CONFIAR en lo que es… El CAOS es el antídoto

La confianza ha sido uno de mis botes salvavidas durante las últimas semanas.
Cuando ves que lo más latente en tu día a día se escapa de tus manos, y eres partícipe de la incapacidad que posees ante el control de las situaciones, sólo queda un paso y éste es CONFIAR.
Pero confiar no es un espacio al cual llegar por pura cabezonería. El control mental no consigue crear una veracidad tan sagrada.
Os voy a revelar un secreto. He descubierto que la vida ha puesto ante mí un caos permanente para desmontar el gran poder de control con el que me he movido desde niña. Una vez que descubres que el caos es la mejor medicina que puedes adquirir ante tu propia conducta, comienzas a soltar todo signo de resistencia. Abandonas el ¿otra vez?; dejas de implorar por un tiempo de “respiro”.
¿Y sabéis qué marca la diferencia?
Sentir que el caos no es algo que ataca contra tu vida sino que es un espacio en el cual vivirte, encontrarte, conocerte, aprender de ti y como no… ¡enamorarte!.
Vamos a ir profundizando un poquito más en esta nueva experiencia. El caos es una frecuencia creada a través de la complementariedad y unión de dos ritmos, fuerzas, energías… independientemente de cómo las llamemos estaremos nombrando dos fenómenos que se complementan entre sí: la fluidez y el staccato. La presencia femenina y masculina en cualquiera de sus vertientes. Un espacio que escucha, sostiene y se amolda a cada cambio para amortiguar y crear posibilidad. Y otro que actúa, crea orden y se muestra con honestidad y claridad. Ahora imagina por un instante el acoplamiento de estos dos mundos. ¿Acaso no es la perfección materializada? Muy bien, entonces tenemos una noticia maravillosa esperando a recibir nuestros brazos:
Esto es el caos, la perfección hecha realidad.
¡Qué! ¿te lo esperabas? Así es. Pero claro, la danza no concluye aquí.
¿Qué necesitamos cambiar para vivir esta percepción del caos?
Lo primero es modificar nuestra posición como observadores y aprendices en nuestro viaje por la vida. Y lo nombro así conscientemente.
Observadores porque en el momento en el cual nos situamos en una distancia apropiada estamos apartándonos de toda fuente de sufrimiento ante las circunstancias. Desde la posición de espectador concedes un espacio para que las cosas tomen su movimiento y no te encuentres encapsulado en las situaciones. Sería algo así como dar espacio para que el propio movimiento de la vida respire.
Cuando vemos que la vida se compone de un viaje y que no hay un momento en el cual se detenga, soltamos la idea de que cada momento sea perfecto, y las escenas de la película liberan tensión. Es como si dijeras, ya se sabrá más adelante… o ya aparecerá la solución… Cuando percibes el movimiento, no hay obsesión sino que aterrizas en el terreno de la continuidad de la fluidez de la vida en la cual nada está desconectado, todo es una consecuencia de lo que ya ha sido y un aporte nuevo hacia lo que continuará.
En esta vivencia la fluidez nos conduce instantáneamente a la aceptación y la escucha de lo que es, confiando en la corriente que la vida ha creado como cauce para nuestro proceso evolutivo.
Vivir bajo esta atmósfera quita cargas de responsabilidad confundida. Nos hace responsables de nuestra capacidad de apertura y de permitirnos moldear ante los cambios pero nos desata de la necesidad de hacer que las cosas funcionen o sean lo que tanto desde fuera o desde nuestro propio interior se espera.
Nada externo depende de nosotros. Lo único de lo que tenemos plena responsabilidad es de nuestra entrega a vivir de una forma u otra.
Y aquí entraría el complemento directo en la vida de esta fluidez. La vida segundo a segundo nos está penetrando con nuevas propuestas. Nos pone en el extremos del precipicio día sí y día también. Nos reta a tomar pasos decisivas. O si no, es ella quien interfiere por nosotros y nos coloca su propio orden al desmantelarnos lo que con tanto mimo habíamos creado.
¿Y entonces qué? Toca sintonizarse con las propuestas. La vida toca su melodía. Para cada uno es diferente. Hay notas o partituras que compartimos como seres humanos que conforman una sociedad, un país…, pero la mayoría de las piezas son propias, cada uno es partícipe de un espacio que precisa atención. Necesitamos estar muy despiertos. La gran cantidad de cambios e interacciones tienen un propósito, y es llegar a nuestra esencia. Simplificar. Cuando no somos capaces de ordenar nuestro camino, una fuerza mayor se ocupa de guiarnos. Muchas veces va más allá de si somos capaces o no, sino que la vida es la que marca el tempo. Y ese tempo es el encargado de crear espacio en nosotros para que podamos crear su reflejo en la propia vida y de esta forma poder sembrar oportunidad y acompañamiento para otros.
En realidad se trata de un acto de generosidad bellísimo.
La vida es el mejor aliado, el gran compañero que te entrega lo que precisas en el tempo justo. Está en nuestra mano el vivirlo como tal.
Nuestro mayor conflicto no es tanto el hecho de aceptar y vivir lo que ocurre en el instante presente sino el cambio que supone el salir de donde estabas y el embarcarse hacia un espacio desconocido del que no puedes asegurar una vida bajo las condiciones del lugar en que te encontrabas.
