, es importante seguir nuestro diálogo con la vida. Pausar no significa no hacer nada. Significa estar presente para escuchar y responder. Por ello es vital entrenarnos a través del movimiento del staccato. Cuando en cada sesión insisto en seguir una pulsación y hallar la pausa dentro de ésta no es un capricho, es la forma de crear la posibilidad a través del cuerpo, para saber escuchar dentro de la acción y permitir que la reacción se convierta en una respuesta íntegra con la realidad libre de carga emocional o psicológica apegada a la acción.
Nosotros cambiamos a través de la acción. Si mostramos a nuestro físico la posibilidad de desarraigarse de sus propias formas de mover, a través de una escucha desconocida de un ritmo y un corazón que pulsa desde fuera, (en este caso la música y la propuesta de la sesión) el cambio se materializará.
Es por ello que nos sentimos removidos al concluir una sesión. En realidad es como si hubiéramos sacudido todas nuestras estructuras. Estamos creando un orden interno que necesita reubicar y soltar cosas que antes ocupaban un lugar seguro dentro de nosotros.
Cada malestar o removida interna, durante y tras la sesión, es una ofrenda que le entregamos a nuestro templo, nuestro físico.
Es la misma sensación que nos genera la vida con el “No”. Sólo que esta vez es nuestro propio movimiento el que dice “No” a eso que ya no sirve y que inesperadamente queda sorprendido ante nuestra invitación a ocupar el lugar que le corresponde. Lo que antes ha sucedido fuera, se interioriza en la danza. Creedme cuando os digo que es el mejor acto de amor que os podéis ofrecer.
Sé que puede parecer duro e incluso difícil de creer. Sin embargo, os reto a que os deis a su vivencia, lo comprobaréis antes de lo que os esperáis.
El “Sí” tiene la misma naturaleza que el “No”. Si el “Sí” es recibido con agrado y generosidad, ¿por qué no experimentarlo con su compañero de baile como es el “No”? De hecho, el “No” crea mucho más movimiento y nos invita a seguir encontrando opciones más interesantes y nutritivas. Los “No” enriquecen nuestra vida, evitan que nos estanquemos en la rutina y nos demuestran hasta dónde podemos llegar. No conozco a maestros que hayan llegado hasta tal nivel a través del “Sí”, más bien lo que me ha llegado de ellos ha sido su largo currículum del “No”.
Sólo tengo palabras de agradecimiento ante la vida y como no, hacia cada uno de vosotros.
Ahora toca confiar y entregarse a ese espacio de inseguridad que aparece cuando te quitan de pronto la base que se había creado durante largo tiempo. Toca mudar nuestra piel y sólo lo disfrutaremos ante un gran “Sí” al espacio que abre el “No”.
La vida nos da la clave, está en nosotros el seguir su pulso, recibir sus pistas y confiar en nuestra capacidad de respuesta.
Que el miedo no sea la excusa para dar lo mejor de nosotros.
Lo único que puede ocurrir es que nos encontremos… y eso es un lujo al alcance de todos. Que así sea y seamos generosos en ese caminar.
Gracias por vuestra apertura
Gracias por vuestra danza
Gracias por vuestra compañía y vuestra enseñanza
Con amor, pulsando a cada paso, mi corazón os abraza
Noelia

Tomado de: http://www.inspiracionenmovimiento.com/cuando-el-no-entra-en-tu-vida/

Commentaires

Articles les plus consultés