Cuatro miedos esenciales - Alejandro Jodorowsky
MIEDO A LA SOLEDAD.
Sufrir por estar solo es principalmente una falta de conocimiento de sí mismo. Esto proviene de que no nos creemos dignos de ser amados. Temiendo que los otros nos juzguen negativamente, poco a poco vamos cayendo en una parálisis creativa. Si estás en este caso, te propongo que, ayudado por un foco, proyectes tu sombra en un muro y, usándola como una marioneta, converses con ella, adjudicándole palabras que alaben las cualidades que deseas tener para ser amad@. Tu inconsciente aceptará esas alabanzas y te otorgará esa necesaria confianza en ti mism@ que tus padres no supieron darte.MIEDO A LA LOCURA.
Presos en una lógica momificada, creyendo que nuestro caduco auto-concepto es real, le tenemos un miedo pánico a la "locura". Vivimos rehuyendo los mensajes del inconsciente, controlando la mente por medio de prejuicios.Estos prejuicios actúan como diques que impiden la libertad de nuestra conciencia, entendiendo por “libertad” la posibilidad de cambiar de puntos de vista, de aceptar que el ego, por ser un solo aspecto de nosotros mismos, tiene la posibilidad de transformarse y expandir sus fronteras. Lo que llamamos “razón” es en verdad una forma de locura, que nos lleva a la destrucción de todo lo que nos contradice. Muchos problemas se pueden resolver cambiando nuestra manera de pensar. Las que creen que su manera de pensar es la única manera permisible de ver y actuar en el mundo, aterrados por el fantasma de la locura, se convierten en inquisidores, dispuestos a eliminar a quienes niegan sus convicciones, que solo son creencias que nos han inculcado desde la infancia. Platón dijo: "El más grande de los beneficios nos viene de la locura, la que seguramente es un don divino."
MIEDO A ENVEJECER
Cuando no tienes miedo de envejecer, te lo digo por experiencia, no te preocupas de todo lo que la vejez te quita, sino que vives celebrando lo que la vejez te aporta. Comprendiendo por "aportar" todo lo que, una vez desaparecidas las esperanzas, las ilusiones, los excesos de energía, la objetiva verdad de la vida (constante cambio, la absoluta unión de todo, la esencial espiritualidad de la materia), se abre como una resplandeciente flor. Sabiendo que cada día puede ser tu último día, cada hora que vives se convierte en una joya sublime. Te alegras pensando que la vida que te anima es eterna, que algo en ti, en la forma que se sea, permanecerá en el universo para siempre. Y esta certeza de pertenecer al Todo, te hace sentir todas las infinitas partes de la realidad como tuyas, con intenso amor. El mundo es tu mundo, los seres vivientes son parte de tu cuerpo. Tú, diminuto organismo, eres parte del inconmensurable Principio Creador. Cada mañana te despiertas decidido a dar todo lo que puedes dar, mientras la Tierra da deliciosas vueltas sobre sí misma alrededor del padre-madre Sol, que a su vez gira y avanza vertiginosamente danzando en una Galaxia que también gira y avanza por un universo que no tiene límites ni fin.MIEDO A MORIR.
No aspires a un más allá, sino a un más acá. Dios no está en el presente sino que es el presente mismo. Cada segundo es un regalo maravilloso. Acepta con inmenso placer tu actual existencia y la de los otros. Evita las destrucciones inútiles y dedica tus esfuerzos a construir jardines, sean estos materiales o espirituales. Para aquello, cultiva un arte. No temas entregarse a esa locura divina que es la alegría de vivir y comunícala generosamente. No creas que guardar conocimientos secretos sea una forma de tener poder. El pan compartido es el mejor.La tan temida muerte, para tu conciencia durará un segundo. Esto lo experimentas cada noche. Sin darte cuenta, te duermes. Cuando vuelves a abrir los ojos no sabes si has dormido unas horas o unos minutos Tienes que ver el reloj para saberlo. Así mismo es morir. Sin darte cuenta, desapareces. Si hay un más allá, inmediatamente volverás a la vida, en la forma que ella sea, Puedes haber desaparecido mil años, eso no lo sentirás. El despertar, en caso que lo haya, sigue de inmediato a la muerte. Y si nunca despiertas, qué te puede importar, si ya nada eres.
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