Fuera del infierno al fin - Jeff Foster
- A veces todo lo que puedes hacer es mantenerte vivo
En los pasados 12 meses, he luchado contra una enfermedad debilitante que casi me mata.
Tal vez me mató, o mejor, “mató” a quien solía ser.
Ya no soy la misma persona. Pero me siento más yo mismo que nunca.
Toda una experiencia de los reinos del infierno que me cambió irrevocablemente.
He ido a los lugares más profundos y oscuros en mí mismo, viajado a regiones de la psique que parecían realmente insoportables e inaguantables, encontrado las partes ocultas que anhelaban la bendición sagrada y la consciencia amorosa. He enfrentado el horror absoluto e indescriptible del trauma en carne viva, el auténtico infierno increíble de la herida del abandono, la desesperación y desesperanza del niño olvidado, el terror y el pavor y la impotencia del cuerpo-mente aparentemente despedazándose ante mis propios ojos.
He enfrentado mi propia muerte física, emocional, psicológica y espiritual.
Nada pudo ayudarme. Ninguna técnica, ni iluminación, ni proceso espiritual, ni terapia, ni indagación, ni cura. Estaba más allá de todo eso.
La Enfermedad neurológica de Lyme es brutal. Mi corazón está con todos mis hermanos y hermanas que sufren esta enfermedad tan incomprendida.
Ha sobrevivido estados de puro pavor, pánico agudo, pérdida del sentido del tiempo y el espacio y arraigo y fuerza vital, sin garantía de que este infierno insoportable alguna vez terminaría. (no le desearía nada de esto a mi peor enemigo, si tuviera un enemigo)
Enfrenté espantosos impulsos suicidas que me sorprendieron y me envolvieron, impulsos que por poco me destruyen, me rasgaron abierto a la vida, entonces arrancaron mi corazón y lo replantaron, con nuevas raíces forjadas en nuevo terreno.
He estado abierto a un nivel incluso más profundo de compasión por mí mismo, por toda la humanidad y por todos quienes buscan y sufren y anhelan una salida, por todos los niños de este cosmos terrible y maravilloso.
Comprendo el impulso de “suicidio” ahora más que nunca, el anhelo de una salida, el jalón hacia el eterno descanso, sueño, hogar.
(No hay muerte, solamente la muerte de los sueños.)
Comprendo más claramente que nunca lo que motiva a las personas a quitarse su propia vida.
Estoy agradecido y sorprendido de que aún esté aquí.
Que escogí la vida o que me escogí o las dos opciones o ninguna.
He visto lo mejor y lo peor de la humanidad. Lo mejor y lo peor de la medicina Occidental y Oriental, y lo mejor y lo peor de las medicinas alternativas.
He sido testigo de la violencia impactante – si, violencia – el uso de la espiritualidad para evitar sentir, el terrible dolor de que no me creyeran y ser ridiculizado y ser manipulado psicológicamente para llevarme a dudar de mi lucidez, y la alegría y el alivio de ser realmente escuchado, creído, honrado, validado, visto, sostenido, amado.
He tocado el corazón de la ira divina y sagrada, ese fuego amable saludable y protector que lucha por la verdad y destruye lo falso, que no tolerará la mierda, que se expresa por sí mismo directamente y sin temor y que se ensucia las manos para proteger lo que ama, rescata a los desamparados y olvidados y no deja a nadie atrás.
He visto el poder sorprendente del niño interior para construir el mundo, descubrí una alegría incluso más profunda en mi torpeza, en mis partes asustadas, mis imperfecciones, mis errores, mis partes tambaleantes, jóvenes, frágiles, inocentes y tontas. Dios amo esas partes tanto.
(Nuestra vulnerabilidad nos salvará. Nuestras heridas nos sanarán. La espiritualidad del “Amor y Luz y Dicha” no tiene la más remota idea.)
He estado en el borde y sobre el borde y sabía que nunca regresaría pero regresé.
He dejado este mundo y he vuelto ahora para dejarte saber que puedes sobrevivirlo todo, incluso tu propia muerte.
Morí para experimentar más la vida, salté al vacío sin vacío para abrirme a una mayor intrepidez y una alegría y un amor más profundos por mí mismo. Fui destruido y resucitado, ridiculizado y celebrado, arruinado y renacido.
Me he acercado mucho al amor de la vida, Alice, una mujer sabia y poderosa y bella que puede sostenerme y caminar conmigo, quien ha visto mi oscuridad, mi debilidad, mi miedo y mi vergüenza cientos de veces, y quien tiene la capacidad de sostenerme allí en amor y comprensión. Y ella me ha permitido sostenerla también en su vulnerabilidad y en su poder, en su alegría y en su pena. Nuestros niños interiores están enamorados tanto como nuestros adultos. Alice es salvaje y libre y cálida y honesta y tan creativa y yo la adoro. Me ha ayudado a convertirme en un mejor hombre, un mejor humano, un mejor servidor y un sanador más empoderado.
He llegado a darme cuenta que solamente la libertad nos libera y que algunas veces la verdad es cruda y dolorosa y pegajosa y desordenada y apestosa y profundamente inconveniente.
He descubierto quienes son mis verdaderos amigos, conocí a los que pueden encontrarme, verme, sostenerme, escucharme incluso en mi dolor… y he conocido a quienes simplemente no pueden hacer eso desde donde están, bendecirlos. He experimentado a quienes desean arreglarme, cambiarme, aconsejarme, ser gurús conmigo y en su miedo, tratan de evitar que experimente lo que tan desesperadamente necesito experimentar. He visto cuán peligroso es dar consejos buenos (malos) en lugar de hacer el trabajo duro de honrar dónde está en realidad alguien. Y hay mucho mal consejo afuera, y hay mucho miedo y confusión sobre la oscuridad y aún ahora veo la inocencia en ello. Benditos quienes trataron de ayudarme. Benditos todos los que intentaron y fracasaron. Me bendigo por extenderme y alcanzar y por ir más allá de lo que imaginaba.
(“Soy inmenso. Contengo multitudes.”)
Emerjo ahora, día a día, paso a paso, momento a momento, agradecido más allá de toda medida por estar vivo, agradecido por el regalo de la vida, agradecido por cada respiración, diez veces más fuerte que antes, cien veces más humilde y listo y dispuesto a aprender y comenzar otra vez desde el comienzo.
Ya no se nada… y sin embargo se más de lo que alguna vez supe.
Soy un niño sabio una vez más.
Hablaré la verdad ahora y por siempre, y siempre me rendiré a la voluntad de la vida.
Lucharé por la humanidad y la humildad – y el humor – con mi último aliento.
Cantaré una espiritualidad que se inclina ante nuestros errores, que empapa nuestros anhelos con empatía, que comprende que todos somos humanos y frágiles y mortales y magníficamente imperfecta tanto como somos “Consciencia Divina y pura que nunca sufre”, estudiantes tanto como maestros, dolorosamente rotos tanto como gozosamente intactos.
Y ninguno de nosotros es inmune a la Voluntad de la vida.
Ya no toleraré más la vergüenza de nuestra vulnerabilidad.
Amaré hasta que muera y no moriré porque ya he muerto y he trascendido la muerte una y otra vez y sostendré tu mano tal como has sostenido la mía, y nunca de dejaré, mi amor.
Tomaré este infierno que he atravesado y lo transmutaré en oro y lo ofreceré al mundo.
- Jeff Foster
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