Destinos

El sufismo alumbró al poeta Rumi, que quizá tendría su equivalente católico en san Juan de la Cruz o santa Teresa de Ávila. Uno de sus poemas dice:
El ser humano es como un albergue.
Cada mañana llega alguien nuevo.
Éste es una alegría, este otro es tristeza,
allí viene la mezquindad
y aquí una chispa de conciencia.
El pensamiento oscuro, la vergüenza, lo malicioso
puedes encontrarlos a la puerta, sonriéndote;
invítalos a entrar.
Sé agradecido con quien viene,
porque cada uno ha sido enviado
como una guía desde el más allá.
Aquello que vivimos es necesario, nos dice Rumi, porque es algo que nos envía la Gran Inteligencia con propósitos que a menudo no comprenderemos hasta más tarde, tal vez nunca.
Aceptándolo, damos un salto y en cierto modo nos sentimos guiados en nuestro particular viaje; y, con suerte, aprendemos.
Entonces quizá estemos más disponibles para una pareja, pero, aun así, no sabemos si nuestro destino es permanecer solteros, o ser religiosos, o morir esta misma tarde.
¿Qué sabemos? ¿Sabemos acaso si es mejor vivir o morir, tener una vida larga o una corta, estar casados o estar solteros, ser simpáticos o antipáticos? Nos pasamos buena parte de nuestra vida amorosa persiguiendo quimeras, pero sólo podemos amar en cada momento lo real; lo ideal no existe. Amar lo real nos otorga la posibilidad de ser felices.
JOAN GARRIGA
del libro El buen amor en la pareja

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