CUIDANDO AL NIÑO HERIDO


A veces el niño herido que hay en nosotros
necesita nuestra atención.
Ese niño pequeño puede aflorar
de las profundidades de nuestra conciencia
y pedir nuestra atención.
Si eres consciente,
oirás su voz pidiendo ayuda.
En ese momento,
en lugar de contemplar un bello amanecer,
vuelve a ti mismo
y abraza tiernamente al niño herido
que hay en ti.
«Inspirando, vuelvo con el niño herido que hay en mí;
espirando, cuidaré muy bien de mi niño herido»
Para cuidar de nosotros mismos,
debemos volver y cuidar del niño herido
que hay en nuestro interior.
Debes practicar cada día
el volver a tu niño herido.
Abrazarlo tiernamente,
como si fueras un hermano o una hermana mayor.
Y tendrás que hablarle.
Y también puedes escribir una carta
al niño pequeño que hay en ti,
de dos o tres páginas,
para decir que reconoces su presencia
y que harás todo lo posible
para curar sus heridas.
Cuando hablamos de escuchar con compasión,
normalmente creemos
que se refiere a escuchar a otra persona.
Pero también debemos escuchar
al niño herido
que hay en nuestro interior.
Está en nosotros aquí,
en el momento presente.
Y podemos curarlo ahora mismo.
«Mi querido niño herido, estoy aquí por ti,
listo para escucharte.
Por favor, cuéntame tu sufrimiento,
muéstrame todo tu dolor.
Estoy aquí, escuchándote de verdad»
Y si sabes volver a él,
escucharle cada día durante cinco o diez minutos,
la curación tendrá lugar.
Cuando subas una bella montaña
invita al niño que hay dentro de ti
a subir contigo.
Cuando contemples
una hermosa puesta de sol,
invítale a disfrutarla contigo.
Si lo haces durante algunas semanas o meses,
el niño herido que hay en ti se curará.
La plena conciencia es la energía
que puede ayudarnos a hacerlo.
Thich Nhat Hanh.

Commentaires

Articles les plus consultés