Sanar la relación con nuestro padre - Gabrielle Roth

Hasta que no sanamos la relación con nuestro padre -la primera forma que toma Saturno en nuestra carta natal-, no podemos avanzar en muchos aspectos de nuestra vida: el auto-sostén económico, la toma de responsabilidad, el completar ciclos, el sostener algo en el tiempo, el tener contacto con la realidad, con los límites del tiempo y de los recursos,  la madurez emocional como para poder establecer una relación de pareja sustentable y duradera

Puedes elegir uno o varios de los ejercicios extraídos del libro de Gabrielle Roth, “Enseñanzas de una chamana urbana”…cuanto más profundo puedas ir en la relación con tu padre, mejor para ti y tu proceso personal!

… “En particular, reviste importancia tener una relación sana con nuestro padre, ya que ésta es la clave para todas las demás.

Los siguientes son ejercicios que nos ayudarán a descubrir a nuestro padre y a estrechar amistad con él. Con valentía y creatividad, podemos forjar un nuevo vínculo de amistad, más allá del tiempo y la distancia. O, al menos, podemos enterarnos de la verdad acerca de nuestra vida infantil y precisar qué aspectos del cuidado paternal necesitamos a fin de completar el ciclo de la infancia.

1) Escribamos lo que recodemos de nuestro padre antes de que tuviéramos cinco años, así como aquellas cosas que nos hayan contado de él. ¿cómo era? ¿dónde estaba? Recordemos sus diferentes maneras de ser, sus olores, sus costumbres, su forma de conversar, de cantar, de llorar (si lo hacía o no)

2) Podemos sentarnos, relajarnos y sentirnos mover hacia atrás en el tiempo, como en una película que corre al revés. La detenemos al llegar a los cinco años y nos imaginamos en una habitación familiar junto a nuestro padre.  ¿Cómo nos sentimos? ¿Nos conectamos con él? ¿Qué tipo de contacto tenemos? ¿Lo tocamos, conversamos, nos reímos, nos acobardamos, nos sentimos incómodos o inseguros? Avanzamos hasta los diez años y nos imaginamos en la misma habitación: ¿cómo nos relacionamos con nuestro padre? ¿cómo se relaciona él con nosotros?

3) Escribimos un diálogo con nuestro padre cuando temíamos diez años. Si no podemos, también será significativo.

4) ¿Quién es él? Podemos reflejarlo en una imagen, una metáfora, una foto esencial, una afirmación característica, una anécdota que lo represente.

5) Visualicemos en nuestro diario la relación con nuestro padre. Hagamos un “dibujo energético” que represente con nitidez las corrientes profundas y las olas superficiales que fluyen entre nosotros y nuestro padre.

6) Escribamos un relato breve de la vida de nuestro padre, remontándonos a sus primeros años, su infancia, adolescencia, madurez y sus últimos años. ¿Sentimos que murió, o morirá, satisfecho, realizado, sereno?

7) ¿Cómo contaría nuestra madre esta historia? ¿Cómo la contaría él?

8) ¿Cómo le hablaríamos a nuestro padre si fuéramos su amigo o amiga, y no su hijo o hija? ¿Qué le diríamos si fuéramos su mejor amigo? Alguien tiene que romper el silencio: tomemos el teléfono, conversemos de cosas auténticas, de corazón a corazón. Es probable que él esté tan solo como nosotros. ¿Le tenemos miedo a nuestro padre?¿Tenemos miedo por él? ¿Estamos enojados con él? ¿De qué manera él nos alegra? ¿Qué es lo más solidario que podemos hacer por él? Dejemos que todo brote ahora. La curación será maravillosa para ambos.

9) Como nuestro padre fue nuestro primer amigo, es posible que tratemos a los demás como él nos trataba. Describamos a tres amigos y nuestra relación con cada uno. Una vez descritos, los leemos una y otra vez en busca de pautas que se repitan, positivas o negativas. ¿Tenemos iniciativa en nuestras relaciones o nos dejamos llevar? ¿Nos hacemos rogar? ¿Somos propensos a coquetear, somos despóticos, tímidos? ¿Cómo nos relacionamos? ¿Con autenticidad, o actuamos, calculamos, seducimos, etcétera?

