Peregrina y extranjera - Marguerite Yourcenar

Aceptar que tal o cual ser, a quien amábamos haya muerto. Aceptar que éste o aquel no sean más que un muerto entre millones de muertos. Aceptar que éste o aquel, vivos, hayan tenido sus debilidades, sus errores. Aceptar su independencia de muertos, no encadenarlos, pobres, a nuestro carro de vivos. Aceptar que hayan muerto antes de tiempo porque no existe el tiempo. Aceptar nuestro olvido, puesto que el olvido forma parte del orden de las cosas. Aceptar nuestro recuerdo, puesto que, en secreto, la memoria se esconde en el fondo del olvido. Aceptar incluso -aunque prometiéndonos que lo haremos mejor la próxima vez y en el próximo encuentro- el haber amado torpe y mediocremente.

Commentaires

Articles les plus consultés