Confiar, para mí, se trata de una entrega a lo que es, a lo que ocurre, a lo que piensas, a lo que sientes,… Esto no asegura un espacio de claridad, orden, armonía, seguridad, sostén, comprensión y resolución, sino que más bien te permite vivir lo que corresponde para dar lo mejor de ti, a ser la mejor versión de ti, y así, ¡aprender viviendo y acompañando a otros en el camino! Las consecuencias dejan de tener importancia, hay algo que toma el sentido, y tu inestabilidad pasa a un segundo plano.
La vida no es un espacio fijo, es un recorrido. El caos es el encargado de recordar la necesidad de tenerlo presente. No hay metas, sino dirección. Y como no, el sentido que da el hecho de confiar.
Os prometo que si no confiara en la sabiduría de la vida habría desaparecido el sentido del mero hecho de vivir. Si me dejo arrastrar por todo lo que ocurre a mi alrededor, tanto en un ambiente cercano como en lo que todos conocemos como “desastres” de nuestra “sociedad humana”, desearía un apaga y vámonos. Sin embargo hay algo que sostiene todo esto y mucho más en su vientre. Necesito ir a ese espacio de escucha y observación donde todo sucede para comprender la grandeza de la existencia. Desde el no juicio aparece el acceso a la lectura del motivo por el cual los sucesos acontecen; y aunque muchas veces ni siquiera esa lectura tenga sentido, la sensación de comprensión es tan fuerte que el no entendimiento acalla su voz a favor de la experiencia.
Confía… Si algo ha de ser modificado así será, si algo necesita desprenderse así será, si algo espera por nacer, así será…
Todo lo que está a nuestro alcance es nuestro modo de abrirnos a cada magnitud del movimiento que forma parte de nuestro espacio.
Si vivimos el caos como ese espacio acolchado en el cual sentirnos seguros, tendremos la capacidad de descomponer cada uno de sus componentes al servicio de nuestra propia forma de escucha y entrega.
¿Y cómo podemos vivirlo?
Complementando al caos. Hay momentos en los que podemos sintonizarnos con su movimiento para emprender lo que nos pide y otros en los cuales podemos entregarnos a sus manos para ser moldeados y sostener el cambio.
Para concluir, me gustaría destacar un aspecto: la dimensión de la palabra espacio.
Al tratar al caos como un espacio que respira y mueve, necesitamos tener muy presente que a veces el sentido de lo que ocurre va más allá de nuestra propia experiencia personal. La dureza de los acontecimientos se presenta como espacio a ser vivido por unos pocos como un bien que afecta a un grupo de personas que son incapaces a vivir por ellos mismos. El caos es un espacio de conciencia. Esto implica que tenga un propósito mayor que la propia personalidad. Ya no se trata de vivir nuestra historia, sino que hay algo que podemos hacer por la propia red a la que pertenecemos como seres humanos. Si el universo sabe que estamos capacitados para llegar a un espacio que sea beneficioso para otros, los retos que nos envíe serán de una magnitud mucho mayor. Esto no querrá decir que nuestro Karma sea de dimensiones desorbitadas, y debamos cumplir por ello, si no más bien, que ahora, en este presente estás preparado para dar lo mejor de ti, y esto implica que con tu “confianza en lo que es”, puedas llegar a liberar, soltar y sanar espacios que frenan el proceso de campos de conciencia en algunos lugares del planeta o de la sociedad.
Sé que este último punto puede resultar de difícil comprensión para algunos, pero es lo que la quietud nos trae. En la ola del propio caos, hay un espacio donde esa parte de conciencia global se incluye como elemento crucial de integración y síntesis. Es ahí es donde vivimos lo que no se entiende y sólo a través del movimiento del corazón es posible sentirlo. Es ese espacio de entrega absoluta cuando parece que -la vida se te va a llevar- debido al grado de dolor o de riesgo en situaciones límites. Hay personas que navegan en estos espacios, donde parece que la vida sólo tenga cabida para ellos en el borde de un acantilado. Aquí, quiero dar un especial impulso de confianza. Hay algo mucho mayor que nuestra propia mente, un espacio capaz de dar paz, comprender y entregarse sin condición a lo que es. Cuando decides traspasar ese límite y darte a la experiencia… el sentido se encarna. Necesitamos mucho valor (cualidad del ritmo staccato), y al mismo tiempo gran aceptación tanto de lo que ocurre como de la no materialización de los resultados esperados (fluidez pura).
Así es el caos:
C: confianza – A: aceptación – O: orden – S: sentido
Sólo a través de la confianza, puedes vivir la aceptación de cada cambio en el camino, y así llegar a vivenciar el orden que la vida te propone y en un momento u otro pulsar en el sentido de tu propia existencia en cada uno de sus movimientos.
Os prometo que carezco de cualquier ápice de seguridad frente a lo que sucederá. Tampoco lo busco. Hace tiempo que dejé este camino. He encontrado una forma mucho más placentera y realista de vivir. Y es el aceptar que hay un orden que tiene un sentido mucho más coherente que el que podría crear bajo mis ideas, sólo requiere un toque de mi danza: ACEPTAR Y CONFIAR.
Que el caos sea un antídoto en cada una de sus modalidades.
Que la aceptación rocíe lo que es en cada momento con vuestra mirada.
Que la confianza sea la savia para las raíces del presente.
Que vuestra compañía se sienta bendecida en cada cambio y sepa escuchar cada textura de las circunstancias.

Con todo mi amor y ternura
Abrazo sincero que conduzca a vuestro cuerpo a ese sí al instante
Gracias por ser y confiar en ello

Noelia

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