No tengo todo resuelto - Lorena Cuendias
"Hola, me llamo Lorena y no lo tengo todo resuelto.
Soy bióloga, pero no me sé el nombre de todos los animalitos vivientes.
También soy terapeuta y tengo traumas sin resolver y aún así he podido ayudar a muchísimas personas en su camino de regreso a ellos.
Caigo en patrones, algunos son los mismos de hace años y sigo trabajando en terapia. Muchos ya no me producen reacciones paralizantes y otros están resueltos.
Tengo heridas que siguen sangrando.
Probablemente no lleguen a cicatrizar nunca, pero llevo en el bolso tiritas y tengo mis besos para hacerles curasana.
Convertirme en terapeuta fue mi respuesta traumática: tratar de hacer que otros dejaran de sufrir. Me ha afinado los sentidos para poder sintonizarme con otros seres humanos como lo hago y poder mirarlos con la compasión con que me miro.
Somos terapeutas pq estamos heridos o lo hemos estado, y a muchos niveles probablemente lo sigamos estando, pero tu compromiso con tu libertad es lo que te hace grande, y querer esa libertad para otros, te honra.
Camino en la misma dirección que tú. Tal vez un poco por detrás. Tal vez a veces por delante y otras por detrás. Qué importa.
Muchas veces me pierdo.
Otras me distraigo. Es perfecto, así puedo explorar nuevos espacios y descubrirme en ellos.
No soy desprendida y tengo apegos.
Soy humana, mi camino es honrar mi humanidad, con mi luz y mi Sombra.
Cuanto más puedo tolerar mi luz y mi sombra más puedo tolerar las luces y sombras de otros.
No "trasciendo" mis emociones. Me sumerjo en ellas. Dejo que me abrasen y me alquemicen.
Mi camino lo abraza todo.
No "silencio" mi mente. Escucho lo que mi cuerpo quiere decirme a través de ella y discrimino la verdad de la herida. A veces lo logro. A veces no, pero nunca fracaso, porque cada vez estoy más cerca.
No me "desapego" de nada, porque sinceramente, me parece una bazofia y otra forma de by-pass espiritual y emocional.
No siempre estoy en paz. A veces me siento turbia, confundida, densa, tóxica, triste... y es parte de todo lo que soy. Transitorio y parte del proceso.
No me imagino a la Tierra juzgándose porque hoy llovió en vez de hacer Sol.
Mi libertad actual es el resultado de expresar mi esencia en los lugares en los que lo hago, y permitirme recibir el flujo energético de vuelta.
No olvides, que eres un ser humano/a haciéndolo lo mejor que sabes y te honro por ello, te encuentres donde te encuentres en tu camino. Valiente."
La respuesta que tuvo fue abrumadora, me di cuenta del hambre que tenemos de autenticidad, de rendirnos a esta experiencia brutal y orgánica que es ser humano y poder dejarnos ver en nuestra naturaleza sencilla, en nuestra Luz, en nuestra Sombra. ¡Dejarnos ver!.
Salir del narcisismo patológico global y mostrarnos imperfectos, crudos, a veces incapaces, pero verdaderos.
Las máscaras pesan mucho.
Las corazas, las protecciones. Los mandatos. Perdemos la energía que invertimos en sostener esas rigideces y disfraces, y no nos queda para ser auténticos y vivir vidas auténticas que merece la pena vivir desde un sentido del Ser.
Ese es el territorio que estoy transitando ahora: Dejarme ver. Pero para hacerlo, tengo que mostrarme. Pero no mostrar lo lista, inteligente, capaz, fuerte bla bla bla que soy. O todo aquello que esperan que sea. O todas esas identidades en que otros se sienten seguros para poder acercarse a mi. Sino mostrar mi humanidad. Mi vulnerabilidad. Mi autenticidad.
Esto no ha sido posible hasta que no he ido creando un hogar seguro dentro de mi. Hasta que mi cuerpo y mi sistema nervioso no han sentido que el suelo era firme para poder ser quien soy.
Esto me lo ha dado el trabajo con mi cuerpo y mi sistema nervioso.
"Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás." - Marianne Williamson
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