Reconocer nuestras heridas, apropiar nuestro poder - Bethany Webster

Reconocer nuestras heridas es un paso importante para apropiarnos de nuestro poder.

El arquetipo mártir se fortalece en nosotros mediante la creencia inconsciente de que el sufrimiento es noble y que otras mujeres nos traicionan cuando se rehúsan a sufrir de igual forma. Esto pone a las mujeres en un círculo vicioso: "Si soy poderosa, perderé relaciones, pero si me encojo y permanezco pequeña, me pierdo a mí misma."
Esto es en parte un sub-producto de la opresión. Quienes han sido oprimidos son los mejores para oprimir a otros en su grupo. Las mujeres son las mejores para oprimir a otras mujeres.
Al arquetipo mártir surge de un trauma no llorado que se ha convertido en una identidad que protege y se niega a liberarlo - simplemente por miedo al dolor que subyacente. Esto puede manifestarse de muchas formas entre las mujeres. También puede suceder intergeneracionalmente. Por ejemplo, una mujer mayor puede inconscientemente sentirse inferior a su hija menor brillante y puede temer ser sobrepasada u olvidada. En lugar de trabajar estos sentimientos dificiles por sí misma, puede que ella inconscientemente y de manera encubierta haga que su hija se sienta culpable o de alguna forma avergonzada por su creciente independencia o éxito.
Toma mucho coraje y auto-consciencia, adueñarnos de nuestras proyecciones y no pasar nuestro dolor propio a otras. Sin embargo es la tarea que tenemos ante nosotras, requiriendo lo mejor de nosotras y de la que somos infinitamente capaces. El desafío ha sido que se nos ha enseñado a ver nuestras heridas como algo que debemos evitar, en lugar de como claves esenciales para nuestro empoderamiento.
Como hijas hemos construido lealtad hacia nuestras madres y esto es en parte por lo que muchas de nosotras sentimos temor de ser totalmente empoderadas.
"¿Quién soy yo para ser sorprendente? Mi madre ha sacrificado todo por mí. ¿Qué pasará con mi madre si yo soy fuerte, poderosa y segura? Puede sentirse abandonada. No puedo soportar la sensación de superar a mi madre. Estará sola con su sufrimiento."
Podemos sentir que tenemos que volver al sacrificio y no acceder a nuestro poder totalmente porque nuestras madres no han tenido esa oportunidad.
Las hijas en esta situación con frecuencia sostienen estas creencias:
"Tengo que "encogerme" para ser amada."
"Si me doy a mí misma, privo a otros."
"Si soy vista como poderosa, nadie me amará."
Como hijas debemos negar ser el alimento de nuestras "madres hambrientas". No podemos dejarlas alimentarse de nuestros sueños a través de competición cubierta y culpa. Esta no es la nutrición real que ellas buscan, pero en su dolor puede parecer que no hay otra forma. Tenemos que dejar que nuestras madres tengan su sufrimiento, pues en el duelo de sus heridas reposa el regalo de su propia transformación. 
Nuestras madres solamente pueden ser alimentadas por el alivio de su propio duelo.
Como madres, debemos lamentar las formas en las que hemos sido privadas y no poner la carga en nuestras hijas para compensar nuestras pérdidas. Debemos hacernos cargo de nuestras emociones difíciles en nuestro propio tiempo y no hacerlo responsabilidad de nuestras hijas.
Es totalmente natural para una mujer mayor buscar consuelo en otras mujeres, incluso en sus hijas. Pero hay una línea entre compartir honestamente cómo se siente y verter sus heridas en la mujer más joven. A veces una madre puede inconscientemente buscar en su hija lo maternal y nutricio que ella no recibió de su propia madre. Esto sucede porque la mujer mayor no está consciente de que tiene una "madre interior" que ella misma puede cultivar y a la que puede acudir por ayuda. Para evitar que la herida sea pasada a ellas, las mujeres jóvenes deben sentirse empoderadas para definir un límite firme cuando se convierten en vertedero para las heridas de las mujeres mayores.
Las mujeres pueden inconscientemente reprimir a sus hijas debido a sus propias heridas sin duelo, incapacitando a sus hijas sin saberlo.
La opresión patriarcal de las mujeres se perderá cada vez más a medida que las mujeres mayores asuman la responsabilidad de su propio dolor y las mujeres más jóvenes se rehúsen a cargar heridas que no son propias. Esto permite que las mujeres más jóvenes caminen con confianza en la dirección de sus sueños sin vergüenza incapacitante o culpabilidad.
Dejar de equiparar ser una hija leal con cargar el dolor no resuelto de las mujeres que se han ido antes de nosotros.
Como hijas, nuestra hambruna no sirve a nadie, solo mantiene la herida de la madre viva; la herida que se ha pasado una y otra vez en generaciones. Cuando nos ofrecemos como alimento a la "madre hambrienta", el dolor es transmitido y entonces nos volvemos hambrientas nostras mismas.
Al sacrificarnos y no acceder a nuestro poder por miedo de amenazar a nuestra madre/mayor, estamos sirviendo a la pequeñez de nuestra madre, no su grandeza. Como hijas, parte de acceder a nuestra grandeza es conscientemente y respetuosamente definir límites con otras mujeres que quieren que nosotros permanezcamos pequeñas en beneficio de sus propias inseguridades.
Es necesario ganar un sentido de derecho hacia nosotras mismas y vivir nuestra grandeza en nuestros propios términos.
La sociedad patriarcal nos ha enseñado que debemos intercambiar nuestro poder por amor. Sin embargo, el amor que recibimos a cambio de nuestro poder no es realmente amor. Debemos estar dispuestas a examinar y re-evaluar las relaciones que se benefician de nuestra pequeñez. Debemos fer la futilidad de esperar verdadero confort de aquellos que están amenazados por nuestro potencial, aún si esas personas son otras mujeres que amamos. Las mujeres que degradan a otras mujeres, ya sea consciente o inconscientemente, vienen de un lugar de herida. Podemos mostrarles que hay un camino distinto.
Podemos modelar lo que es posible, poderoso y digno de amor.
Debemos cambiar el modelo "una de dos" hacia un "los dos a la vez". Tomar el riesgo de ser auténticas y definir límites. Podemos ser pioneras, vanguardistas en un nuevo camino sin muchos modelos y con pocos líderes, es posible!
Estamos avanzando, hacia este desafío y encontrando otras mujeres que abrazan este nuevo paradigma que apoya la grandeza en todas nosotras.

© Bethany Webster 2013 - 2016
Tomado de: http://www.womboflight.com/owning-our-wounds-is-an-important-step-in-owning-our-power/

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