Tal vez en nosotros sea instintivo relacionamos de corazón a corazón y nos sea fácil saber lo que necesita otra persona. Quizás procedamos de corazón la mayor parte del tiempo. Si es así, debemos darle las gracias a nuestro padre. Si no, necesitamos perdonado, pues ése es también su dolor. Ambos tenemos algo en  común.

La vida es una materia prima que clama por ser transformada en arte, en un arte de supervivencia arraigado en la verdad, tallado en poemas, canciones, comunicaciones directas del corazón. Podemos transformar en arte la relación con nuestro padre. Pensemos en ella, escribamos sobre ella, recibamos a nuestra niñez, a nuestro corazón. También puede resultar gratifican te meditar sobre nuestro padre, sentados, respirando hondo, en una posición cómoda.

Meditación del padre

Imaginemos a nuestro padre sentado frente a nosotros. ¿Qué aspecto tiene? ¿Qué postura adopta? ¿Qué impresión nos da: cansancio, impaciencia, enojo, entusiasmo, calma?

Pensemos en tres cosas que nos gustan de él, tres cualidades que nos parecen entrañables. Pensemos en tres cosas que nos disgustan, desconciertan, apartan. Pensemos de qué manera estas cualidades habitan también en nosotros, en lo parecidos que somos a él, en lo íntimamente conectados que estamos.

Miremos a nuestro padre a los ojos. Dejemos que afloren nuestros sentimientos hacia él y digámoselos. Liberemos al corazón de todas las cosas que hemos retenido durante años, expresemos todo lo que sentimos hasta que no quede nada por decir. Imaginemos qué nos responde y dejemos que diga lo suyo. Luego respiremos tranquilamente hacia el espacio que queda. .

Nos imaginamos estableciendo contacto corporal con nuestro padre. Lo tocamos, le tomamos la mano, lo abrazamos, lo acunamos y lo mecemos. Dejemos que fluya todo nuestro afecto bloqueado hacia él y recibamos el suyo.

Luego lo dejamos regresar a su lugar. Lo miramos nuevamente a los ojos y sacamos de nuestro corazón el valor para agradecerle y perdonado, para agradecemos y perdonamos a nosotros mismos. Le perdonamos sus debilidades y sus fracasos; le agradecemos por habernos hecho quienes somos y por estar cuando estuvo.

Cuando medité sobre mi padre, valoré su generosidad, su serenidad, su lealtad. También reconocí su terco orgullo, sus prejuicios, su timidez, y todo formando parte de mí. Lo levanté y lo sostuve entre mis brazos, lo mecí como a un bebé, enjugué las lágrimas de su rostro y apreté su oído contra mi corazón.

Todos tenemos un padre. Algunos son activos y responsables, otros son más pasivos y dejados. Algunos desconectados de los ritmos de su corazón; otros, demasiado ocupados para asumir sus responsabilidades más vitales. Si no hemos hallado a nuestro padre en lo exterior, debemos hallado en nuestro interior y, en lo posible, volver a conectarnos con él. Esta es una tarea sagrada, una empresa vital.

A medida que nos curamos a nosotros mismos, liberamos a nuestros padres para que se curen a sí mismos. He visto la repetición de este hecho en muchas vidas, lo cual me ha estimulado y dado esperanzas. Al cambiar, podemos provocar cambios. Es un don poder curar a nuestros padres mediante a curación de nosotros mismos. Tenemos el poder de devolverles la libertad de ser quienes realmente son, heridos, humanos, vulnerables y no gigantes de un cuento de hadas ni la fuerza ni la fuerza policial de la sociedad. Personas reales.

A medida que nos convirtamos en nuestros propios padres y alcancemos la plenitud, aliviaremos una carga psíquica de sus hombros; ya no necesitarán preocuparse por lo que hicieron o dejaron de hacer por nosotros y serán libres para ser ellos mismos”.

Fuentes:

Gabrielle Roth, “Enseñanzas de una chamana urbana”, Editorial Planeta, Argentina, 1992, pp 135-39

Tomado de: https://coachingyastrologia.wordpress.com/2013/12/22/capricornio-sanar-la-relacion-con-nuestro-padre/


Commentaires

Articles les plus consultés