Iniciaciones: Procesos universales que desencadenan la transformación
El arquetipo de iniciación es primordial, y su fuerza da forma a nuestras transiciones transformativas. Para Jung, este cambio da forma nuevamente a las dinámicas espiritual, emocional, intelectual, conductual y social.
Informado por sus estudios antropológicos, Jung comprendió la necesidad de ceremonias formales, acentuando su rol en facilitar la separación de influencias parentales y la integración en la comunidad adulta. Estos ritos satisfacían las demandas de desarrollo arquetipal para marcar una clara ruptura con la infancia y promover una conexión más profunda con la comunidad adulta, con frecuencia a través de ritos físicos y simbólicos. En un nivel cultural, estas ceremonias ayudaban a contener fuerzas inconscientes que hacían posible la cultura colaborativa.
Originaria del latin initium, Iniciación representa los comienzos que todos experimentamos, sacándonos de estados primarios e impulsándonos hacia niveles más elevados de comprensión y conciencia. Este no es sólo un viaje personal; es un emprendimiento colectivo, con etapas que resuenan universalmente, con frecuencia reflejadas en hitos de vida significativos que sirven como iniciaciones en distintos reinos de la experiencia humana. Estas iniciaciones están marcadas por activaciones arquetipales, experiencias centrales que son fundamentales para todos nosotros.
La iniciación contiene tres elementos universales: separación, espacio liminal y reintegración. Este proceso universal es enfocado a través de un camino estructurado y ritual en contextos modernos, particularmente en Escuelas de Misterio. Comienza con una separación, donde hacemos la transición desde nuestras vidas exteriores, dejando a un lado nuestros roles y responsabilidades previas.
Siguiendo esta etapa, está la etapa de preparación que incluye purificación – donde identificamos y descartamos lo que es extraño para nuestros verdaderos yoes – y la consagración, donde dedicamos nuestros esfuerzos y vidas a un propósito superior. Esto resuena con el proceso de individuación. Cuando la preparación se completa, somos conducidas a un espacio sagrado. El primer paso es una expresión de humildad a través de aceptar nuestro estado común de ignorancia e identificarlo como la causa primaria de sufrimiento. En términos Junguianos, esto refleja un reconocimiento de la sombra inconsciente y una devoción al valor de la consciencia.
Esto es seguido por tests y juicios ritualizados. Varios caracteres interactúan con el candidato, representando defectos característicos como la indolencia, la rabia, el materialismo y la crueldad. Cuando se desafían las defensas del ego y se acepta el trabajo moral que debe realizarse, se produce un cambio y se revela un hierofante.
Hierofante significa “quien revela lo sagrado”. Este personaje presenta al candidato objetos sagrados e imágenes que simbolizan fuerzas arquetipales que pueden ser activadas a través de estudio consciente, prácticas espirituales, rituales comunales y disciplina moral. El candidato es bienvenido como un iniciado en la comunidad de aquellos quienes aceptan el yugo de la disciplina espiritual y se comprometen a apoyarse mutuamente en su crecimiento mutuo.
Finalmente, el iniciado retorna a sus relaciones y responsabilidades con la posibilidad de nuevas actitudes que expanden la personalidad. Estos rituales también reflejan un proceso de transformación que puede activarse de manera autónoma. Jung reconoció esto en la sentencia alquímica, “solve et coagula”, disuelve luego solidifica. También se dio cuenta que la interrupción de este proceso con frecuencia era la causa de neurosis.
Cuando el proceso transformador es obstaculizado, “sueños grandes” pueden intervenir. Activando personajes míticos y motivos, obligando al ego del sueño a avanzar. Muy similar a los dramas rituales, esto puede incluir confrontaciones con monstruos interiores y personajes que encontramos repelentes. El objetivo es el mismo: expandir la personalidad más allá de sus confines convencionales.
La pérdida de la mayoría de las iniciaciones formales en la cultura moderna deja a estas fuerzas arquetípicas sin ningún proceso estético para afectar al individuo. Una vez perdidas en la cultura y la conciencia, las fuerzas siguen siendo potentes y actúan de forma invisible. Expresadas inconscientemente, ellas emergen como novatadas de fraternidad o sobreviviendo a un desafío violento para ganar la membresía en una pandilla.
Varios movimientos mito-poéticos han intentado restaurar las iniciaciones para los hijos e hijas, bar mitzvahs llevan temas antiguos a la vida contemporánea, y los masones se esfuerzan por mantener ceremonias que mejoren a los hombres buenos. El arquetipo de la Iniciación todavía está vivo y es potente, tal vez luchando por encontrar modismos y valores modernos para llevar adelante su poder transformador.
Fuente: https://thisjungianlife.com/initiations/
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